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143 La Promesa de Dios Establecida en Su Pacto de la Circuncisión Aún es Efectiva para Nosotros<br />

agua y el Espíritu nos permite ser circuncidados<br />

espiritualmente, concediéndonos convertirnos en<br />

hijos de Dios, sin tener este cimiento definitivo, la<br />

Palabra de Dios puede llegar a nosotros solo como<br />

conocimiento intelectual.<br />

Es por eso que las enseñanzas espirituales de los<br />

siervos nacidos de nuevo pueden ser entendidas y<br />

disponibles solo para aquellos que básicamente creen<br />

en el evangelio del agua y el Espíritu. En otras<br />

palabras, solo aquellos que han nacido de nuevo por<br />

el agua y el Espíritu pueden escuchar y entender la<br />

Palabra de Dios. Cuando conocemos gente que,<br />

siendo ignorantes del evangelio del agua y el Espíritu,<br />

afirman haber nacido de nuevo solo a través de la<br />

sangre de la Cruz, aunque dicen que todos creemos<br />

en el mismo Dios. A pesar de eso se siente como si<br />

estuviéramos hablando de un Dios totalmente<br />

diferente. ¿Quién es el Dios verdadero aquí? El Dios<br />

verdadero es el Dios que dio Su Palabra a Abraham.<br />

Dios prometió a Abraham y a sus descendientes,<br />

“Así estará mi pacto en vuestra carne como pacto<br />

perpetuo” (Génesis 17:13). ¿Dónde está la señal que<br />

nos dice que hemos recibido la remisión de los<br />

pecados? Es encontrada en nuestros corazones.<br />

Creyendo en el bautismo de Jesucristo con nuestro<br />

corazón, nos hemos convertido en los hijos de Dios,<br />

cuyos corazones han recibido la circuncisión<br />

espiritual creyendo en el evangelio verdadero. Nos<br />

convertimos en Sus hijos creyendo en nuestro<br />

corazón que el Señor fue bautizado debido a nuestros<br />

pecados, y para tomar estos pecados de nosotros y<br />

llegar a ser espiritualmente circuncidados.<br />

Es por nuestra fe en esta verdad que hemos<br />

pasado todos nuestros pecados sobre Jesucristo, y<br />

Jesús, a cambio, cargó estos pecados a la Cruz, fue<br />

crucificado en nuestro lugar, se levanto de entre<br />

los muertos de nuevo y así nos ha salvado de todos<br />

nuestros pecados. En otras palabras, es por fe que<br />

hemos llegado a ser hijos de Dios. Es por fe que<br />

estamos sin pecados. ¿Entonces, tenemos más<br />

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