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Los artistas y la depresión Nº 2 - Gador SA

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Desde el tiempo de mi infancia no he sido<br />

como otros eran, no he visto<br />

como otros veían, no pude traer<br />

mis pasiones de una simple primavera.<br />

De <strong>la</strong> misma fuente no he tomado<br />

mi pesar, no podría despertar<br />

mi corazón al júbilo con el mismo tono.<br />

Y todo lo que amé, yo lo amé solo.<br />

Entonces en mi infancia, en el alba<br />

de <strong>la</strong> vida más tempestuosa, se sacó<br />

de cada profundidad de lo bueno y de lo<br />

malo.<br />

El misterio que todavía me ata:<br />

del torrente, o de <strong>la</strong> fuente...<br />

Del trueno y <strong>la</strong> tormenta,<br />

y <strong>la</strong> nube que tomó forma<br />

-cuando el resto del cielo era azulde<br />

un demonio ante mi vista.<br />

Edgar Al<strong>la</strong>n Poe,<br />

Solo.<br />

Tú eras todo para mí, amor,<br />

por <strong>la</strong> cual mi alma <strong>la</strong>nguidecía,<br />

una is<strong>la</strong> verde en el mar, amor,<br />

una fuente y un relicario,<br />

toda rodeada de flores y frutos maravillosos<br />

y todas <strong>la</strong>s flores eran mías.<br />

¡Ah, sueño demasiado bril<strong>la</strong>nte para durar!<br />

¡Ah, Esperanza estrel<strong>la</strong>da! que se elevó<br />

¡pero para ser oscurecida!<br />

…<br />

¡Mudo, inmóvil, despavorido!<br />

Porque, ¡ay! conmigo<br />

El cuervo.<br />

Grabado de H. Daumier<br />

¡<strong>la</strong> luz de <strong>la</strong> vida se ha ido!<br />

“¡No más, no más, no más!”.<br />

¡Ah, recuerdo tan c<strong>la</strong>ramente<br />

aquel deso<strong>la</strong>do diciembre!<br />

Cada chispa resp<strong>la</strong>ndeciente<br />

dejaba un rastro espectral.<br />

Edgar Al<strong>la</strong>n Poe,<br />

A alguien en el Paraíso.<br />

Yo esperaba ansioso el alba,<br />

pues no había hal<strong>la</strong>do calma<br />

en mis libros, ni consuelo a<br />

<strong>la</strong> pérdida abismal de aquel<strong>la</strong><br />

a quien los ángeles Leonor<br />

podrán l<strong>la</strong>mar y aquí<br />

nadie nombrará.<br />

...<br />

A este hogar por el horror<br />

con frecuencia visitado,<br />

dime, en verdad, te lo imploro.<br />

¿Hay consuelo? Dime, dime, ¡te lo imploro!<br />

Dijo el cuervo: Nunca más.<br />

Edgar Al<strong>la</strong>n Poe (1809-1849),<br />

El cuervo (breve fragmento).<br />

Horrorizado, salí huyendo de <strong>la</strong> estancia y de<br />

<strong>la</strong> casa. La tempestad continuaba en toda su<br />

ira cuando atravesé el viejo sendero. De súbito,<br />

una luz extraña se proyectó sobre el camino,<br />

y me volví para ver de dónde podía nacer<br />

una c<strong>la</strong>ridad tan singu<strong>la</strong>r, porque sólo tenía<br />

detrás de mí <strong>la</strong> vasta mansión y sus sombras.<br />

Mientras miraba, <strong>la</strong> grieta se ensanchó rápidamente;<br />

sobrevino una furiosa ráfaga del torbellino;<br />

el disco entero del satélite brilló de pronto<br />

ante mi vista. La cabeza me dio vueltas<br />

cuando vi los poderosos muros partirse en<br />

dos. Se produjo un <strong>la</strong>rgo y tumultuoso<br />

estruendo, como <strong>la</strong> voz de mil cataratas; y el<br />

estanque profundo y corrompido situado a<br />

mis pies se cerró triste y silenciosamente sobre<br />

<strong>la</strong>s ruinas de <strong>la</strong> casa Usher.<br />

Edgar Al<strong>la</strong>n Poe,<br />

final del cuento La caída de <strong>la</strong> casa Usher.<br />

Adrián Sapetti 39

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