You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
14<br />
señora, ¿no?<br />
LICAS.—¿No lo ha de ser?<br />
MENSAJERO—Pues bien: ¿a qué castigo te sujetas si te probamos que le eres desleal?<br />
LICAS.—,¿Cómo desleal? ¿Qué intrigas estás urdiendo?<br />
MENSAJERO—Yo, ninguna; tú eres el de las intrigas aquí.<br />
LICAS.—Me voy; yo he sido el necio que te he escuchado tanto tiempo.<br />
MENSAJERO—No; contesta antes brevemente a una pregunta.<br />
LICAS.—Pregunta lo que quieras; no has de restañar tu charla.<br />
MENSAJERO—La cautiva esa que has metido en casa, sabes de cuál hablo, ¿no?<br />
LICAS.—Sí; pero ¿a qué viene esa pregunta?<br />
MENSAJERO—Esa que tú miras ahora como desconocida, ¿no decías tú que es Yola, la<br />
hija de Eurito?<br />
LICAS.—,¿Yo? ¿A quiénes? ¿Quién, dónde hay nadie que pueda decir haberme oído tal?<br />
MENSAJERO—El pueblo en masa; en mitad de la plaza de Traquina te lo han oído<br />
todos.<br />
LICAS.—Sí, dirían que lo oyeron; pero una cosa es figurarse y otra probarlo con los<br />
hechos.<br />
MENSAJERO.—¿Qué figurarse? ¿No dijiste tú con juramento que esa que traías es<br />
esposa de Heracles?<br />
LICAS.—¿Yo esposa? (A Deyanira.) Por los dioses, señora, dime qué tipo de hombre es<br />
este forastero.<br />
MENSAJERO—ES uno que estaba allí, y te oyó decir que fue la pasión por esta la que<br />
destruyó la ciudad, y no la mujer lidia; no, sino el amor desenfrenado hacia esta.