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En ruta
El mirador del
Mediterráneo
La Serra d'Irta es una de las últimas franjas
vírgenes de cordillera mediterránea que ha
conseguido escaparse de las máquinas de
asfaltado y las edificaciones. Son quince
kilómetros de fachada litoral desde la que
contemplar el mar y la montaña del Baix Maestrat.
S
Texto Fátima Palmer Fotos Antonio Pradas
i cierras los ojos sientes
en el rostro una brisa
suave, propia de estar a 572
metros sobre el nivel del mar
y huele muy bien. Se
distingue el aroma del
romero, el tomillo y el
espliego que impregna el aire
de primera hora de la
mañana. Abres los ojos y
puedes contemplar una
alfombra negra y amarilla,
es la estepa y la aliaga que
en invierno tiñe la falda del
Monte de Campanetes. Ésta
puede ser una de las
millones de sensaciones que
ofrece la Serra d'Irta, en el
norte de Castellón, entre los
municipios de Peñíscola,
Santa Magdalena de Pulpis
y Alcalá de Xivert.
Algunos escritores,
admirados por el encanto de
este macizo montañoso, han
coincidido en bautizar la
Serra d'Irta como el Mirador
del Mediterráneo. Este paraje
natural conjuga la belleza
del mar y la montaña. Desde
sus picos más altos - Monte
de Irta (562 metros sobre el
nivel del mar), Monte
Campanetes (573 metros),
La Palma (521 metros) y La
Bota (409 metros)- se
pueden contemplar
acantilados de 40 metros de
altura que conducen a calas
de arena fina y campos de
dunas. Las rocas se asoman
desnudas en los picos pero
en las laderas la vegetación
típica mediterránea cambia
de color y anuncia así las
estaciones del año. El
palmito, el nebro y el lentisco
son propios de estas tierras,
sin dejar de lado los olivos y
los algarrobos silvestres.
De la fauna de la serra
destacan las aves que
encuentran en los
acantilados escarpados su
refugio. Muchas aves están
catalogadas en la Lista Roja
de los vertebrados de España
como el cormorán moñudo,
el águila perdicera y la
gaviota de Audouin, entre
otros muchos. Al atardecer
no es extraño observar el
revoloteo de los murciélagos
o el aleteo de más de treinta
EL DATO
La Serra d'Irta
constituye el último
parque natural
protegido por la
Generalitat Valenciana
en 2002, después de
haberse constituido
como arma de lucha de
las asociaciones
ecologistas de
Castellón.