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pdf - Ateneo de Madrid

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RECU<br />

M F R<br />

R<br />

"DIARIO<br />

ESULTA curioso comprobar que eJ<br />

hombre apenas goza <strong>de</strong> las cosas<br />

en el momento en que las vive; necesita<br />

<strong>de</strong>l recuerdo para darles plenitud.<br />

Tampoco tiene conciencia <strong>de</strong>l valor <strong>de</strong><br />

algo concreto si no lo pier<strong>de</strong>, y sólo al<br />

recuperarlo lo aprecia <strong>de</strong> nuevo. Por<br />

eso, el hombre necesita <strong>de</strong> la repetición<br />

tanto o más que <strong>de</strong> la variedad, a la<br />

que se ha llamado, con evi<strong>de</strong>nte exceso,<br />

sirena <strong>de</strong>l mundo. Efectivamente, creemos<br />

que no se pue<strong>de</strong> gozar <strong>de</strong> las cosas,<br />

no se pue<strong>de</strong> extraer su secreto, aqnel<br />

secreto que tenga para nosotros —el<br />

cual, por otra parte, es inagotable—,<br />

sin que una y otra vez las experimentemos<br />

y las tratemos.<br />

El ejemplo amoroso nos parece claro.<br />

Creer, por ejemplo, que Don Juan es<br />

un gozador <strong>de</strong> mujeres resulta quizá<br />

tan ingenuo como negarle esta condición<br />

al hombre que haya conocido a<br />

ana sola. En verdad, este ultimo pue<strong>de</strong><br />

haber agotado, si esto es posible, la experiencia<br />

amorosa <strong>de</strong> una manera más<br />

cabal, pues ello no <strong>de</strong>pen<strong>de</strong> <strong>de</strong> lo cuantitativo.<br />

En algunos aspectos más bien<br />

resulta s! revés. Cualquier manifestación<br />

o pasióc <strong>de</strong>l hombre resulta inagotable<br />

en sí misma. El escritor necesita<br />

ahincarse en an upo concreto <strong>de</strong><br />

experiencias para estraer <strong>de</strong> elfa su<br />

posible valor.<br />

Toda experiencia tiene dos aspectos<br />

que se conjugan: hastío e interés renovado<br />

y afán <strong>de</strong> agotar aquella misma<br />

manifestación que se vive. Se quiere<br />

dominar algo a que nunca se llega, que<br />

nunca se logra por completo: obra literaria,<br />

ciencia, arte, sabiduría en cualquiera<br />

<strong>de</strong> sus aspectos».<br />

La costumbre, como apuntamos al<br />

principio, es una fuente <strong>de</strong> experiencia,<br />

ío mismo que lo es, o pue<strong>de</strong> serio, <strong>de</strong><br />

hastio hasta cierto punto negativo. Un<br />

cierto sentido <strong>de</strong> las cosas resi<strong>de</strong> precisamente<br />

en su repetición. Creer .que<br />

se nos van a dar, a entregar, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> nn<br />

principie, resulta candoroso. Per es», la<br />

figura <strong>de</strong> Bes Joan, en el ejemplo anterior,<br />

no pasa <strong>de</strong> ser una abstracción<br />

representativa dd apetito <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>nado<br />

y, en cierto aspecto. Bada mas. Ninguna<br />

experiencia válida, ningún conocimiento<br />

ni <strong>de</strong>l amor ni <strong>de</strong> la mujer, posee,<br />

en realidad. Don Joan, lo enal no<br />

le quita ni un ápice <strong>de</strong> su enorme, fabulosa<br />

significación áe mito. Don Juan<br />

irae<strong>de</strong> ££$r£sefttar stssso «los formas primarias<br />

<strong>de</strong>l instinto: el instinto <strong>de</strong>l placer<br />

elemental y el <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>n o burla<br />

<strong>de</strong> lo establecido. E nefecto; existe una<br />

especie <strong>de</strong> instinto anárquico, <strong>de</strong> formas<br />

<strong>de</strong> vida <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>nadas en algunos<br />

seres. Ambas cosas pue<strong>de</strong>n darse en<br />

edad temprana y se dan más difícilmente<br />

en la mayoría <strong>de</strong> la edad <strong>de</strong>t<br />

hombre y en la plena madurez <strong>de</strong> so<br />

espíritu.<br />

Como dijimos al principio, el hombre<br />

parece siempre victima <strong>de</strong> la imaginación,<br />

<strong>de</strong>l <strong>de</strong>seo, <strong>de</strong> la esperanza y<br />

<strong>de</strong> todo lo que le sitúa en un mundo<br />

inexistente, lejos <strong>de</strong> la única realidad<br />

que está viviendo en cada momento. El<br />

EUSEBIO GARCÍA LUENGO<br />

hombre, efectivamente, nunca parece<br />

satisfecho y está siempre como esperando<br />

algo. Y, en contrapartida curiosa<br />

y significativa, siempre a?aba también<br />

por pa<strong>de</strong>cer nostalgia <strong>de</strong> lo que<br />

tuvo en tiempo pasado y ha terminad©<br />

ya <strong>de</strong> poseer. Se nos presenta así un.i<br />

<strong>de</strong> las muchas paradojas <strong>de</strong> la existencia.<br />

Pues lo carioso es que en el momento<br />

en que se vive, pocas veces nos<br />

damos cuenta y gozamos <strong>de</strong>l encanto o<br />

<strong>de</strong> la felicidad mayor o menor que aquellos<br />

instantes nos trajeron. ¥ sólo el<br />

recuerdo lo aprecia y lo reconoce. Sol»<br />

eí recuerdo pone también or<strong>de</strong>n y claridad<br />

en aquello que aconteció y que<br />

hemos sentido y sólo por él, en cierto<br />

modo, es posible la obra literaria y, en<br />

general, toda creación <strong>de</strong>l espíritu.<br />

Si muchas vidas se consi<strong>de</strong>rasen a sí<br />

mismas, advertirían como permanente<br />

un sentimiento <strong>de</strong> provisionalidad. Ningún<br />

instaate <strong>de</strong> esas existencias ha sido<br />

gustado en cierta plenitud y meóos todavía<br />

con la conciencia <strong>de</strong> lo que aquello<br />

iba a significar ea el balance tota]<br />

<strong>de</strong> aquel <strong>de</strong>stino <strong>de</strong>terminado. Cuando<br />

pasa el tiempo, nos damos cuenta ás<br />

que incluso pudimos ser felices en alguna<br />

manera, pero la <strong>de</strong>sazón misteriosa<br />

que siempre acompaña al hombre<br />

nos lo impidió. En cualquier circunstancia,<br />

por adversa que sea, topamos con<br />

momentos fugacísimos <strong>de</strong> serenidüíi e<br />

incluso <strong>de</strong> euforia, que únicamente<br />

permanecen y se remansan cuando ya<br />

pasaron. Nos parece <strong>de</strong> mayores qne fuimos<br />

felices en la ame?, en la adolescencia<br />

o en ta juventud, y es ahora<br />

quizá cuando somos verda<strong>de</strong>ramente<br />

venturosos recordando aquellas tiempos,<br />

mientras que cuando los V-vimos <strong>de</strong><br />

verdad queríamos escapar <strong>de</strong> ellos, siempre<br />

con ansia <strong>de</strong> lo que había <strong>de</strong> venir,<br />

<strong>de</strong> futuro. £1 hombre está siempre<br />

ansioso <strong>de</strong> algo y la llamada neurosis<br />

<strong>de</strong> ansiedad es más bien ana situación<br />

permanente. La mo<strong>de</strong>rna 'filosofía existenciálista<br />

ha plantead*o~ multitud <strong>de</strong><br />

variantes <strong>de</strong> estas manifestaciones que,<br />

sin embargo, arrancan <strong>de</strong> muy atrás.<br />

-Cualquier menuda experiencia sirve<br />

al escritor para comprobar la importan,<br />

cía <strong>de</strong>l recuerdo a que venimos refiriéndonos.<br />

Pero la manera <strong>de</strong> fijar estos<br />

<strong>de</strong>talles en la memoria y <strong>de</strong> aprovecharles<br />

más tar<strong>de</strong> varía tanto acaso<br />

como varían los estilos y temperamentos<br />

literarios. Hay oo» memoria esencial<br />

qne sirve a algunos escritores a lo<br />

largo <strong>de</strong>l tiempo y que <strong>de</strong>s<strong>de</strong>ña cualquier<br />

<strong>de</strong>talle o menu<strong>de</strong>ncia concreta.<br />

Existe también lo que midiéramos llamar<br />

ana memoria cordial que fija los<br />

sentimientos primordiales y los itace<br />

perdurar a través <strong>de</strong> los años. Uno <strong>de</strong><br />

estos días pasados experimentamos una<br />

<strong>de</strong> estas vivencias, como se dice ahora,<br />

Que muchas veces <strong>de</strong>saparecen en el recuerdo,<br />

pero que par» cierto tipo <strong>de</strong> escritores<br />

tienen una importancia y fijeza<br />

<strong>de</strong>cisivas. íbamos por la calle y nos<br />

encontramos con un amigo que parecía<br />

muy <strong>de</strong>sesperado. Nos contó sus problemas,<br />

que eraa bastante parecidos 9 los<br />

<strong>de</strong> los <strong>de</strong>más, pues Ea vida siempre es<br />

igual y siempre es distinta. Charlamos<br />

y <strong>de</strong>cidimos tomar café juntos. A la media<br />

hora era otro hombre. La confi<strong>de</strong>ncia,<br />

el café, el pitillo, le habían transformado<br />

y ya sus problemas no se le<br />

presentaban tan insolnbles.<br />

Pero él 00 era seguramente cosscienie<br />

<strong>de</strong> la relativa calma <strong>de</strong> que gozaba<br />

en aquellos momentos. Y nosotros sacamos<br />

la consecuencia <strong>de</strong> que aquello<br />

mismo que preocupaba y atormentaba<br />

a nuestro amigo era lo que principalmente<br />

también le sustentaba y le justificaba,<br />

sin lo cual apenas hubiera podido<br />

pasarse. T si lo perdiera sin remedio,<br />

no había duda <strong>de</strong> que no tardaría<br />

en acordai-se <strong>de</strong> ello con añoranza.<br />

A menudo, como dijimos, el hombre<br />

vive entre el recuerdo y la esperanza<br />

y, al parecer, el presente carece para él<br />

muchas veces <strong>de</strong> sabor y <strong>de</strong> sentido.<br />

Este sentimiento se advierte macho<br />

más claramente en la poesía lírica, pero<br />

en todos los géneros literarios gravita<br />

y el escritor, en general, necesita vivir<br />

áe sus recuerdos, quizá más que nin-.<br />

gun otro hombre.<br />

Algún tipo <strong>de</strong> escritor nos recuerda,<br />

por ejemplo fácil y expresivo, a esos<br />

turistas coa aire ajetreado y fatigoso,<br />

la máquina fotográfica al hombro. Están<br />

preparando sus recuerdos, nos <strong>de</strong>cimos<br />

al contemplarlos. A muchos no<br />

Se* divierte en la vida andar <strong>de</strong> acá<br />

para allá, peí© en cualquier andanza<br />

hay, entre sinsabores y amarguras, un<br />

i esquicio, un asi<strong>de</strong>ro para la memoria<br />

grata y sabrosa. Los mismos recuerdos<br />

dolorosos toma?) otro cariz cou el paso<br />

<strong>de</strong>l tiempo. Sólo el recuerdo fija como<br />

<strong>de</strong>finitivo io que se Vivió provisionalmente,<br />

y esto no nos parece achacable<br />

a nuestra época, ya qne más bien se<br />

nos aparece como un fundamental sentimiento<br />

humano. Pasamos por la vida<br />

sin darnos cuenta muchas veces v <strong>de</strong>spués<br />

aquello que transcurrió sin significación<br />

y sin relieve —o más bien con<br />

tilos ocultos en el presente— adquiere<br />

«ñas tremendas proporciones conmovedoras.<br />

La literatura es la encargada <strong>de</strong><br />

recogerías y <strong>de</strong> hacerlas perdurar todavía<br />

más, si es posible.<br />

Con este problema, <strong>de</strong> la memoria<br />

literaria se relaciona el <strong>de</strong> los diarios,<br />

género tan peculiar y frecuente en ciertas<br />

literaturas. Po<strong>de</strong>mos preguntarnos<br />

por qué el escritor español no utiliza<br />

esa forma <strong>de</strong> memoria que representa<br />

el diario. En machas literaturas abunda,<br />

efectivamente, este género, sobre<br />

iodo en la francesa. Muchas explicaciones<br />

pue<strong>de</strong>n darse <strong>de</strong> su ausencia entre<br />

nosotros. Intentaremos algunas.<br />

Supone primeramente una <strong>de</strong>dicación<br />

estricta y específicamente literaria, que<br />

el escritor español no mantiene porque<br />

en cierto modo es una servidumbre que<br />

le amputa otras activida<strong>de</strong>s vitales a las<br />

que consi<strong>de</strong>ra más importantes o, al<br />

UNA NOVELA Y DOS<br />

ff La Fontana<br />

<strong>de</strong> Perez G<br />

La Fontana <strong>de</strong> Oro, <strong>de</strong> Pérez<br />

Galdós, aparece por primera vez en<br />

1870, para hacerlo nuevamente<br />

en 1883. Una profunda diferencia,<br />

cargada <strong>de</strong> significado, se observa<br />

entre «na y otra edición, diferencia<br />

que radies precisamente en e! <strong>de</strong>senlace,<br />

el cual, en 1883, adopta una<br />

solución nueva y extraña, totalmente<br />

distinta <strong>de</strong> la anterior. Algo<br />

ha sucedido, por tanto, en el no re*<br />

¡ista; algo <strong>de</strong> trascen<strong>de</strong>ntal importancia<br />

que ha actuado sobre su concepción<br />

estética <strong>de</strong> la novela, que<br />

ha sido capaz incluso <strong>de</strong> marcar un<br />

nuevo rumbo <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> su modo <strong>de</strong><br />

novelar. Para nosotros, esta vaTÍación<br />

es algo más que una prueba o u :a<br />

experiencia por parte <strong>de</strong>! narrador:<br />

es un paso trascen<strong>de</strong>ntal, paso que se<br />

adivinaba ya en sus obras anteriores<br />

pero que ahora se efectúa <strong>de</strong> una<br />

manera total; es el rompimiento c^i*<br />

una escuela, con una técnica, v, a<br />

JOAQUÍN GIMEN O<br />

¡a vez, la entrada en una técnica y<br />

en una escuela esencialmente distintas.<br />

Creemos que la variación <strong>de</strong> 1813<br />

manifiesta la presencia <strong>de</strong> Galdós en<br />

el movimiento naturalista. Y confrontando<br />

este hecho con la totalidad <strong>de</strong><br />

su obra veremos que guarda con ella<br />

una intima relación. Si esta edición<br />

ds La Fontana aparees en 1883,<br />

en 1881 lo haee La <strong>de</strong>sheredada;<br />

en 1882, *EÍ amigo Mansar, en 1883,<br />

El doctor Centeno: en 1886, Fortunata<br />

y Jacinta. Obras, todas ellas,<br />

fas máa earaeterístieas <strong>de</strong>l nat-uraiisino<br />

galdosia'no.-<br />

1870. PRIMERA EDICTON<br />

La Fontana <strong>de</strong> Oro es una novela<br />

política. La función <strong>de</strong>l argumento es<br />

la <strong>de</strong> presentar un período histórieo,<br />

el <strong>de</strong> 1820 a 1823. Los protagonistas,<br />

Ciara y Lázaro, por tanto, así como'<br />

sus aventuras y sus peripecias, apa-<br />

15 <strong>de</strong> septiembre <strong>de</strong> 1955

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