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El sentimiento predominante en el v
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todos. En él concluye por el momen
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niosas como el metro griego, van el
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artísticas y científicas; penetra
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humor infernal, y en la mañana lle
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den, la algazara llega a su colmo.
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ara vez consiguió detener los dese
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Declaro que hay que resistir menos
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lando con un entusiasmo febril bajo
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Fue en 1848, a favor de la revoluci
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de ella; pero, dada la naturaleza d
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do su viaje, cuando un viejo amigo
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El viaje en coche es pesado y morti
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feliz indígena. En aquellas bárba
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Veinte veces ha visto la muerte, ya
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“No tenemos la menor inclinación
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meramente superficial. Cuando notam
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Me llamó mucho la atención la lim
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lidad recibida en el seno de alguna
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debía endeudarse para dar fin a es
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con un mapa mal pintado, en el que
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Consigno un recuerdo al lindo puebl
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Al día siguiente, por fin, procedi
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Miranda, aquel curioso tipo histór
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CAPÍTULO VII EL RÍO MAGDALENA 106
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lidad de hombres positivos, creían
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lía de haber concentrado la civili
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variación constante de la direcci
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luego tienen tres pisos, abiertos a
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cuando la debilidad empieza a produ
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centro de civilización. La poesía
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orilla, a guisa de puente. Los mari
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lena presentan un aspecto esencialm
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con precauciones infinitas, se desl
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—¡Un vapor, un vapor! -gritó az
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entablaron pronto, y sólo entonces
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El caimán es ovíparo, la hembra p
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guay o del norte de la Argentina, n
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Para explicarse las dificultades de
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—¿Quién piensa en eso, señor?
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mano. Por mi parte, no sólo había
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CAPÍTULO X LA NOCHE DE CONSUELO En
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sobre su mula como cuando más tard
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Así marchamos hasta las nueve de l
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Nos mirábamos con Mounsey y no pod
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tos de la vida en que el insomnio n
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CAPÍTULO XI LAS ÚLTIMAS JORNADAS
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a en el valle. Esa sección del cam
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chata y filosa. El aspecto de esos
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esperan, pero no será jamás por u
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piernas delgadas y nerviosas. Me pa
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Walther. —Son los nevados que dur
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un avance en la carrera de su marid
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La sabana presenta a la entrada el
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alizada), Magdalena (Santa Marta),
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no hay más soberano que el pueblo
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patria, el pueblo uno. El sistema f
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Nadie, por otra parte, hace caso.
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apareciendo el general de barrio, e
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Los conservadores puros de Colombia
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ta; en frente, el grupo de los inno
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número de mujeres del pueblo armad
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pulida, y por fin, el arroyo que co
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juventud vibra en su andar firme y
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aumenta sin cesar, sin que la edifi
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tan de la dominación española. Sa
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hecho, bajo una lluvia torrencial,
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so posible que Núñez se vindique?
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CAPÍTULO XIV LA SOCIEDAD Cordialid
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e si Bolívar hizo esto o Santander
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En las reuniones, una cordialidad,
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prendimiento, el valor, la planta f
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La intuición, porque nunca ha sali
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Por las tinieblas Vaga perdido… E
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206 EN VIAJE
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En Colombia, el duelo, aunque más
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sentidos, olfateando, como la besti
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CAPÍTULO XV EL SALTO DE TEQUENDAMA
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mi casa, aparejado a la orejón, co
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por habitante. En las inmediaciones
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Según ellas, en los más remotos t
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despeñadero. El río parece enfure
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omper estas pálidas y frías pági
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sible apartar los ojos de la blanca
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Así, dominábamos el río, el salt
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día, un deseo imperioso de dejarno
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La piedra se encuentra aún en su m
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mos y multitud de plantas que recue
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Llegó el momento del regreso y emp
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Es la tierra de la poesía; desde e
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tu corre a raudales; una palabra, u
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—¿Encuentra usted esos versos di
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—¡Pero hombre, no puede ser! ¿L
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¡Que estoy pasando actualmente / L
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netos que estrellas tiene el cielo,
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A largos trechos el follaje tocas.
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ante el brillo del alma, hija del C
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había invitado a un mosaico, en un
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los últimos cien años. Esa riña
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pendencia… ¿Para qué? ¿Para go
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argentino lee este libro, sepa que
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que algunos historiadores, para qui
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zada de antemano, como la trayector
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No nos volvimos a encontrar en las
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casas de la ciudad me vuelvo para d
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A poco se nos agregó un hermano de
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lluvia se descolgó, una de esas ll
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mucho más grave que hoy. En vez de
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ecer en la cumbre vecina que yo mis
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aún en la mano las riendas de su m
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Me picó la curiosidad; me incorpor
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como él en una mula, trepaba una c
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fatigada, se detuvo a la puerta, y
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sofocante, y el sol, brillando inso
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Bajar el Magdalena es una bendició
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aparecen en las profundidades del b
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Jamás los versos del dulce poeta f
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Comerciantes en viaje para Guayaqui
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Colombia: al Perú, al Ecuador, a C
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punto de hacerle estallar, los ojos
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oquianos más a punto… y yo, recl
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porque sus legiones estaban habitua
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len preferir esa vía, que les evit
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ni fuerte, ni laboriosa, ni se some
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tos de acusación contra el primer
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acreditado, tuvo la ocurrencia de f
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mente de acuerdo, y ningún hombre
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No debemos, no queremos, no nos con
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estrechar cada día nuestras relaci
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ción en dos años más, habituando
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con la alegría expansiva de la lle
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lera. El práctico saludó gravemen
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eché a vagar por las calles. Eran
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pación para los mismos yanquis, ha
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pueblo sobre la tierra que apegue m
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do esa opulenta clientela. Las mala
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a tomarse tres cocktails, sacrifici
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a este respecto. No hay un punto de
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que también para un hombre joven y
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Inglaterra y de la que no hay remot
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americanas y tomé posesión del co
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—With pleasure, sir. —Conozco u
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de su corazón, se hubiera arreglad
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nea, la fatigosa actividad de una f
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Una vez en el fondo, a orillas del
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il, rodeado de molinos, bar-rooms,
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ÍNDICE Presentación por Oscar Rod
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