Cuadernos de Investigación Educativa - Universidad ORT Uruguay
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Capítulo 5 La enseñanza <strong>de</strong> procedimientos en el laboratorio <strong>de</strong> ciencias...<br />
Eran objetivos sumamente concretos y tangibles, nos hacían sentir muy seguras, y nunca<br />
sospechamos, sino casi hasta el final <strong>de</strong>l trabajo, adón<strong>de</strong> nos iban a conducir. Pero, como dice<br />
S.J. Gould (1993), toda metodología científica <strong>de</strong> calidad <strong>de</strong>be contener “una enseñanza que<br />
se eleva por encima <strong>de</strong> todas las otras, en lo que concierne a las reglas <strong>de</strong> procedimiento”. Así<br />
que los resultados finales nos hicieron ir más allá, en un proceso <strong>de</strong> aprendizaje personal que<br />
consi<strong>de</strong>ramos fue apreciable y válido para ser compartido en esta publicación.<br />
Consi<strong>de</strong>raciones previas o la chispa inicial:<br />
Cuando intentamos reconstruir las causas <strong>de</strong> porqué elegimos trabajar sobre la enseñanza<br />
<strong>de</strong> procedimientos (o contenidos procedimentales como algunos autores los llaman), surgen<br />
respuestas en relación con una <strong>de</strong> las dimensiones <strong>de</strong>l conocimiento científico, la procedimental,<br />
muy presente en la enseñanza <strong>de</strong> las ciencias en el laboratorio. Cuando queremos justificar<br />
porqué elegimos trabajar en el laboratorio, surgen respuestas tales como: es el lugar don<strong>de</strong><br />
se enseñan procedimientos por excelencia. Nos a<strong>de</strong>ntramos en un ciclo <strong>de</strong> laboratorioprocedimientos-laboratorio<br />
que nos rememora el eterno dilema <strong>de</strong>l huevo y la gallina.<br />
En primer lugar, siempre hay una chispa inicial, que cuando inicia un incendio, la <strong>de</strong>jamos <strong>de</strong><br />
ver. Esa chispa inicial fue una inquietud que surge más bien <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el rol docente cotidiano y no<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> la postura <strong>de</strong> investigación que asumimos luego. Son “los datos no elaborados” al <strong>de</strong>cir<br />
<strong>de</strong> Goodson y Walker (1995), que pue<strong>de</strong>n contribuir a <strong>de</strong>finir o esclarecer un problema (en<br />
este caso el <strong>de</strong>l huevo-gallina, o el <strong>de</strong>l laboratorio-procedimientos). La chispa consistió en un<br />
llamado <strong>de</strong> atención sobre los gastos en equipamientos <strong>de</strong> laboratorio, bastante significativos<br />
con relación al presupuesto total <strong>de</strong> inversión <strong>de</strong> una institución educativa; dichos gastos, en<br />
proporción a los frutos, parecen poco provechosos para algunos autores y varios <strong>de</strong> nuestros<br />
colegas.<br />
Insausti y Merino (2000) afirman que los trabajos <strong>de</strong> investigación en los últimos 10 años,<br />
han mostrado un panorama pobre en en cuanto a los resultados educativos obtenidos a partir<br />
<strong>de</strong> trabajos prácticos tipo “receta”, caracterizados fundamentalmente por una falta <strong>de</strong><br />
planificación, creatividad, indagación y formulación <strong>de</strong> hipótesis por parte <strong>de</strong> los alumnos.<br />
Millar et al. (1999) afirman que, a pesar <strong>de</strong> que el trabajo práctico en ciencias es el que los<br />
alumnos afirman disfrutar más, no se logra que aprendan aquello que los docentes <strong>de</strong>sean o<br />
se han propuesto. De Pro Bueno (1995) marca la realidad <strong>de</strong> que no se ha propiciado lo<br />
suficiente el laboratorio como ámbito <strong>de</strong> enseñanza <strong>de</strong> todos los procedimientos, sino más<br />
bien aquellos menos complejos, como manipular, observar y medir.<br />
En segundo lugar, tenemos que aclarar que cuando hablamos <strong>de</strong> procedimientos o contenidos<br />
procedimentales nos estamos refiriendo no sólo a <strong>de</strong>strezas y técnicas manipulativas, sino<br />
también a aquellas estrategias <strong>de</strong> investigación y procesos cognitivos que se ponen en juego<br />
en la producción y reconstrucción <strong>de</strong>l conocimiento. Concordamos con Salgueiro (1998) en<br />
que la clasificación <strong>de</strong> los contenidos en conceptuales, actitudinales y procedimentales, es un<br />
artificio “<strong>de</strong> naturaleza pedagógica” pero en el momento <strong>de</strong> enseñar, <strong>de</strong>ben abordarse todas<br />
las perspectivas. Lo que pue<strong>de</strong> observarse en realidad durante la clase, no es una separación<br />
o una integración <strong>de</strong> los diversos tipos <strong>de</strong> contenidos todo el tiempo, sino que más bien en<br />
ciertos momentos o lugares priman unos sobre otros. La artificiosidad <strong>de</strong> dividir los contenidos<br />
en varios tipos, es una construcción intelectual que pue<strong>de</strong> ayudar a compren<strong>de</strong>r el pensamiento<br />
y el comportamiento <strong>de</strong> las personas; se ha creado para contribuir a vislumbrar los procesos<br />
cognoscitivos y conductuales, para analizar <strong>de</strong> forma fragmentada, lo que en realidad se da<br />
<strong>de</strong> manera integrada (Zabala 2000); creemos también, que es un llamado <strong>de</strong> atención sobre el<br />
riesgo <strong>de</strong> <strong>de</strong>spojar al conocimiento <strong>de</strong> las dimensiones que lo constituyen reduciéndolo, como<br />
frecuentemente suce<strong>de</strong> en las aulas, a su dimensión conceptual.<br />
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