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Escucha pequeño hombrecito - Indymedia Argentina

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No es eso lo que intento hacer, <strong>pequeño</strong> <strong>hombrecito</strong>, no estoy ridiculizando tu misión. Me daría mucha alegría si me<br />

contradijeras, si me dieses pruebas de que eres capaz de mirarte y reconocerte.<br />

Es necesario que des pruebas, el mismo tipo de pruebas que se exigen de un albañil cuando construye una casa; tiene<br />

que ser visible y habitable. No tienes derecho de berrear que alguien te lesiona la honra cuando afirma que él apenas<br />

discursa sobre la "misión de construir casas" sin realmente construir algo. Del mismo modo te exijo que pruebes ser el<br />

apóstol y el soporte del futuro de la humanidad. Deja de usar cobardemente las consignas de "la honra de la nación" o<br />

del "proletariado" para esconderte -para mi ya has mostrado lo que realmente eres.<br />

Tal como te decía, aquí te dejo. La reflexión de muchas noches sin dormir me llevó a la necesidad de hacerlo. Tus<br />

futuros jefes de todos los proletarios son menos complicados. Hoy en día son tus líderes, mañana los encontrarás<br />

produciendo mecánicamente copias para algún periódico desconocido y serán capaces de hacer lo que sea para<br />

continuar desempeñando cualquier cargo. Cambian de convicción como quien cambia de camisa. Yo no, sigo<br />

estimándote y preocupándome por tu destino. Pero una vez que eres incapaz de respetar cualquier cosa o persona que<br />

te es cercana, es necesario crear entre nosotros cierta distancia. Serán tus bisnietos los herederos de mi trabajo. Y por<br />

ellos esperaré hasta el fin, con tal de poder gozar de mis frutos, tal como durante treinta años lo esperé de ti. Tú,<br />

mientras tanto, continuabas berreando: "abajo el capitalismo" o "abajo la constitución norteamericana".<br />

Ven conmigo, <strong>pequeño</strong> <strong>hombrecito</strong>, te voy a mostrar unos cuadros de tu vida cotidiana. No huyas. Serán odiosos, pero<br />

saludables y todo no es tan terriblemente peligroso. Hace cien años, aprendiste a parlotear a los físicos que construían<br />

máquinas y te decían que el espíritu no existía. Surgió entonces un gran hombre que te demostró tu propio<br />

funcionamiento psíquico, sólo que desconocía la conexión entre tu espíritu y tu cuerpo. Dijiste entonces: "¡Ridículo<br />

psicoanálisis! ¡Charlatanería! Se puede analizar la orina, pero no se puede analizar la psique humana".<br />

Dijiste esto porque en materia de medicina, poco sabías, no más allá del análisis de la orina. La lucha por el espíritu<br />

duró aproximadamente cuarenta años. Conozco bien tus confusiones de esa lucha, porque las compartí en tu nombre.<br />

Descubriste entonces que se podía ganar mucho dinero con las perturbaciones de la mente humana. Basta con hacer<br />

que un enfermo venga diariamente, durante una hora, a lo largo de algunos años, y que esa hora la pague bien.<br />

Entonces, y sólo entonces, comenzaste a creer en la existencia del espíritu mientras, concomitantemente, se iba<br />

consolidando el conocimiento de tu cuerpo. Descubrí que tu espíritu es una función de tu energía vital; esto es, en<br />

otras palabras que existe una unidad entre el cuerpo y el espíritu. Esta fue la línea de reflexión que seguí, llegando a la<br />

conclusión de que expandes esa energía vital siempre que te sientes bien y efectivamente seguro, y que la retraes<br />

hacia adentro de tu propio cuerpo siempre que tienes miedo. Durante quince años te mantuviste silencioso en cuanto al<br />

contenido de esas conclusiones. Lo que no me impidió seguir por la misma vía y descubrir que esta energía vital, a la<br />

cual le di el nombre de "ORGÓN", se encuentra también presente en la atmósfera, fuera de tu cuerpo; conseguí volverla<br />

visible en la oscuridad y montar un aparato capaz de amplificarla y volverla luminosa, mientras tú jugabas a las cartas<br />

o te entretenías torturando a tu mujer y a tus hijos; yo permanecí varias horas por día durante largos años, en mi<br />

cámara oscura, intentando cerciorarme que había realmente aislado tu energía vital. Gradualmente encontré la forma<br />

de demostrarlo a otros y se pudo constatar que les era posible ver lo mismo que yo.<br />

Pero tú, en tu calidad de médico creyente de que lo psíquico es apenas una secreción de las glándulas endocrinas, te<br />

aprestaste a afirmar a uno de mis enfermos recuperados que mi suceso terapéutico fue apenas un resultado de la<br />

"autosugestión". O sufriendo como sufres de dudas obsesivas y fobias relacionadas con la oscuridad, afirmas en relación<br />

de los fenómenos que acabas de observar que también ellos se deben a la "sugestión", o que te sientes como salido de<br />

una sesión espiritista. Eso crees, <strong>pequeño</strong> <strong>hombrecito</strong>. En 1946 utilizabas las mismas reflexiones absurdas sobre el<br />

"alma" que en 1922 utilizabas para negarle la existencia. Continúas siendo lo mismo, <strong>pequeño</strong> <strong>hombrecito</strong>. En 1948<br />

continuarás, con el ánimo ligero, ganando dinero con el orgón y difamando con ligereza, sofocando en el silencio e<br />

intentando destruir cualquier otra verdad tal como lo hiciste con el descubrimiento de lo psíquico y de la energía<br />

cósmica. Permanecerás siendo el mismo, <strong>pequeño</strong> <strong>hombrecito</strong>, "lleno de espíritu crítico", berreando "¡VIVA!" a este y<br />

aquél. ¿Te acuerdas de lo que dijiste del descubrimiento de que la tierra no es inmóvil sino que gira en sí misma y se<br />

mueve en el espacio? No tuviste otra respuesta sino la del chiste estúpido de que a partir de entonces, los vasos<br />

pasarían a caer de las charolas de los criados. Fue hace algunos siglos de modo que ya lo olvidaste. Todo lo que sabes<br />

de Newton es que "le cayó una manzana en la cabeza"; todo lo que sabes de Rousseau es que preconizaba "el retorno a<br />

la naturaleza". La única cosa que aprendiste con Darwin fue "la supervivencia de los más aptos" y no tus orígenes como<br />

primate. De Fausto de Goethe, que tanto te agrada citar, aprendiste tanto como un gato entiende de matemáticas.<br />

Eres estúpido y vanidoso, vacío y payaso, <strong>pequeño</strong> <strong>hombrecito</strong>. Siempre encuentras la forma de desvirtuar lo esencial y<br />

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