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efectos del desierto; uno se siente
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acompaña es indudablemente su mari
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sin divisiones ni mesas por delante
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primer ministro toma el primer somb
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grandiosa que conserva en pomposo e
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CAPÍTULO IV LAS ANTILLAS FRANCESAS
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do la matadora monotonía del océa
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eficacia de las cuarentenas en toda
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nía que no podría recuperar por m
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nosotros -me dijo el joven oficial-
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tardó, como todas las Antillas, co
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uno de los buques de estación nava
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CAPÍTULO V EN VENEZUELA La despedi
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El calor era insoportable. La Guair
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dilatados llanos ganados en tanta a
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asombroso Boves, aquella mezcla de
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el partidario vivió sobre el bien
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ve, la naturaleza toma un aire tal
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Unidos de Venezuela. Se nota en tod
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mente chambones. Cada vez que el to
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CAPÍTULO VI EN EL MAR CARIBE Mal p
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voros; he llegado, en medio de la C
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co no se hace nunca sin peligro. En
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por el terror. ¿Perrito? Contralto
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jer, y por fin un joven suizo de 22
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nado; debilitadas sus facultades po
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mos para todo lo que se agita bajo
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cular su edificación, pues la mayo
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inútiles en Barranquilla. Supe ent
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y no pocas veces en champán, lo mi
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fe que se deslizaba por el caño de
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de largo. Me llamó la atención qu
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CAPÍTULO VIII CUADROS DE VIAJE ¡U
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colombiano, perfectamente culto y c
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fue dado contemplar cuadro tan sobe
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a alcanzaba a 38 y 39 grados centí
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¿A qué insistir en la agonía de
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El caimán es la plaga del Magdalen
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CAPÍTULO IX CUADROS DE VIAJE (Cont
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es están poblados de mosaicos anim
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—Tenemos aún cincuenta libras pa
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mente a la insinuación de algunos
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cionado un caballo para reemplazar
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Mimí y Dizzy, con sus grandes somb
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en mí, me di cuenta bien pronto de
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viajeros que estaban allí y que la
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puerta de la pulpería, tendió el
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Y en obsequio a los intereses de mi
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pide de la primera cadena montaños
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tura, con un diámetro de veinte a
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las más jóvenes presentan el aspe
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mí, se me avisó que un amigo me h
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presentaba otra más elevada aún,
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taña es forma, es color; da el pla
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aberturas de los cerros circunvecin
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CAPÍTULO XII UNA OJEADA SOBRE COLO
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con los desiertos del Brasil en el
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Comprendo que la rivalidad determin
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dos de la caja o vendido al enemigo
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as a un ciudadano que tenía la pal
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más profundo de amor a la libertad
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completa de los buenos principios d
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CAPÍTULO XIII BOGOTÁ Primera impr
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me es posible recordar. Las primera
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Sí, la España del siglo XVII… E
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¿No es la España del pasado?, ¿l
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vida al alivio de esa desventura, h
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llón de pesos fuertes, y no sólo
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Pero, me diréis, ¿los bogotanos n
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día en la calle Florián o en la c
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comer del señor don Carlos Sáenz.
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sólo hace raras apariciones en Bog
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dueño de casa vuelve de su partida
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en casa de don Diego Suárez, cuyo
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para alcanzar un reflejo de ese ide
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BIBLIOTECA AYACUCHO 205
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colombiana. El valor de los indios
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ción ni sorpresa, pero, lo repito,
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costas, indemnizándose, por una cu
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día siguiente. Son Emilio Pardo, t
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mantiene fresco el cráneo. Al cuel
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la vista. Aún recuerdo una almohad
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Es necesario haber visto aquella so
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Antonio de Tena, medio perdido entr
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to, insaciable en el vértigo que c
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vez de subir a Cincha, bajamos nuev
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tar las llanuras serenas, los campo
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Pero cuando se está frente al salt
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leyenda del Bochica, que ya he tran
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piedras que sirven de recipiente a
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CAPÍTULO XVI LA INTELIGENCIA Desar
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aunque sus versos se leen hoy y se
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ca entera. Antes de ir a Bogotá, n
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eunir en un volumen -que no sería
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mosos por su habilidad en el tresil
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de inglés, en la Universidad, en t
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luz de la luna? He ahí el motivo d
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El que vistió de nieve la alta sie
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todo lo bueno que ha producido la l
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habituados en nuestra América, la
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ís, metido en su nicho de cartujo,
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CAPÍTULO XVII EL REGRESO Simpatía
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Tanto los oficiales de Bolívar com
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peaba a su puerta, pidiéndole que
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os las leyes de la naturaleza, inmu
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fo disuadirlo por medio de un amigo
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Con decir que las bestias que llev
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un rubio, tuerto, sabanero, como lo
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Pero en el momento de resolverlo, a
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Viajaba en la cordillera; hacía tr
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prudente que afianzaba su pie con f
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noche terrible entre los hielos. Lo
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o propio, para la que lo hacía id
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por un pañuelo colorado. Unas gran
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CAPÍTULO XVIII AGUAS ABAJO-COLÓN
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Un tanto reposado, pasé a la orill
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obustas mantenían la dirección de
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la concepción de destinos maravill
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quien mostraba esos pertrechos indi
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multitud de idiomas que se entrecho
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cho de la jeta, me contesta, en ing
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as sombras y me llamó la atención
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CAPÍTULO XIX EL CANAL DE PANAMÁ C
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construyendo el ferrocarril que lo
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yecto del istmo, nombres que vienen
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cialmente, que el canal no estará
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sin que se vea hasta ahora probabil
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antía. Entonces reclamo mi parte t
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nental, comprometiendo graves inter
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la Europa y la América sobre la ga
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Cuando me dirigí al “Alene”, q
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CAPÍTULO XX EN NUEVA YORK El “Al
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a veces hasta doscientas y trescien
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a la verdad, la bahía de Nueva Yor
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York la infancia es sagrada. Para e
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pulimento final de la educación, l
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eñida con la práctica, que trae l
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la pintura moderna. Sólo “Las ni
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Berlín, donde trabajaba con una co
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sible, a manera de cornisa, que os
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quedado solo en una pieza del cuart
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CAPÍTULO XXI EN EL NIÁGARA La exc
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cha vertiginosa que sólo en las l
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pa, hasta que el conductor vino a d
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A las cinco, mi vecina se levantó,
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clinado, que confluye en dos raudal
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guimos avanzando. Henos detrás de
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aspecto especial; sin el encanto po
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Este volumen de la Fundación Bibli
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En viaje es un libro preferido por