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Bajo una luna misteriosa - Punto de Lectura

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—Ah, señor Fraser —dijo Mélanie—, a veces la ignorancia<br />

es <strong>una</strong> bendición.<br />

—Es preciso hallar alg<strong>una</strong> bendición en el matrimonio.<br />

—El hombre paseó la mirada por la cara y el cuello<br />

<strong>de</strong> Mélanie, hasta posarse en un punto justo por encima<br />

<strong>de</strong> los frunces <strong>de</strong> satén plateado, en el escote <strong>de</strong>l<br />

vestido. Ella la sintió como si fuera la punta <strong>de</strong> <strong>una</strong> espada<br />

en la piel—. Le aconsejo que no abandone el salón <strong>de</strong><br />

baile, querida. Creo que le interesarán los acontecimientos<br />

que están por producirse.<br />

Después <strong>de</strong> cruzar <strong>una</strong> arcada con colgaduras <strong>de</strong> damasco<br />

azul, se encontraron en un largo salón dorado y<br />

blanco, <strong>de</strong> techo abovedado. Aquella habitación era <strong>una</strong><br />

agresión a los sentidos. El fulgor <strong>de</strong> las velas encendidas<br />

y los cristales centelleantes, la vivaz melodía <strong>de</strong> <strong>una</strong> danza<br />

campesina, el olor a perfumes, aceites y flores frescas.<br />

En la pista <strong>de</strong> baile se arremolinaban vestidos <strong>de</strong> gasa<br />

en tonos <strong>de</strong> pastel, tocados <strong>de</strong> plumas, peinados con<br />

rizos en forma <strong>de</strong> anillo y sobrias chaquetas negras o azul<br />

medianoche. Era extraño ver tan pocos oficiales <strong>de</strong> chaqueta<br />

roja, fusileros <strong>de</strong> ver<strong>de</strong> u oficiales <strong>de</strong> estado mayor<br />

<strong>de</strong> azul celeste. Mélanie recordó, con un sobresalto casi<br />

físico, que ya no estaba en Lisboa, en Viena, en Bruselas<br />

ni en París. La guerra había terminado y el peligro, supuestamente,<br />

había quedado atrás, en el Continente.<br />

Ahora su patria era ese mundo tan poco familiar. Se suponía<br />

que era seguro. Aunque así, <strong>de</strong>l brazo <strong>de</strong> su suegro,<br />

no se sentía muy segura.<br />

El marqués <strong>de</strong> Glenister, tío <strong>de</strong> Honoria Talbot, estaba<br />

apoyado contra <strong>una</strong> <strong>de</strong> las columnas, en la galería que<br />

circundaba la parte alta <strong>de</strong>l salón. Inclinaba su cabeza<br />

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