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Selma Lagerlöf - Edocr

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—(Mu, mu, mu/—mugía Rosa de Mayo Es una dicha que haya<br />

justicia en este mundo:<br />

—Le haré danzar sobre mis cuernos —mugía otra.<br />

—¡Mu, mu, mu! —mugían todas a la vez, sin que el muchacho<br />

pudiera entender lo que decían, porque los mugidos de una<br />

apagaban y<br />

hacían incomprensibles los de las otras.<br />

Intentó hablarles del duende; pero no lograba hacerse oir. Las<br />

vacas<br />

estaban en plena agitación. Las tres parecían desmandarse como<br />

cuando entraba en el establo un perro extraño. Lanzaban coces<br />

furiosas, agitaban sus rabos y movían sus cabezas, amenazando<br />

cornearle.<br />

El muchacho hubiera querido decirles que deploraba el haber sido<br />

tan malvado con ellas, que se arrepentía para siempre y que no<br />

volvería<br />

a hacerles nada si accedían a decirle dónde estaba el duende; pero<br />

las<br />

vacas armaban tal alboroto y se agitaban tan violentamente, que<br />

tuvo<br />

miedo de que llegaran a soltarse, y juzgó que lo más prudente era<br />

salir<br />

del establo.<br />

Ya en el corral, se sintió muy descorazonado al darse cuenta de<br />

que<br />

nadie se mostraba dispuesto a ayudarle a hallar al duende.<br />

Además,<br />

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