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Acequias 51 - Torreón - Universidad Iberoamericana

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portada<br />

Reyes fRente a la<br />

tRagedia:<br />

del doloR a la cReación<br />

JAIMe MUÑoZ VArGAS<br />

Jamás he ocultado, ni ocultaré, mi simpatía<br />

por la obra de alfonso reyes. No soy, como<br />

pocos en este país, especialista alfonsino, pero<br />

a lo largo de veinte años he vuelto una y otra<br />

vez, sin sistema, por el solo imán del afecto, a sus<br />

demasiados libros, a esas incontables páginas<br />

donde siempre he hallado al erudito amable,<br />

al escritor sin lunares estilísticos, al “caballero de<br />

la voz errante”, como lo llama adolfo Castañón,<br />

él sí un alfonsinista consumado. He complementado<br />

el afecto por la trayectoria de reyes<br />

con mi fetichismo bibliográfico, que es el único<br />

fetichismo que me permito ejercer. tengo tres<br />

tomos con su firma en el colofón, y entre otras<br />

tengo las primeras ediciones de Cuestiones<br />

gongorinas (Espasa-Calpe, 1927), La antigua<br />

retórica (1942), que por cierto cuidó directamente<br />

daniel Cosío Villegas, y poco a poco,<br />

sin buscarla, he conseguido buena parte de su<br />

correspondencia con escritores y diplomáticos,<br />

además de varios ensayos sobre su obra.<br />

por supuesto, en ese océano de papeles<br />

hay cardúmenes de palabras a los que regreso<br />

cada que ando con la cabeza como desatada<br />

por el estrés de los problemas que siempre picotean<br />

el alma. reyes tiene la virtud de aplacarme<br />

con su discreción (en el sentido arcaico de<br />

la palabra) y su saber. tras leer a reyes siempre<br />

obtengo lo que quiero: paz, calma y la extraña<br />

y saludable sensación de que aprendí algo sin<br />

forzaduras ni regaños. Más que un erudito, reyes<br />

era (es) un sabio, el maestro que enseña con<br />

gesto bondadoso y no cree que la letra con<br />

sangre deba entrar.<br />

Uno de los textos que más le aprecio y he<br />

releído cada vez que puedo es “oración del 9<br />

de febrero”. Se trata, como sabemos, de una<br />

memoria sobre su relación con el general Bernardo reyes,<br />

su padre, quien murió el 9 de febrero de 1913, frente<br />

a palacio nacional, en la refriega que dio arranque a la<br />

decena trágica que luego de otras muertes y traiciones<br />

derivó en la presidencia abyecta de Victoriano Huerta y<br />

el asesinato de Madero. reyes fechó su escritura en Buenos<br />

aires, del 9 de febrero de 1930 al 20 de agosto de<br />

ese mismo año, o sea, terminó su escritura “el día que [su<br />

padre] había de cumplir sus 80 años”. pasados 17 años,<br />

ya con muchos cargos diplomáticos, kilómetros y libros<br />

de por medio, el polígrafo vuelve a encarar, ahora por<br />

escrito, el más amargo recuerdo de su vida: la muerte<br />

violenta, en una acción absurda, de su padre, lo que necesariamente<br />

lo lleva a reflexionar sobre su condición de<br />

escritor en aquellas agitadas aguas, sobre su elección del<br />

trabajo creador frente a las posibilidades de la venganza,<br />

por legítimas o ilegítimas que fueran. “oración…” es,<br />

por ello, un documento fundamental para entender el<br />

pensamiento alfonsino ulterior a 1913, la clave mediante<br />

la cual, a mi parecer, accedemos al propósito más activo<br />

en el espíritu del regiomontano.<br />

Entre otros, Emmanuel Carballo y adolfo Castañón<br />

han destacado la importancia de la muerte de Bernardo<br />

reyes en la obra de su hijo. “El 9 de febrero de 1913 dejó<br />

en la vida y en la obra de alfonso reyes una huella que<br />

no borrarían sus dilatados años”, dice Carballo. La crónica<br />

de esos días terribles para la patria colocó al escritor<br />

en un lío mucho antes de la decena trágica: ¿cómo conciliar<br />

sus necesidades de sosiego para el estudio con la<br />

agitación violenta, tan cercana a su apellido, que se vivía<br />

en el país? Si consideramos los hechos que se mueven<br />

alrededor de reyes en aquel momento, creo advertir,<br />

entre otros, emmanuel Carballo y Adolfo Castañón<br />

han destacado la importancia de la muerte de<br />

bernardo reyes en la obra de su hijo<br />

<strong>Acequias</strong> <strong>51</strong> Primavera 2010 Ibero <strong>Torreón</strong><br />

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