Año Santo de la Cruz - Sinodoiglesiaenasturias.org

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Tras el primer amor, manifestado en nuestra creación, viene el segundo amor,
manifestado en nuestra redención, tras habernos perdido nosotros, hundidos en
el pecado. Por todo ello, la cruz, culmen de la destrucción dolorosa, es raíz y
manantial desde el cual brota y crece sin fin la vida nueva de la salvación.
4. LUZ QUE BROTA DEL CADALSO
Los evangelistas son muy breves al describir la escena del Calvario, como si
no quisieran impresionar demasiado, insistiendo sobre aquella tremenda
crueldad. Además, en sus relatos, tras el supremo abatimiento de Cristo muerto y
destrozado por las heridas, dejan escapar destellos de luz esperanzada que
presienten el próximo rebrote de la vida. Así, al Señor no le quiebran los huesos,
como a los otros condenados. Cuando Longinos le abre el pecho, aún brota sangre
y agua del corazón. Un terremoto conmovió la tierra. El velo del templo se rasgó de
arriba abajo, y algunos muertos volvieron a la vida.
Es la gloria de la Cruz, como pozo de humillación y sufrimiento y, a la vez,
principio que origina la expansión luminosa de la infinitud del amor divino
salvador. Entonces la Cruz, instrumento de suplicio, queda entre cielo y tierra
como signo de salvación. Ella, con sus brazos horizontales, abraza a todo el
universo, y, con su tronco vertical, señala el camino del cielo.
El árbol de la cruz también alimenta y desprende frutos abundantes para
aquellos que a ella se acercan con el corazón abierto. La teología ha desarrollado el
contenido salvador que arranca del santo madero, aunque nunca la palabra
humana podrá exponerlo adecuadamente. En estos breves párrafos sólo cabe
mencionar algún aspecto significativo para la sensibilidad de los creyentes que
ahora nos reunimos:
- Perdón: “Jesús, nuestro Señor... fue entregado por nuestros delitos y fue
resucitado para nuestra justificación” (Romanos, IV, 24-25).
- Energía: “La predicación de la cruz... para los que se salvan, para nosotros, es
fuerza de Dios” (1ª Corintios, I, 18).
- Sabiduría: “Predicamos a un Cristo crucificado... sabiduría de Dios ” (1ª
Corintios, I, 23-24).
- Libertad: “Para la libertad nos hizo libres Cristo” (Gálatas, V, 1).
- Comunidad: Del corazón abierto por la lanza brota el agua del bautismo y la
sangre de la eucaristía, signos de la Iglesia, según muchos Padres de los
primeros siglos cristianos.
- Vida eterna: Pues la cruz es la puerta hacia la resurrección de Cristo y de
todos los que son miembros de su cuerpo místico.