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40<br />
náuseas. Finalmente alcanzó su cuaderno y<br />
escribió “somnum” en él. Esperaba que el gólem<br />
entendiera el mensaje. Agarró una piedra<br />
cercana, arrancó la hoja de papel entera<br />
y envolvió con ella la piedra.<br />
– ¡Tío! –gritó lastimosamente Adam, y le<br />
lanzó la piedra en la dirección donde estaba<br />
Angus.<br />
El arqueólogo se giró y al ver el papel lo<br />
entendió todo. Se apresuró a coger la piedra.<br />
Cuando la agarró, el gólem le tiró al suelo de<br />
un empujón. Angus se dio la vuelta en el suelo.<br />
La criatura iba lanzarle el golpe final con<br />
los dos brazos, así que se lanzó hacia la cara<br />
del gólem e introdujo el papel en su boca.<br />
Un aullido salió de nuevo de su garganta,<br />
y los dos escoceses esperaron intranquilos algún<br />
movimiento mientras un silencio sepulcral<br />
reinaba en la caverna. Tras unos minutos,<br />
los dos respiraron aliviados.<br />
Angus se acercó a ver a su sobrino. Le palpó<br />
el pecho, en busca de heridas graves.<br />
– Creo que te has roto unas costillas. Tenemos<br />
que ir a un hospital, por si tienes alguna<br />
hemorragia interna. Con suerte, la muchacha<br />
seguirá ahí fuera con el caballo. –Angus<br />
cogió el brazo izquierdo de Adam, se lo pasó<br />
por encima del hombro y le ayudo a levantarse–.<br />
Vamos.<br />
– Pero harán preguntas en el hospital.<br />
¿Qué les vas a decir?<br />
–La verdad, rapaz. Aunque creo que la parte<br />
del gólem no se la van a creer.<br />
– ¿Qué ha pasado con lo de que un pueblerino<br />
te quitara el mérito?<br />
– Lo que menos me preocupa ahora es<br />
quién se lleva la gloria.<br />
Caminaron lentamente hacia la salida en<br />
silencio. Pese al orgullo que sentía Adam por<br />
haber sido capaz de descubrir cómo derrotar<br />
al gólem, sentía una profunda tristeza al<br />
pensar que las aventuras con su tío habían<br />
llegado a su fin.<br />
– ¿Qué vas a hacer ahora, tío?<br />
– Pues mientras mejoras lo suficiente para<br />
poder coger el avión de vuelta a Londres, escribiré<br />
una carta al Museo Británico sobre<br />
DIEGO FDEZ. VILLAVERDE<br />
<strong>Ánima</strong> <strong>Barda</strong> - Pulp Magazine<br />
nuestro descubrimiento, otra a tu madre suplicándola<br />
que no me mate –Angus soltó una<br />
carcajada, arrancando una sonrisa a Adam–<br />
y haré un poco de turismo por la isla. Dicen<br />
que hacen una buena ginebra por aquí.<br />
– ¿Y luego?<br />
– Me volveré a Atenas, claro.<br />
De nuevo se hizo el silencio. Adam estaría<br />
en el hospital unas dos semanas, y después<br />
volvería a su aburrida rutina en Oxford. Angus<br />
se fijó en su tristeza<br />
– ¿Sabes? Me han llegado rumores de un<br />
templo egipcio escondido en algún lugar del<br />
Alto Nilo. Mientras preparo el papeleo, la documentación<br />
y el Museo me da permiso, puede<br />
pasar un año. ¿Te apetecería venir conmigo<br />
el verano que viene?<br />
– ¡Me encantaría! –dijo entusiasmado<br />
Adam–. Leeré toda la mitología egipcia que<br />
pueda durante este año, por si nos ataca un<br />
hombre escorpión o algo así.<br />
Sobrino y tío se rieron escandalosamente.<br />
Las perspectivas de Adam mejoraron bastante.<br />
Sólo quedaban doce meses para su siguiente<br />
aventura. No se había acabado este<br />
verano y ya estaba deseando que llegara el<br />
siguiente.