Año Santo de la Cruz - Sinodoiglesiaenasturias.org

30
engastadas en los circulitos finales y una piedra mayor destaca en el centro de cada
semicírculo. Cerca del borde, se despliegan en hilos de oro los cuatro textos de la
inscripción que recuerdan los temas constantes: dedicación, maldición del robo,
fecha y texto donde proclama su papel de salvación del bueno y victoria sobre el
enemigo. Esta cruz flamea en la bandera de Asturias y aparece en gran cantidad de
monumentos. En las historias del arte es considerada como una de las piezas más
valiosas de la orfebrería occidental de la primera Edad Media.
9. REFLEXIÓN FINAL
Esta meditación sobre la cruz y su celebración ha terminado mirando a las
dos cruces, guardadas tantos siglos en la Cámara Santa de la Catedral de Oviedo.
En muchas ocasiones son llamadas 'joyas', lo cual puede sugerir que suponen una
riqueza económica. Con frecuencia, voces, tan atrevidas como indocumentadas,
sacan a colación “las riquezas de la Iglesia”. A lo largo de casi dos milenios de
existencia la Iglesia católica ha creado y conservado un patrimonio ingente de
documentos, libros y obras de arte. Esto no es ajeno a su esencia de institución que
prolonga hasta el final de los tiempos la obra salvadora de Jesucristo. La Iglesia ha
sido cauce de salvación para incontables millones de personas. Pero esta obra se
ha realizado en unas sociedades concretas y con personas singulares, donde la fe
se fue expresando en formas sensibles y también intelectuales. Por ello, desde su
mismo comienzo hubo muchos artistas y pensadores que, desde su fe,
desarrollaron un acerbo de pensamiento y arte que es hoy un inmenso tesoro de
contenido espiritual-cultural. No existe otra institución en el mundo que conserve
una herencia semejante, a pesar de las agresiones destructoras de guerras y
desamortizaciones.
Sin embargo, esta riqueza no es evaluable en términos monetarios, aunque
hoy su atractivo turístico mueva multitudes, y eso genere actividad económica
productiva en beneficio de las comarcas donde estén presentes. Podríamos citar
ejemplos en España o en Asturias, pero no hay espacio. En el caso de las 'joyas'
ovetenses, el valor de sus elementos componentes en dinero es muy pequeño. El
profesor Carlos Cid escribió en 1997 un libro sobre ellas, donde afirma que el
precio de su oro y sus piedras alcanza “unos pocos miles de pesetas”. Es decir, el
patrimonio artístico o bibliográfico presente en la Iglesia no se puede evaluar bajo
un criterio económico, sino religioso, porque son obras nacidas del sentimiento
creyente, la mayor parte de las veces usando materiales humildes. Sí que puede
ser estudiado con criterios científicos o artísticos, porque responde a tiempos y a
estilos concretos, susceptibles del juicio científico y de la crítica estética.
Igualmente este acerbo tiene otro mérito: el de conservarnos el mejor testimonio
de la vida y sentimientos de las personas que en cada momento lo fueron creando.