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mayo- junio, 2010# 102 Revista Digital miNatura
Dios
...tuve conciencia de lo que era en
ese mismo instante. Las córneas de
Xr5 eran espectaculares, no creía que
volviera a ver los nanovirus con mis
propios ojos después del accidente
en el destartalado y precario
laboratorio espacial. Gracias a
IntelApple Corp., los cuales han
experimentado conmigo y me han
devuelto la vista, hoy seré capaz de
afirmar y demostrar, que las células
no son más que un conjunto de micro
planetas que orbitan sobre un núcleo,
con una similitud exacta a lo que
nosotros hoy denominamos galaxias.
Hoy he descubierto, que el espacio
conocido es lo mismo que en un
animal, humano, planta o ser vivo, es
la sangre, plasma, células,
leucocitos, suero y demás... Estamos
en el interior de un cuerpo
gigantesco, del cual nunca sabremos
nada, porque somos parte de él. Un
día nos extinguiremos, pero miles de
millones de células como nosotros
seguirán su camino hasta que el
cuerpo del que somos parte fallezca
o se destruya. Hoy será un nuevo día,
hoy comienza el Apocalipsis.
Año Juanviano 10º del XXXIV Siglo
después de Argot.
Juan Vicente Centelles (España)
Adiós, Cyborg
Avanzo con mi Derw3Q por la
amplia red imantada bajo las
nubes negras del crepúsculo que
impregna la 5ª estación. A
medida que las ruedas se
transforman en destellos
veloces, contemplo barrios
vetustos, dónde pequeños N2-P2
vagabundean en busca de
combustible y niños se adentran
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en la red, desvaneciéndose dejando
un rastro pixelado. En el vehículo
tenía la TV encendida, mostrando la
imagen del trigésimo quinto
presidente corrupto, dando una
extensa conferencia. Aquel engendro
que sólo se atrevía a mostrarse
virtualmente (y acompañado por dos
escoltas armados con cañones),
estaba dotado de 23,3 décadas más
de vida. Y mi objetivo era acabar
con él.
Al pasar por delante de un
generador eléctrico, contemplé
atónito cómo las gafas de aquel
individuo caían lentamente, mientras
su rostro se desfiguraba. En unos
instantes, mostró su aspecto cyborg,
y grandes gotas de PVC le
descendían por el mentón. El
presidente se desplomó, y la misión
del hacker Jerry se había terminado.
Ahora mi mano fofa y malherida
pasa por la ventanilla – ya quemada
por la lluvia clorhídrica del mes X –,
y pulsa el interruptor que lleva al
vehículo a una nueva galaxia. Quizás
allí podría encontrar un país
habitable, sin malhechores ni
contaminación. Un lugar dónde haya
paz.
Aleix Gari (España)