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El Mercenario

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»¡Y nuestra nación sangra! ¡Sangra por un millar de heridas! ¡Oh pueblo de América,<br />

escúchame! ¡Sangra por las llagas de esos hombres y de su CoDominio!<br />

»Dicen, que si abandonamos el CoDominio, eso significará la guerra. Yo rezo a Dios<br />

porque no sea así, pero si lo es... bueno, éstos son tiempos difíciles. Muchos de nosotros<br />

moriremos, ¡pero moriremos como hombres! Hoy, nuestros amigos y aliados, los pueblos<br />

de Hungría, de Rumania, los checos, los eslovacos, los polacos, todos ellos gimen bajo la<br />

opresión de sus amos comunistas. ¿Y quién los mantiene así? ¡Nosotros! ¡Nuestro<br />

CoDominio!<br />

»¡Nos hemos convertido en amos de esclavos! ¡Más vale morir como hombres de<br />

verdad!<br />

»Pero eso no sucederá. Los rusos no combatirán jamás. Son blandos, tan blandos<br />

como nosotros lo somos, su Gobierno está infestado por las mismas corrupciones que el<br />

nuestro. ¡Pueblo de América, óyeme! ¡Pueblo de América, escucha!<br />

Grant dio una orden suavemente y la Tri-V se apagó sola. Un panel de madera se<br />

deslizó por sobre la pantalla apagada y Grant habló de nuevo.<br />

<strong>El</strong> escritorio se abrió para ofrecerle una botellita de leche. No había nada que pudiera<br />

hacer por su úlcera, a pesar de los avances de la ciencia médica. <strong>El</strong> dinero no era<br />

problema, pero nunca hallaba el tiempo para la cirugía y las semanas con los<br />

estimuladores de regeneración.<br />

Ojeó los papeles que había sobre su escritorio. La mayor parte eran informes, con las<br />

tapas rojas de Seguridad, y Grant cerró los ojos por un momento. <strong>El</strong> discurso de Harmon<br />

era importante y probablemente afectaría las próximas elecciones. Ese hombre se está<br />

convirtiendo en una molestia, pensó Grant.<br />

Debería de hacer algo al respecto.<br />

Apartó la idea con un estremecimiento. En un tiempo, Harmon había sido su amigo.<br />

¡Dios!, ¿a qué hemos llegado? Abrió el primer informe.<br />

Había habido una pelea en la convención de la Federación Internacional del Trabajo.<br />

Tres muertos, y los muy pensados planes para la reelección de Matt Brady puestos en<br />

peligro. Grant volvió a hacer una mueca y bebió más leche. La gente de Información le<br />

había asegurado que aquello sería fácil.<br />

Escarbó en los informes y descubrió que los responsables eran tres de los jóvenes<br />

cruzados de Harvey Bertram. Habían colocado micrófonos en la suite de Brady y el muy<br />

idiota no había tenido mejor idea que hacer tratos en su habitación. Ahora, la gente de<br />

Bertram tenía suficiente información sobre corrupciones como para prender el fuego de la<br />

indignación de los delegados en una docena de convenciones.<br />

<strong>El</strong> informe acababa con una recomendación de que el Gobierno dejase de ayudar a<br />

Brady y concentrase su apoyo en MacKnight, que tenía una buena reputación, y cuyo<br />

dossier en el edificio de la CÍA estaba abultado por la información. MacKnight sería fácil<br />

de controlar. Grant asintió para sí y firmó en la hoja de orden de actuación.<br />

Lo lanzó a la bandeja «Alto Secreto: Salidas» y lo contempló desvanecerse. No había<br />

caso en perder tiempo. Luego se preguntó qué le pasaría a Brady. Matt Brady había sido<br />

un buen miembro del Partido Unido. ¡Malditos fueran los hombres de Bertram!<br />

Tomó el siguiente dossier, pero antes de que pudiera abrirlo entró su secretaria. Grant<br />

alzó la vista y sonrió, satisfecho de su decisión de no caer del todo en la electrónica.<br />

Algunos ejecutivos se pasaban semanas sin ver a sus secretarias.<br />

—Su cita, señor —le dijo ella—. Y es la hora de su tónico para los nervios.<br />

<strong>El</strong> gruñó: «Ni hablar de eso», pero dejó que le sirviese un vasito de aquella cosa con<br />

sabor a rayos, se lo tragó, y se quitó el mal sabor con leche. Luego miró a su reloj, pero<br />

no era necesario: la señorita Ackridge sabía el tiempo que se tardaba en llegar a cada<br />

oficina de Washington. No habría tiempo de empezar otro informe, lo que le parecía a<br />

Grant de maravilla.

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