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pdf - Ateneo de Madrid

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o en SMo; observadores muy distintos<br />

<strong>de</strong> los <strong>de</strong> este tarumba planetilla<br />

nuestro, a quienes se les supone una<br />

mentalidad no muy distinta <strong>de</strong> la<br />

nuestra, pero que saben ver lo que<br />

nosotros no acertamos a ver!<br />

Aún hay quien sigue hablando <strong>de</strong><br />

la revolución filosófica originada por<br />

ia Física relativista y, sobre todo, por<br />

la Física cuántica, afirmando que el<br />

principio <strong>de</strong> I<strong>de</strong>ntidad, el <strong>de</strong> causalidad<br />

y el <strong>de</strong> contradicción han volcado<br />

en la gran curva <strong>de</strong>l espacio y se<br />

han roto la crisma. Aún hay quien<br />

cree que la Física cuántica y relativista<br />

traerán no solamente una nueva<br />

or<strong>de</strong>nación <strong>de</strong>l mundo, sino una<br />

sustantiva recomposición <strong>de</strong>l pensamiento<br />

y la fiilosofía. Porque el electrón<br />

es a la vez onda y corpúsculo,<br />

se ha inferido, con toda seguridad,<br />

que el principio <strong>de</strong> contradicción no<br />

rige en nuestro pensamiento, y que<br />

dicho principio duerme <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> él,<br />

como un gusano en el fondo <strong>de</strong> una<br />

col. Igual conclusión se podrían obtener<br />

<strong>de</strong> otros hecho análogos. Por<br />

ejemplo, puesto que el aceite es a la<br />

vez laxante y alimento, es que nuestro<br />

pensar admite ambas cosas y, por<br />

tanto, nuestro pensar está regido por<br />

la contradicción. Luego el principio<br />

<strong>de</strong> no contradicción no rige en el<br />

mundo <strong>de</strong>l aceito vegetal. Por un proceso<br />

mental análogo se ha <strong>de</strong>ducido<br />

que, puesto que Heisenberg asegura<br />

que no hay modos <strong>de</strong> averiguar el<br />

lugaír y el momento exactos <strong>de</strong> un<br />

electrón cuando se conoce su velocidad,<br />

es que ha <strong>de</strong>jado <strong>de</strong> tener vigencia<br />

el principio <strong>de</strong> causalidad, y que<br />

no son las causas, sino el azar más<br />

caótico lo que reina en el Universo,<br />

por lo menos en el pequeño universa,<br />

en el llamado Microcosmos, pues en el<br />

gran<strong>de</strong>, en el Macrocosmos, todavía<br />

se lleva 1 el rigodón <strong>de</strong> los astros con<br />

un poquito <strong>de</strong> corrección, reverencia<br />

y ceremonia, gracias al principio general<br />

<strong>de</strong> la causalidad, que es la que,<br />

por lo visto, aún rige por aquellos<br />

reinos.<br />

La ciencia <strong>de</strong>l siglo pasado negaba<br />

la libertad <strong>de</strong>l hombre, para afirmar<br />

que todo estaba sujeto, <strong>de</strong>terminada<br />

y aun fatalizado por leyes físicas. La<br />

ciencia última <strong>de</strong> nuestros días niega<br />

el <strong>de</strong>terminismo, a veces, lo mismo en<br />

los átomos que en los astros, en los<br />

seres vivos y en los que no lo son;<br />

pero niega también la libertad <strong>de</strong>l<br />

hombre. Es más; se llega a admitir<br />

en serio la «libertad <strong>de</strong> elegir <strong>de</strong> los<br />

electrones», pasando <strong>de</strong> una órbita a<br />

otra, <strong>de</strong> una constelación atómica a<br />

otra, que les es más simpática. Perí<br />

se niega la libertad humana. Por lo<br />

visto, lo único que está claro es que<br />

el hombre no es libre, que el hombre<br />

es un animal o un pedrusco, pero con<br />

una diferencia: que los electrones animales<br />

o minerales son libres, y el<br />

hombre no sabe r>or dón<strong>de</strong> se anda,<br />

pues no tiene libertad ni nada que se<br />

le parezca. No hay un <strong>de</strong>terminismo<br />

causal rígido y fatalizante en los ato*<br />

mos <strong>de</strong>l universo; pero el hombre no<br />

por eso es libre, como lo es el átomo<br />

y el astro y el electrón.<br />

El reino <strong>de</strong> la libertad en los electrones<br />

se llama azar o causalidad pura.<br />

La «causalidad» —dicen— no existe.<br />

Pero existe la «casualidad». Y uno<br />

se pregunta ingenuamente: ¿es posible<br />

concebir y llamar ciencia a un<br />

saber que se apoya en in<strong>de</strong>terminaciones<br />

y casualida<strong>de</strong>s? ¿No será que<br />

la inteligencia <strong>de</strong>l hombre científico<br />

<strong>de</strong> hoy se está reblan<strong>de</strong>ciendo y reviniendo<br />

<strong>de</strong> una secreta voluntad <strong>de</strong><br />

caos, y quiere hallar el caos en el universo,<br />

cuando sólo está en su cabeza?<br />

;Ah, mi querido señor —replica<br />

sonriente o malhumorado el científico<br />

<strong>de</strong> hoy— , es que la ciencia <strong>de</strong> hoy hasta,<br />

para el azar y ía casualidad tiene sus<br />

leyes, <strong>de</strong> modo que resultan el azar y<br />

la casualidad muy obedientes y domesticados!<br />

Son, amigo mío, las leyes estaaisticas,<br />

las leyes <strong>de</strong> los gran<strong>de</strong>s<br />

números, que usted, por lo visto, en<br />

su mucha ignorancia, <strong>de</strong>sconoce. Verá<br />

usted qué sencillo <strong>de</strong>scubrimiento.<br />

Usted, por ejemplo, no sabe cuántos<br />

españoles van a morir en España pasado<br />

mañana. Es natural que no lo<br />

sepa usted. Pero la ciencia sí lo saba<br />

y se lo pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>cir. Disponemos <strong>de</strong><br />

unas tablas en las que consta los que<br />

han muerto en el mundo en cada uno<br />

<strong>de</strong> lo® cien, <strong>de</strong> los doscientos años ultimóse<br />

Hallamos el promedio por año,<br />

y vemos el cociente que esto da. Y<br />

tendremos el promedio <strong>de</strong> los que<br />

han muerto por año en todo el mundo.<br />

Como la muerte no entien<strong>de</strong> <strong>de</strong><br />

nacionalida<strong>de</strong>s ni tiene preferencia,<br />

sino por los pueblos más haraganes<br />

y menos higiénicos (aunque tampoco<br />

ha <strong>de</strong> tomarse en cuenta este factor,<br />

porque ya todos los pueblos <strong>de</strong> Euro-?<br />

pa son aproximadamente iguales en<br />

higiene), si repartimos el número <strong>de</strong><br />

los que han muerto por año entre las<br />

naciones, según su población, tendremos<br />

el número <strong>de</strong> los que mueren<br />

anualmente en España. Basta ahora<br />

dividir ese resultado por trescientos<br />

sesenta y cinco días, y tendremos,<br />

aproximadamente siempre, el número<br />

<strong>de</strong> los que mueren por día y, por tanto,<br />

<strong>de</strong>ben morir pasado mañana, salvando<br />

los imprevistos <strong>de</strong> epi<strong>de</strong>mia,<br />

guerras, catástrofes, etc. Y aun ese<br />

mismo imprevisto epi<strong>de</strong>mias, catástrofes,<br />

etc., pue<strong>de</strong> ser calculado <strong>de</strong> antemano<br />

si contamos con tablas en que<br />

se recogen los acci<strong>de</strong>ntes <strong>de</strong> esa clase<br />

que se han producido en los últimos<br />

mil o dos mil años. Todo es azar,<br />

señor mío; pero todo es previsible y<br />

calculable gracias a las leyes estadísticas,<br />

dice rematando el científico.<br />

—Muy bien —dice el hombre ingenuo<br />

—; pero con eso no se averigua<br />

el número <strong>de</strong> los que han <strong>de</strong> morir<br />

pasado mañana, sino en un día cualquiera,<br />

y mucho menos quiénes han<br />

<strong>de</strong> morir, pues a mí me convendría<br />

saber cuándo me voy a morir y cuándo<br />

se va a morir cada uno <strong>de</strong> los<br />

míos: mi padre, mi esposa, mi hijo...<br />

Y a eso la ciencia le respon<strong>de</strong> a<br />

usted que es usted una calamidad sin<br />

remedio, que no tiene usted espíritu<br />

científico y que por eso no hay modo<br />

<strong>de</strong> dialogar con usted científicamente.<br />

Esto recuerda aquella broma que<br />

cuenta Tomás Hardy. Se habían reunido<br />

unos cuantos diplomáticos, y<br />

<strong>de</strong>cidieron matar unos pollos. Pero<br />

como eran gentes <strong>de</strong>mocráticas, no<br />

podían acometer el sacrificio <strong>de</strong> las<br />

'aves sin consultarles previamente su<br />

opinión sobre e! caso. Un representante<br />

<strong>de</strong> los diplomáticos bajó al gallinero<br />

y consultó a los pollos:<br />

— Señores pollos: uste<strong>de</strong>s dirán cómo<br />

quieren ser guisados mañana.<br />

Pero los pollos contestaron, tras rápida<br />

<strong>de</strong>liberación, que no querían ser<br />

guisados <strong>de</strong> ninguna manera; que era<br />

preferible que los diplomáticos comieran<br />

otras viandas- y no precisamente<br />

pollos. Pero los diplomáticos, ya molestos,<br />

contestaron:<br />

— Os estáis saliendo <strong>de</strong> la cuestión.<br />

No hay modo <strong>de</strong> dialogar diplomáticamente<br />

con vosotros,<br />

• Pero los científicos aún contestarán<br />

al hombre ingenuo que las leyes estadísticas<br />

y su eficacia son una realidad<br />

que está ahí a la vista <strong>de</strong> todos.<br />

Basta ver que con leyes estadísticas<br />

operan las compañías <strong>de</strong> seguros<br />

y, apoyándose en tablas <strong>de</strong> mortalidad,<br />

os ofrecen sus pólizas <strong>de</strong> contrato,<br />

Y esas compañías se integran<br />

no <strong>de</strong> hombres i<strong>de</strong>alistas o fantásticos,<br />

sino <strong>de</strong> capitalistas y financieros,<br />

que saben lo que se pescan. A ello<br />

opone el hombre ingenuo que, antes<br />

<strong>de</strong> hacer el contrato <strong>de</strong> seguro <strong>de</strong> vida,<br />

las compañías mandan reconocer<br />

a sus clientes, para prever en cada<br />

caso «no estadísticamente, sino en cada<br />

caso», si alguno está dispuesto a<br />

morirse por su cuenta, en cuyo caso<br />

la compañía no admite la suscripción<br />

<strong>de</strong> la póliza. Y aun así, aun tomando<br />

medidas nada estadísticas, ocurre a<br />

veces que hay compañías que se arruinan<br />

porque se han muerto más asegurados<br />

que los que permiten sus leyes<br />

estadísticas y sus tablas <strong>de</strong> mortalidad.<br />

Estadísticamente aparece el<br />

principio <strong>de</strong> incertidumbre <strong>de</strong> Hetsenberg,<br />

que no nos pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>cir dón<strong>de</strong><br />

se encuentra un electrón en un momento<br />

dado, cuando conocemos su velocidad.<br />

F«tad!sticamente hay que resolver<br />

el resultado <strong>de</strong> la ecuación <strong>de</strong><br />

BchrÜdinger, s!n que sepamos si el<br />

electrón «s onda o corpúsculo, y cómo<br />

opera en un campo. Lo que no<br />

sabemos e« dón<strong>de</strong> está el electrón,<br />

y no otro, ni ai ©1 campo <strong>de</strong><br />

onda o <strong>de</strong> corpúsculo nos da la naturaleza<br />

<strong>de</strong> Ja constitución <strong>de</strong>l átomo,<br />

que es lo que andamos buscando. Lo<br />

que no sabemos es quién va a morirse<br />

pasado mañana, que es lo que interesa<br />

al hombre y tal vez a las compañías<br />

<strong>de</strong> •seguros.<br />

Reina eí azar, y las leyes estadísticas<br />

sirven para saber aproximadamente,<br />

a ojo <strong>de</strong> buen cubero, lo que<br />

está ocurriendo en el mundo. Con leyes<br />

estadísticas la ciencia está perdiendo<br />

su control sobre el Universo,<br />

aunque ní>s quiera hacer creer otra<br />

cosa. " ^<br />

Creo que <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> reconocer noblemente<br />

y con profunda gratitud tordos<br />

los servicios prestados por la Física<br />

(olvidando incluso —y ya es olvidar—<br />

los servicios y malas «faenas»<br />

que Xa Ciencia está Jugando también<br />

a la Humanidad con sus hallazgos atómicos),<br />

es hora ya <strong>de</strong> que empecemos<br />

a per<strong>de</strong>r respeto a la ciencia físico-matemática,<br />

ese respeto que todos<br />

procesamos, un poco supersticiosamente,<br />

por sus fórmulas y su lenguaje,<br />

y <strong>de</strong>scubramos con sencillez la<br />

indtgpicía mental <strong>de</strong> muchos sabios<br />

que se ponen a hablar <strong>de</strong> filosofía, <strong>de</strong><br />

problemas filosóficos, no ya sin hallar<br />

soluciones —pues en filosofía hay pocas<br />

«soluciones —, sino sin haber intentado<br />

un <strong>de</strong>coroso planteamiento, es<br />

<strong>de</strong>slr, sin sospechar qué es lo que tienen<br />

<strong>de</strong> problemas.<br />

Ya veremos algunos ejemplos.<br />

II<br />

LA .CIEN<br />

Quiero insistir y <strong>de</strong>jar certificado<br />

que no niego ni <strong>de</strong>sconozco el hercúleo<br />

esfuerzo que los teóricos <strong>de</strong> la<br />

Física y la Matemática han hecho para<br />

lograr importantes hallazgos científicos,<br />

pero que rechazo con claridad,<br />

con sencillez y sin iracundia sus muchas<br />

veces frivolas y alocadas aseveraciones<br />

filosóficas. Y digo esto no<br />

porque las nuevas teorías físicas no<br />

tengan repercusiones en el pensamiento<br />

filosófico, sino porque esas repercusiones<br />

han <strong>de</strong> ser registradas y certificadas<br />

por cabezas finas <strong>de</strong> filósofos<br />

y no por los propios físicos, los<br />

cuales no siempre están en condiciop&3<br />

<strong>de</strong> conocer eí alcance filosófico<br />

<strong>de</strong> aquellas repercusiones. Comparto<br />

el punto <strong>de</strong> vista <strong>de</strong>l gran filósofo español<br />

Xavier Zubiri, cuando <strong>de</strong>cía hablando<br />

sobre cuestiones análogas a<br />

ésta: «En la crisis que a la nueva Física<br />

se plantea, cualquiera que sea su<br />

solución, no se trata <strong>de</strong> UK problema<br />

interno <strong>de</strong> la Física, ni <strong>de</strong> un problema<br />

<strong>de</strong> lógica o teoría <strong>de</strong>l conocimiimto<br />

físico; se trata, en última instancia,<br />

<strong>de</strong> un problema <strong>de</strong> antología <strong>de</strong><br />

la Naturaleza.»<br />

Dos cuestiones nos tocan hoy para<br />

comentar: las concepciones que <strong>de</strong> la<br />

Filosofía tienen algunos físicos <strong>de</strong> hoy<br />

y el estilo <strong>de</strong> ,ese saber físico, que.<br />

poniéndose <strong>de</strong> espaldas a la Naturalesa<br />

y el mundo experimental, se empeña<br />

en <strong>de</strong>sarrollar en un encerado<br />

unas cuantas ecuaciones que <strong>de</strong>ben<br />

llevar, como mágicas redomas, todo<br />

eí saber <strong>de</strong>l Universo y sus leyes.<br />

La Física contemporánea empezó<br />

afirmando que asi como Copémico vino<br />

a contra<strong>de</strong>cir Ja imagen sensorial,<br />

ingenua, <strong>de</strong>l mundo, imagen que hacía<br />

creer a los sentidos que el Sol<br />

se mueve diariamente <strong>de</strong> Oriente a<br />

Occi<strong>de</strong>nte, en torno a la Tierra inmóvil,<br />

así la Física <strong>de</strong> hoy, tanto la<br />

cuántica como la relativista, viene a<br />

darnos un concepto <strong>de</strong>l Universo que<br />

casi siempre está en pugna con la<br />

imagen sensorial que el hombre ingenuo<br />

tiene <strong>de</strong> él. Por eso la Física, por<br />

boca <strong>de</strong> Einstein y Max Planck, como<br />

sus más egregios representantes, han<br />

proclamado un neokantismo riguroso<br />

para compren<strong>de</strong>r la imagen física <strong>de</strong>l<br />

Universo. Otros físicos se han ncmbrado<br />

a sí mismos hegelianos, o i<strong>de</strong>alistas<br />

en general, sin renunciax por<br />

eso al conocer experimental <strong>de</strong>l Universo.<br />

La cosa sorpren<strong>de</strong> un poco,<br />

porque eí pensamiento filosófico kantiano<br />

es poco apto para la invest'ga.ción<br />

experimental, ya que <strong>de</strong> antemano<br />

<strong>de</strong>clara no conocer bien, sino las<br />

propias categorías que proyecta sobre<br />

el mundo en torno. Del mismo modo<br />

la dialéctica hegeliana supone que la<br />

realidad, así <strong>de</strong> la Naturaleza como<br />

<strong>de</strong> la Historia, brota como proceso <strong>de</strong><br />

la i<strong>de</strong>a que se está realizando. Pero<br />

cuando los físicos <strong>de</strong> hoy se califican<br />

como <strong>de</strong> una escuela u otra en Filosofía,<br />

no parecen tener una i<strong>de</strong>a muy<br />

clara <strong>de</strong>l fundamento y posición <strong>de</strong><br />

la escuela misma.<br />

Max Planck. que .en todas sus visiones<br />

<strong>de</strong> teórico sabe ver realida<strong>de</strong>s,<br />

aunque contradigan su pensamiento<br />

intelectual, dice en su «Autobiografía»<br />

que siempre se sintió kantiano;<br />

pero el <strong>de</strong>scubrimiento <strong>de</strong> la discontinuidad<br />

cuántica <strong>de</strong> la energía, hecho<br />

que ha venido a revolucionar toda la<br />

física <strong>de</strong> la materia, <strong>de</strong>muestra que<br />

es todo lo contrario (!e un kantiano<br />

lo -que nos hace pensar en la escasa<br />

familiaridad que <strong>de</strong>bió tener con el<br />

pensamiento <strong>de</strong> Kant. En cambio, el<br />

matemático y metafísico inglés Whitehead<br />

resultó hegeliano sin saberlo,<br />

según confesó él mismo, como confesó<br />

no haber leído jamás a Aristóteles.<br />

El físico Max Born ha dicho en.<br />

un libro que su preparación filosófica<br />

«no pasa <strong>de</strong> un poco <strong>de</strong> sentido común<br />

afinado por lecturas esporádicas».<br />

Y, sin embargo^ está convencido,<br />

y así lo <strong>de</strong>clara, <strong>de</strong> que la Física<br />

da el conocer <strong>de</strong>cisivo <strong>de</strong> las cosas en<br />

sí mismas; es <strong>de</strong>cir, que la Física es<br />

tanto como una filosofía. Tamb'én<br />

Ramsperger, <strong>de</strong> la Universidad <strong>de</strong><br />

Wiscosin, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> una postura neopositiva<br />

engolada se pone a hacer filosofía<br />

<strong>de</strong> la ciencia-, y hay que ver qué<br />

cosas dice. Y eso que empieza reconociendo<br />

que se pue<strong>de</strong> hacer ciencia<br />

sin hacer filosofía, conío se piie<strong>de</strong> alcanzar<br />

a conocer algo muy bien sin<br />

tener por eso una teoría <strong>de</strong>l conocimiento.<br />

Y, sin embargo, son esos físicos<br />

los que, llevados <strong>de</strong> su engreimiento,<br />

están dispuestos a enseñar a<br />

la Filosofía su temática, su técnica y<br />

su camino, mostrando <strong>de</strong> vez en cuando<br />

una vaga y no dulcificada conmiseración<br />

hacia los filósofos. Así, por<br />

ejemplo, Arturo Eddlngton pronunció<br />

una conferencia en Ta Sociedad Matemática<br />

<strong>de</strong> Londres en enero <strong>de</strong> 1932.<br />

Esa conferencia fue recogida por la<br />

gran revista científica inglesa «Nature»,<br />

y <strong>de</strong> ella la tomó la española<br />

«Revista <strong>de</strong> Occi<strong>de</strong>nte». En sus palabras<br />

se pronuncia a favor <strong>de</strong> un in<strong>de</strong>terminismo<br />

en los fenómenos <strong>de</strong>l<br />

Universo, proclamando que

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