Edición N°285

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critica de la argentina
Sábado 13 de diciembre de 2008
Rap desde la villa. Los chicos de Fuerte Apache apostaron a transformar la dureza cotidiana en música.
NATALIA LAUBE
vez de decir que hacemos
apología del deli- “En
to, ¿por qué no pueden
ver que nosotros pudimos salir de
ahí con la música? Conocemos la
jerga callejera y la usamos como
poesía: de todo lo negro hicimos
blanco, de lo negativo, positivo.
De todo lo que vimos y vivimos,
hicimos negocio.” El textual es de
Esteban Rodríguez, una de las voces
de Fuerte Apache, y se inscribe
en la polémica que provocó la
salida de Estilo monoblockero, un
primer disco oficial recientemente
editado por Pelo Music que no se
anda con medias tintas (ver recuadro).
América Noticias, que esta
semana aportó su granito de arena
a la sensación de inseguridad
con informes para identificar a los
pibes chorros (hay que cruzarse
de vereda si los sospechosos usan
visera, entre otras enseñanzas), no
tardó en hacer eco del fenómeno
F-A! (así se abrevia el nombre) y
sus letras “antirratis”. “¿Está bien
que incluyan en sus letras pasajes
sobre tiros y de violencia?”, se
preguntaba el informe televisivo.
“No queremos ser parte del problema,
sino llegar a una solución.
Y no hacemos más que contar en
nuestras letras lo que vivimos y
lo que pasamos y lo que muchos
no quieren ver”, se justifica Maximiliano
Ocampo, más conocido
como el Gordo Massi.
Y bien, ¿quiénes son, entonces,
estos chicos? Fuerte Apache
nació hace diez años en el barrio
culturas
FUERTE APACHE, RAP DESDE EL MARGEN
La jerga callejera
como arma poética
Se criaron en los años más duros del barrio Ejército de los Andes y optaron
por contarlo en canciones. Esquivaron la opción obvia de la cumbia y se
volvieron masivos: ya suenan en todas las radios. El disco debut.
que le presta el nombre. Esteban y
Massi eran vecinos del Ejército de
los Andes y cursaban juntos en la
Media 7. Empezaron a escribir letras
sobre la realidad de su barrio
durante las clases más aburridas.
Y aunque la cumbia (que todavía
no se había convertido en “villera”)
era banda de sonido de cada
historia en los barrios bajos, ellos
prefirieron buscar inspiración por
otro lado: “Nunca se nos dio por el
chst, chst, chst, porque nosotros
escuchábamos a Dr. Dre, Cypress
Hill, Snoop Doog. Todo eso nos
gustaba y sentíamos que la cumbia
ya era algo muy común, algo
que podía hacer cualquiera: hacer
hip hop, en cambio, parecía más
un desafío”, explica Massi.
–¿Y les costó a los vecinos apropiarse
de ese ritmo que ustedes
proponían?
Massi: –No sé por qué, pero fue
muy fácil que los que escuchaban
cumbia nos escucharan a nosotros.
En los compilados de cumbia
piratas que hacen, a veces te
ponen un tema de cumbia intercalado
con un tema del F-A!. Y de
repente en las villas ponen uno de
ésos y están escuchando hip hop
en español sin darse cuenta.
Esteban: –Casi al toque de em-
pezar, nos dimos cuenta de que
nuestra música iba gustando a
la gente que ni sabía lo que era
rapear. Nosotros empezamos a
grabar en lo de un amigo. Y un
día nos olvidamos un casete en
su casa y él lo empezó a pasar. La
música empezó a ir de mano en
mano, por Fuerte Apache y después
por otras villas. Y andaba
bien, a la gente le gustaba. Un día,
no sabemos quién subió un tema
en internet. Y ahí, como quien dice,
la cosa explotó.
Hoy son más que una novedad y
empiezan a aparecer con frecuencia
en los medios.
Ciudad Oculta, otro grupo –antagónico– en la escena rap
En una escena conformada por más de un
gangsta de juguete, están quienes luchan
por hacerse un lugar con letras signadas por
la autenticidad. Con una historia parecida
a la de Fuerte Apache, los chicos de Clan
Oculto (JC, Milito y Zak) comenzaron a
rapear hace cinco años en las esquinas de
Ciudad Oculta. Todavía no tienen disco
(comienzan a grabarlo en marzo), pero ya
compartieron escenario con Dante Spinetta,
Iluminate y Resistencia Suburbana. Y,
aunque hay coincidencias con los chicos
del F-A! (ambos tienen a cineastas de lujo
trabajando con ellos: los bonaerenses a
Pablo Trapero, que filmó sus dos videoclips;
los capitalinos a Agustina Macri, que está
armando, sin prisa pero sin pausa, un
documental sobre la historia del Clan), Milito
se ocupa de subrayar algunas diferencias
durante una pequeña pausa en su trabajo
como encargado de seguridad del Museo de
la Memoria: “La música es un arma con la
que podés matar o llevar un mensaje positivo
a mucha gente. Nosotros elegimos no alentar
lo malo, porque eso es algo que igual vemos
todos los días. Nosotros queremos ponerle
un poco de arte a la realidad y contar que
progresar cuesta, pero se puede”.
Una letra de
Fuerte Apache
Esto es lo que somos:
los mejores en este
juego.
Viviendo entre
pistolas, marihuana y
delincuencia,
haciendo lo que sea para
no tener carencias.
Esquivando policías por
costumbre o diversión
osimplemente a veces
porque no queda otra
opción (...)
En mi barrio hay un
dicho que dice así:
“Que Dios te dé diez
veces lo que me deseás a
mí.”
Y si tu anhelo es verme
tirado,
estás más resentido que
un cobani retirado.
“Entre embrollo y
cachivache”
Y, si en el pasado algún integrante
de la banda tuvo que vérselas
con la cárcel y con la Bonaerense,
hoy todos ellos juran que
están libres de culpa y cargo. Pero
a la policía, igual, más vale tenerla
lejos. “Supongo que nos tildan
de antirratis porque nosotros
contamos cosas que a ellos no les
convienen, realidades de las que
nuestro barrio te puede hablar
muy bien: en la década del 90, la
policía hizo desastres en Fuerte
Apache. Y nosotros nos criamos
en medio de todo eso. Si a una
persona vos la metés en un lago
de cisnes, te va a hablar de cisnes.
Nosotros crecimos en un lugar en
el que la policía se llevaba pibes,
mataba porque sí y te inventaba
“Nos tildan de
antirratis porque
contamos cosas que a
ellos no les convienen,
realidades de las que
acá te pueden hablar
muy bien.”
causas que no existían. Al día de
hoy, sigue habiendo pibes que
están pagando muchos años de
cárcel por cosas que no hicieron,
cosas armadas de ellos”, cuenta
Esteban. Sabe bien de qué habla:
su hermano, dice, estuvo preso dos
años por un delito que no cometió.
Massi refuerza la idea: “Que no la
queremos, no la queremos. Pero
no es que estemos del lado de los
delincuentes. Simplemente, venimos
de una generación y de una
zona que está totalmente golpeada
por el sistema que implementan
ellos. Y nosotros damos lo que
recibimos. Ojalá pudiéramos salir
cantando de flores, pero no las vivimos.
Y ésa es la gracia del F-A!,
¿no? Contar las que pasamos”. l