Capítulo Final - The Philadelphia Church of God

pese a estar acosado por la controversia,
permaneció como una figura popular
entre el público israelí. En las elecciones
de 2001, él derrotó al titubeante Barak
hasta convertirse en primer ministro
desde una plataforma de dureza contra
el terrorismo. Una vez en el cargo, él fue
directamente manos a la obra: tomando
retaliación contra los ataques terroristas
palestinos, el gobierno de Sharon asesinó
a más de 3.500 palestinos, incluyendo
varios líderes terroristas de importancia.
Pero la presión internacional sobre
Sharon para que encendiera de nuevo el
proceso de paz creció. Sharon se unió a
varias discusiones sobre el asunto, y hasta
otorgó ciertas concesiones negociadas
tales como la liberación de prisioneros
árabes de cárceles israelíes.
Sin embargo, en retrospectiva, parece
que el antiguo guerrero solamente estaba
intentando mantener alejados de su espalda
a los extranjeros: él nunca creyó que
se pudiera comprar la paz con los árabes.
Él comprendió que las negociaciones serían
infructuosas. En un momento dado,
Ariel Sharon decidió que, en vez de pelear
o negociar, el problema demandaba una
aproximación enteramente diferente:
simplemente levantarse y resolverlo.
Aquí es cuando la barrera de seguridad
de Israel comenzó a ascender, y fue diseñada
la evacuación de la Franja de Gaza.
A medida que Sharon imponía estas
estrategias unilaterales, los amigos y
aliados comenzaron a apartarse de él; sin
embargo, él sobrevivió a varias mociones
de censura y repetidamente consiguió el
apoyo parlamentario que necesitaba con
el fin de continuar. Sharon llegó a estar
cada vez más convencido de la necesidad
de una estrategia unilateral, una que definiría
la fronteras israelíes sin la cooperación
Palestina. Él buscó primero sacar
a los israelíes de las áreas ya fuertemente
pobladas por árabes, que eran por lo
tanto difíciles de defender; luego buscó
fortificar las porciones que quedaban de
Israel; después intentó terminar el muro
de seguridad y llamó “estado” Palestino
a todo lo que quedara fuera.
Los miembros de su propio partido no
estaban tan convencidos. Así que finalmente,
Sharon acabó totalmente con el
panorama político al abandonar el partido
Likud y fundar uno nuevo, Kadima.
En hebreo significa “hacia delante”.
Pero en realidad significa, temerario.
El carácter indomable de Sharon y su
fuerte empuje gravitacional atrajo hacia
el nuevo partido a prominentes políticos
de todo el espectro; así como a una fila
M U N D O O R I E N T E M E D I O
considerable de votantes desesperados
por una solución y dispuestos a acoger
lo desconocido.
Este fue un ejemplo verdaderamente
notable de la necesidad de liderazgo por
un pueblo, de cualquier índole, con tal
que fuera fuerte. Porque la multitud
acudiendo a Kadima tuvo que ignorar
el fracaso completo de su política central
revolucionaria cuando les fue evidente,
sólo tres meses antes, en realidad de
carne y hueso, uno de los desastres más
espectaculares en la historia israelí.
Retirada
Sharon lanzó la idea de sacar a 9.000
judíos de sus asentamientos en la Franja
de Gaza y el norte de Cisjordania como
una fuerte decisión estratégica con el
propósito de fortalecer la seguridad de
Israel y asegurar la superioridad demográfica
judía.
Los palestinos lo vieron de modo
diferente: como una grandiosa victoria
para el terrorismo.
Una encuesta de opinión pública
combinada palestino-israelí mostró
que un 71 por ciento de los palestinos
califica la retirada israelí de Gaza como
un triunfo de su lucha armada. Para los
árabes, 400 ataques en Gaza durante los
últimos cinco años valieron la pena.
¿Estaban equivocados? ¿Puede alguien
creer que Israel hubiera entregado
territorio conquistado a su enemigo si
en los 4 años previos no hubieran sido
asesinados 1.200 de su pueblo?
En palabras del Hamás, en un pendón
en el centro de la Ciudad de Gaza en uno
de los muchos mítines y marchas de victoria
por la retirada, “Cuatro años de sacrificio
superan 10 años de negociaciones”.
Ciertamente, Hamás ganó en grande
en Gaza. Acumuló la mayor parte del
crédito, en la mente de los palestinos,
por asegurar la retirada de Israel. Gaza
fue el golpe más grande de la campaña
de Hamás; quizás el mayor factor singular
que lo propulsó al protagonismo en
las elecciones palestinas tan solo cuatro
meses después.
“Ahora, después de la victoria en la
Franja de Gaza, trasladaremos la lucha
a Cisjordania y luego a Jerusalén”, dijo
en aquel entonces Mahmud Zahar, líder
de Hamás en la Franja de Gaza. “Ni la
liberación de la Franja de Gaza, ni la de
Cisjordania o incluso Jerusalén nos bastará.
Hamás proseguirá la lucha armada
hasta la liberación de todas nuestras tierras.
Nosotros no reconocemos al Estado
de Israel o su derecho de retener ni un
6 TROMPETA DE FILADELFIA JULIO 2006
centímetro de Palestina. Palestina es un
territorio islámico que pertenece a todos
los musulmanes” (Jerusalem Post, 17 de
agosto, 2005).
Tanto como inflamó el sentimiento
extremista entre los palestinos, la retirada
de Gaza también vino con beneficios estratégicos.
Con las instalaciones militares
israelíes desmanteladas y con la ausencia
de sus tropas en la Franja de Gaza, los
terroristas aprovecharon la oportunidad
para inundar el área desde el vecino Egipto,
y traer con ellos sus armas, incluyendo
cientos de misiles antiaéreos, proyectiles
antitanques y componentes para bombas.
Ellos comenzaron de inmediato a usar la
Franja como campo de lanzamiento para
ataques con misiles, que desde entonces
han continuado a paso firme. (El ejército
de Israel dice que esto no es problema
puesto que el 90% o más de ellos no dan
contra blancos judíos. Evidentemente
considera el porcentaje restante un “riesgo
aceptable” por el beneficio de facultar a
Hamás para que cumpla su sueño de vivir
al lado de los judíos).
Aunque aparentemente se necesitó de
la retirada de Gaza para demostrar esto,
no es exactamente alta ciencia saber que
cuando Israel se retira, los extremistas
avanzan.
Todo el fiasco desmintió otra declaración
que Olmert hizo en aquel discurso
en New York en junio pasado (en el que
manifestó su cansancio de “ganar”): que
el retiro de Gaza “traerá más seguridad,
más tranquilidad, mucha más prosperidad,
y mucha alegría para toda la gente
que vive en Oriente Medio”. Los hechos
demostraron precisamente lo opuesto.
La retirada no le trajo a los judíos ni una
pizca más de seguridad, ni tranquilidad.
En lugar de ello, rasgó el corazón de los
judíos que desplazó, quienes habían dedicado
sus vidas a defender su patria. Pareció
traer algo de alegría a las decenas de
miles de árabes que danzaron en las calles
gritando “Hoy Gaza, mañana Jerusalén”,
pero eso puede no haber sido exactamente
lo que Olmert tenía en mente.
Fue con esta dolorosa historia detrás
de ellos que los israelíes se apilaron con
Kadima; el partido comprometido con
ir “hacia delante” desmantelando unilateralmente
cualquier ruina que quedara
de la voluntad de Israel por sobrevivir.
Hacia atrás
El primer punto de la agenda nacional
de Kadima, publicado en noviembre pasado,
fue: “La nación israelí tiene derecho
nacional e histórico a la totalidad de