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winnicott, donald - obras completas.pdf

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norteamericanos en esas dos experiencias, que son una sola desde el punto de vista de la conducta total. De ser<br />

así, ello tendría una gran influencia sobre el manejo de la crueldad personal y el impulso de controlar de cada<br />

alemán: le provocaría una mayor necesidad de actuar en el presente la crueldad y la esclavización que los<br />

norteamericanos actuaron al esclavizar a los negros y continúan actuando a través de la gran emancipación.<br />

La libertad es fuente de tensión para la personalidad total del individuo; deja a éste sin recursos cuando cree<br />

que lo persiguen. Lo deja sin más excusa lógica para su ira o su agresividad que la índole insaciable de su<br />

voracidad. Y no tiene a nadie que le dé o le niegue el permiso de hacer lo que quiera; en otras palabras, que lo<br />

salve de la tiranía de una conciencia severa. No es sorprendente, por lo tanto, que la gente no sólo tema a la<br />

libertad, sino también a la idea de la libertad y al hecho de otorgarla.<br />

Que se le diga lo que tiene que hacer le proporciona a un hombre un gran alivio y sólo le exige mostrar<br />

veneración por el que manda. En este momento estamos permitiendo que el señor Churchill y algunos<br />

miembros de su gabinete nos digan lo que debemos hacer, de un modo tan absurdo que sólo puede explicarse a<br />

partir del supuesto de que estábamos hartos de la libertad y anhelábamos un período de esclavitud. En el caso<br />

del comercio, por ejemplo, se han inventado normas y reglamentaciones que por su complejidad resultan<br />

incomprensibles para el pequeño comerciante. Al principio éste se siente molesto, luego receloso, y algunos de<br />

los mejores se ven llevados gradualmente a abandonar la actividad o sufren un colapso físico o mental. Lo<br />

mismo ocurre en muchas otras áreas. Sin duda esto tiene cierto valor a causa de su crueldad y estupidez, a las<br />

que los seres humanos asignan una importancia que sólo es superada por la de la libertad. Al asociar la libertad<br />

con la paz y la esclavitud con la guerra y el esfuerzo bélico, hemos alcanzado una situación muy favorable, que<br />

sin embargo depende de la oportuna circunstancia de que alguien nos haga la guerra. A condición de que se<br />

nos instigue a luchar cada dos o tres décadas, en apariencia somos capaces de disfrutar de la práctica de la<br />

democracia y la experiencia de la libertad.<br />

Es poco frecuente encontrar a un individuo que sea libre y se sienta libre, que sea capaz de asumir la<br />

responsabilidad de sus actos y pensamientos sin frustrarse en exceso, es decir, sin inhibir su excitación. Tanto<br />

la inhibición corno el desenfreno son fáciles y pueden conseguirse a bajo costo cediendo la responsabilidad a<br />

un líder idealizado o a un principio, pero el resultado es siempre un empobrecimiento de la personalidad.<br />

Dado que la libertad debe ser impuesta a quienes son capaces de recibirla, es necesario que alguien con visión<br />

la valore y demuestre a la gente que vale la pena luchar y morir por ella; y esto debe ocurrir una y otra vez,<br />

generación tras generación. Los mártires de Tolpuddle conquistaron la libertad para su propia generación, no<br />

para los gremialistas de todas las épocas. Por sí mismo, el amor a la libertad no engendra la libertad. Y el<br />

hecho de que los hombres que padecen esclavitud amen la idea de la libertad no significa que vayan a amar la<br />

libertad cuando sean libres. Como es sabido, su primer contacto con la libertad los paraliza; temen lo que<br />

podrían hacer con ella. Luego se adaptan, lo que significa que en mayor o menor grado renuncian a ella.<br />

Es difícil sentirse libre, y no menos difícil conceder la libertad a otros. El período bélico no sólo nos<br />

proporciona un alivio temporario de la tensión de ser libres, sino que también da a los dictadores la<br />

oportunidad de encumbrarse. Hay dictadores por todos lados, y a menudo hacen cosas estupendas que no se<br />

podrían haber logrado por la vía parlamentaria. Cuando existe acuerdo sobre los objetivos, la ejecución es una<br />

simple cuestión de eficiencia. ¿Les agradará a esos hombres el fin de. la guerra y se resignarán a dar un paso al<br />

costado y permitir el amanecer de un nuevo día democrático?<br />

Se nos dice que la guerra se está librando por la libertad y creo que algunos de nuestros líderes pueden alcanzar<br />

este magno objetivo. Estamos renunciando a una parte de nuestra libertad tan grande como al señor Churchill<br />

de tanto en tanto le parece necesario. Esperemos que nuestros líderes sean de aquellos que, una vez ganada la<br />

batalla, pueden sentirse libres y tolerar la libertad de los demás.<br />

La democracia es el ejercicio de la libertad, y el gobierno parlamentario es el intento de hacer posible la<br />

libertad a través de la disposición de los individuos a tolerar que sus opiniones sean desestimadas si son<br />

derrotados en una votación. Esta disposición a abstenerse de imponer las propias opiniones si no se obtiene el

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