Bajo una luna misteriosa - Punto de Lectura
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cuenta <strong>de</strong> que ya <strong>de</strong>bería haber llegado al salón <strong>de</strong> baile.<br />
Sin duda había girado mal en algún punto <strong>de</strong> aquel laberinto<br />
<strong>de</strong> pasillos. En el aire flotaba el vago rumor <strong>de</strong> <strong>una</strong><br />
música, pero no era fácil saber <strong>de</strong> dón<strong>de</strong> provenía.<br />
—No me diga que mi hijo la ha <strong>de</strong>jado sola. Me<br />
gustaría po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>cir que no es eso lo que yo le he enseñado,<br />
pero me temo que no puedo atribuirme ni méritos ni<br />
culpas en lo que a su educación se refiere.<br />
A diez pasos <strong>de</strong> distancia estaba su suegro, Kenneth<br />
Fraser. Parecía haber emergido <strong>de</strong> <strong>una</strong> <strong>de</strong> las habitaciones<br />
que se alineaban a lo largo <strong>de</strong>l corredor, aunque ella<br />
no había oído ruido alguno antes <strong>de</strong> que hablara.<br />
El frío cristal <strong>de</strong> los espejos <strong>de</strong>l pasillo les <strong>de</strong>volvía<br />
sus reflejos: un hombre <strong>de</strong> chaqueta negra y pelo encanecido,<br />
cuyo porte irradiaba po<strong>de</strong>r; <strong>una</strong> morena pálida, con<br />
un vestido plateado. Las finas facciones <strong>de</strong> Fraser mostraban<br />
su expresión habitual <strong>de</strong> regocijo burlón. En las<br />
lámparas instaladas en la pared <strong>de</strong> la izquierda se había<br />
apagado <strong>una</strong> <strong>de</strong> las velas, <strong>de</strong>jándolo mitad a la luz, mitad<br />
en penumbra. Muy apropiado. En un arranque imaginativo<br />
ella habría dicho que era, por partes iguales, Rey Sol<br />
y Príncipe <strong>de</strong> las Tinieblas.<br />
—Por nueva que sea en la sociedad londinense, señor<br />
Fraser —dijo Mélanie—, sé muy bien que marido y<br />
mujer no tienen por qué estar siempre pegados el uno<br />
al otro.<br />
—Por <strong>de</strong>cirlo suavemente. Estoy seguro <strong>de</strong> que en<br />
cualquier baile <strong>de</strong> Londres hay más intrigas <strong>de</strong> las que os<br />
hayáis podido encontrar durante todo el tiempo que pasasteis<br />
en los círculos diplomáticos <strong>de</strong>l Continente. —La<br />
miraba como si pudiera ver la carne que había bajo la ga-<br />
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