nº 217 Marzo 2013.pdf - Apuntes de la Sierra

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El primer día de luna llena, tras el equinocio de primavera, se celebraba el final del
invierno, la partida de la época oscura del año y se daba la bienvenida al renacimiento
Aunque se dice que fueron extintos
por los romanos y más tarde por los
cristianos, lo cierto es que los secretos
druídicos jamás se han perdido, sólo hay
que saber dónde encontrarlos. Son hechos
que la Historia no nos cuenta, pero
mientras exista una fuerza que los una,
permanecerán vivos. En la actualidad, la
cultura celta vive con fuerza y con orgullo
y su movimiento se extiende por todo el
mundo, nutriendo con su alegría y
sabiduría. Ser celta no depende de la raza
o del lugar en el que se nazca sino que es
una forma de sentir la fuerza vital que hay
en la naturaleza y en cada uno de nosotros.
Entusiastas y degustadores de los
placeres de la buena mesa, del vino y de la
corma (cerveza de trigo mezclada con miel),
hacían banquetes en tiempos de paz
mientras los bardos tocaban sus liras y
cantaban canciones sobre trágicos amores
y héroes muertos en combate. Comían con
los dedos y utilizaban un puñal para trinchar
las carnes (cerdo, jabalí, vaca o buey).
Jugaban al “fidchell” (parecido al ajedrez),
admiraban la artesanía experta y las hazañas
intelectuales como, por ejemplo, exhibir una
prodigiosa memoria. A pesar de que su
ideal era una sociedad heroica, vivían como
prósperos ganaderos o agricultores.
La palabra celta viene del griego keltoi
(gran familia). Vivían en grandes grupos
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o clanes y, aunque no tenían unidad
política, compartían creencias religiosas,
organización social e idioma común. Eran
valientes guerreros y trabajadores del
metal, poseyendo un rico y variado
folklore. Aportaban a los demás pueblos
una sólida unidad cultural.
Formaban aldeas situadas en zonas
elevadas para facilitar la defensa. Las chozas
eran redondas y con tejado pajizo, con un
hogar (fuego) en el centro cuyo humo
tenía salida por el techo. Las viviendas se
agrupaban de acuerdo con el parentesco
que tenían sus ocupantes y alrededor
formaban cúmulos de tierra que ayudaban
a frenar los vientos y a protegerse.
Los alimentos se almacenaban
en pequeñas y precarias
construcciones en los
laterales de las casas.
Hacían construcciones
religiosas fuera de las
aldeas: dólmenes,
trilitos, menhires...
Los bardos
tocaban sus liras y
cantaban
canciones sobre
trágicos amores y
héroes muertos en
combate
La esencia de la cultura celta
se encuentra en la naturaleza
El culto se oficiaba de noche, a la luz de
la luna, y los ritos más importantes
estaban relacionados con los
cambios de estaciones, es decir, con
los solsticios y equinocios
Aunque se dice que fueron extintos por los romanos y más tarde
por los cristianos, lo cierto es que los secretos druídicos jamás se han
perdido, sólo hay que saber dónde encontrarlos
Se dedicaban a los movimientos
del sol y de la luna, eran como
observatorios astronómicos.
Regían el ciclo de las estaciones
y realizaban un calendario que
ayudaba a los campesinos, tanto
en las cuestiones agrícolas como
en la domesticación del ganado.
Más tarde, muchos de ellos se
convirtieron en lugares sagrados
funerarios (ej. Stonehenge).
El número “3” era para ellos
sagrado y el más importante, ya
que todo lo realmente importante
en esta vida forma grupos de 3. La
trinidad de algunos dioses, el ciclo de la
vida (nacimiento, muerte, reencarnación),
los elementos del universo (tierra, agua,
aire). En la mayoría de sus símbolos está
representado; por ejemplo, en el trisquel
hay tres brazos unidos en un punto central:
mañana, tarde y noche; pasado, presente
y futuro; infancia, madurez, vejez. El
caldero representa tres verdades
espirituales: crea con la certeza de que lo
que haces es perfecto, la divinidad te ha
confiado una semilla de posibilidad y con
ella los dones para realizarla; conf ía en
que estás en el camino correcto y síguelo
a pesar de los obstáculos, siempre que no
dañes a nadie (ni siquiera a ti mismo); el
poder viene de dentro y hay que trabajar
tanto con las leyes físicas como con las
espirituales (con ellas, no contra ellas).
La mujer celta superaba en derechos
y status a las griegas y romanas. Recibía
la misma educación cultural y espiritual
que el hombre: compartían juegos,
aprendizaje de oficios y el arte de la guerra.
Participaba activamente en la vida social
a todos los niveles: hablaba en público, iba
a la guerra, cuidaba de la familia, campos
y ganado, era artesana, sanadora... Poseía
un alto grado de dignidad, era fuerte,
Cada árbol simbolizaba una virtud: olivo (equinocio de otoño), roble (equinocio de
primavera), abedul (solsticio de verano) y haya (solsticio de invierno)
Formaban aldeas situadas en zonas elevadas para
facilitar la defensa. Las chozas eran redondas y con
tejado pajizo
luchadora, voluntariosa y alegre. Muy
femenina y seductora, gozaba de gran
libertad y se podía convertir en “una
sirena encantada” en los lances amorosos.
Cuidaban mucho de su higiene y
aspecto personal, no en vano fueron los
celtas los que inventaron el jabón. Ellas, en
sus mejores prendas de vestir se cosían
campanitas o cascabeles en los bajos para
llamar la atención y alejar las bajas
frecuencias. El ruido que emitían
manifestaba movimiento, actividad, alegría,
trabajo y victoria sobre el impulso que
consideraban más bajo: la indolencia. Ellos
también se ponían muchos adornos y un
collar característico. Les gustaban las joyas
y cuidaban sus fragancias, que elaboraban
con plantas y frutos del bosque.
Consideraban que amar da la felicidad
y que el cuerpo es la morada del espíritu.
El dolor, la tristeza, la soledad, el odio, el
resentimiento, los celos, el remordimiento
y todo lo que pudiera
ensombrecer el brillo de sus
ojos lo desechaban en el acto.
Era un pueblo orgulloso de
ser portador de abundancia
y felicidad. Según ellos,
“portaban la fuerza del jabalí
y la sabiduría del unicornio”.
Los druidas era el estrato
de mayor influencia y poder.
Sabían leer y escribir griego y
latín (como los antiguos
sacerdotes egipcios), pero
optaron por dejar por vía oral,
en hermosos versos, la crónica
de la existencia de su pueblo. Ellos no creían
en los documentos escritos, su tradición
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