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Diario Jorge Fox - Instituto ALMA

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DIARIO DE JORGE FOX 341<br />

tizante, celebrando el día veinticuatro una gran reunión en un<br />

pajar. La presencia viviente del Señor fue con nosotros y<br />

con las gentes, ¡Bendito sea Su santo nombre eternamente!<br />

Los amigos de por aquellos lugares no habían celebrado antes<br />

reunión alguna. Después de esto, pasando por muchos caminos<br />

cenagosos y pantanos encharcados, atravesamos el río Wicomico,<br />

llegando a casa de Jaime Jones, Amigo y magistrado de la<br />

paz, donde celebramos una grande y gloriosa reunión. ¡ Alabado<br />

sea el Señor Dios! Después, cruzando el río en un bote,<br />

montamos a caballo, cabalgando como unas veinticuatro<br />

millas, a través de bosques y de molestos pantanos, hasta<br />

llegar a casa de otro juez, donde celebramos otra gran reunión<br />

a la que acudió mucha gente del mundo, alguna de alto rango; y<br />

la presencia viviente del Señor fue con nosotros. ¡ Alabado<br />

sea eternamente Su santo nombre! Fue esto el día tres del<br />

Primer mes de 1672-3, celebrando el día cinco otra reunión<br />

viviente y gloriosa, a la que asistieron varios jueces con sus<br />

mujeres, y mucha otra gente del mundo, de modo que hicimos<br />

muy buena labor para el Señor. ¡Bendito sea Su sagrado<br />

nombre! Asistió a esta reunión una mujer, que vivía en<br />

Anamessicks, que, durante muchos años, había padecido<br />

trastornos mentales, llegando a pasar, hasta dos meses<br />

seguidos, sentada dormitando, sin apenas hablar a nadie ni<br />

pensar en nada. Cuando lo supe, me impelió el Señor a ir a<br />

verla para decirle que la salvación había llegado a su casa.<br />

Después que le hube hablado la palabra de Vida y hube<br />

intercedido con el Señor para conseguir su salud, se curó,<br />

yendo con nosotros a las reuniones, de un lado para otro;<br />

estando bien desde entonces. ¡ Bendito sea el Señor!<br />

Acabada nuestra misión, por aquellos lugares, el día siete<br />

nos fuimos de Anamessicks, y, recorriendo unas cincuenta<br />

millas en barco, llegamos a la casa de una mujer simpatizante,<br />

en el río Honga. Tuvimos muy mal tiempo durante el viaje,<br />

corriendo grandes peligros, pues poco faltó para que el bote no<br />

naufragase, perdiendo yo mi capa y mi sombrara, que después<br />

recuperamos con gran esfuerzo; si bien que, por la buena<br />

providencia de Dios, salimos de todo sanos y salvos. ¡Loado<br />

sea Su nombre! Celebramos en aquel lugar una reunión,<br />

estando, entre la concurrencia, dos papistas, un hombre y una<br />

mujer; él dio pruebas de ser muy piadoso y ella se convenció<br />

de la Verdad. No fue esta reunión tan numerosa como lo

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