Los amiguetes del pequeño Nicolás - frances-seritium - home
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—¿Alchesches? —preguntó el señor Macho<br />
muy extrañado.<br />
—¡Quiere hacerme el favor de no hablar<br />
con la boca llena! —dijo el director.<br />
—Bueno —dijo Alcestes—, estaba comiendo<br />
un croissant cuando me llamaron.<br />
—Un crois... ¿Es que ahora se come en<br />
clase? —gritó el director—. ¡Muy bien! ¡Perfecto!<br />
¡Castigado! Ya arreglaremos más tarde ese asunto.<br />
¡Y deje su croissant en la mesa!<br />
Entonces Alcestes lanzó un gran suspiro,<br />
dejó su croissant en la mesa de la maestra, y se<br />
fue castigado a un rincón, donde empezó a comer un<br />
bollo de leche que sacó <strong>del</strong> bolsillo de su<br />
pantalón, mientras el señor Macho limpiaba el<br />
micro con la manga.<br />
—Perdóneles —dijo el director—, son muy<br />
jóvenes y algo distraídos.<br />
—¡Oh! Estamos acostumbrados —dijo el<br />
señor Macho, riendo—. En nuestra última encuesta<br />
hemos entrevistado a los cargadores <strong>del</strong> muelle,<br />
que estaban en huelga. ¿Verdad, Pedrito?<br />
—¡Qué tiempos aquellos! —dijo don<br />
Pedrito.<br />
Y después el señor Macho llamó a Eudes:<br />
—¿Cómo te llamas, <strong>pequeño</strong>? —preguntó.<br />
—¡Eudes! —gritó Eudes, y don Pedrito se<br />
quitó las cosas que tenía en los oídos.<br />
—¡No tan fuerte! —dijo el señor Macho—.<br />
Para eso se ha inventado la radio, para que te<br />
oigan muy lejos sin gritar. Bueno, empezamos otra<br />
vez. ¿Cómo te llamas, <strong>pequeño</strong>?<br />
—Bueno, Eudes, ya se lo he dicho —dijo<br />
Eudes.<br />
—No, no tienes que decir que ya me lo has<br />
dicho —dijo el señor Macho—.<br />
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