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Dafnis Y Cloe O Las Pastorales De Longo - Historia Antigua

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Anonimo<br />

<strong>Dafnis</strong> Y <strong>Cloe</strong> O <strong>Las</strong> <strong>Pastorales</strong> <strong>De</strong> <strong>Longo</strong><br />

y avutardas, con lo cual, a par que se recreaban, proveían su mesa. Y si algo<br />

necesitaban aún, lo tomaban de los campesinos, pagándolo más caro de lo que<br />

valía. El pan y el vino era lo único que les faltaba, y también un sitio donde<br />

albergarse, pues no hallaban seguridad en dormir a bordo por la otoñada, y<br />

temerosos del temporal, traían de noche la nave a tierra.<br />

Un rústico de por allí había menester de una soga, rota ya o gastada la de que<br />

antes se servía para sostener en alto la piedra del husillo de su lagar; y yéndose<br />

de oculto hacia la playa, halló la nave sin quien la guardase; desató la amarra, se<br />

la llevó a su casa y la usó en dicho empleo.<br />

Por la mañana los mancebos de Metimna buscaron en balde la amarra. Nadie<br />

confesó haberla tomado. Disputaron un poco con sus huéspedes por este motivo,<br />

se embarcaron y se fueron. Navegaron treinta estadios, y llegaron a los campos<br />

donde moraban <strong>Dafnis</strong> y <strong>Cloe</strong>. Aquel llano les pareció muy a propósito para<br />

correr liebres. Y como carecían de soga o cuerda que les sirviese de amarra,<br />

entretejieron y retorcieron largas varillas de verdes mimbreras, con las cuales<br />

amarraron la nave a tierra por la alta popa. Soltaron luego los perros Para que<br />

olfatearan y levantaran la caza, y tendieron las redes en los sitios que juzgaron<br />

más adecuados. Los perros con sus ladridos y carreras espantaron las cabras, y<br />

éstas abandonaron los cerros y alcores y se vinieron hacia la mar, donde entre la<br />

arena no tenían pasto, por lo cual algunas de las más atrevidas se acercaron a la<br />

nave y se comieron la mimbre verde a que estaba amarrada. En la mar a la sazón<br />

había resaca, porque soplaba viento de tierra, de suerte que, no bien el barco<br />

quedó libre, las olas le empujaron y se le llevaron lejos. Pronto se percataron de<br />

ello los cazadores, y unos corrieron a la orilla, otros atraillaron los perros, y<br />

todos gritaron de manera que cuanta gente había en los vecinos campos acudió al<br />

oírlos, pero de nada valió su venida. El viento sopló más fuerte y se llevó -el<br />

barco con celeridad irresistible.<br />

Los de Metimna, enojados con la pérdida de tantas prendas de valor, buscaron al<br />

cabrero, y habiendo hallado a <strong>Dafnis</strong>, se pusieron a darle golpes y a desnudarle;<br />

y hasta hubo uno que, valiéndose de la cuerda con que atraillaba los perros iba a<br />

atarle las manos a las espaldas. Maltratado así <strong>Dafnis</strong>, gritó y pidió socorro a los<br />

rústicos, y sobre todo llamó a Lamón y a Dryas. Acudieron éstos, que eran dos<br />

viejos recios, con las manos endurecidas en las labores del campo, y se hicieron<br />

respetar, exigiendo que se tratase el negocio en justicia y fuesen oídas las partes.<br />

Todos se conformaron, y Filetas el vaquero fué nombrado juez, porque era el<br />

más anciano de los que allí estaban presentes, y por su rectitud famoso en<br />

aquella comarca.<br />

Los de Metimna, con claridad y concisión, plantearon así su querella ante el juez<br />

vaquero.<br />

—Vinimos a estos campos a cazar, dejamos nuestro barco junto a la orilla,<br />

amarrado con verde mimbre, y nos pusimos a ojear con los perros de caza. Entre<br />

tanto bajaron las cabras de este mozuelo a la marina, se comieron la mimbre y<br />

desataron el barco. Ya viste cómo se le llevaron las olas. ¿Cuánto crees que<br />

importa el perjuicio ocasionado? ¡Qué de trajes hemos perdido! ¡Qué de collares<br />

de perros! ¡Cuánta plata, de sobra acaso para comprar todo este terreno! Por todo<br />

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