Recuerdos de un corredor de 400 m. vallas. Manuel SORIANO ...

Recuerdos de un corredor
de 400 m. vallas
M E M O R I A P E R S O N A L
mínimos saltos posibles. Quien pisaba la marca, o hacía más apoyos de los que había “cantado”; por ejemplo “dos
medias y tranco”, se le penalizaba pasando a sustituir al amorrado y éste, liberado, se incorporaba al último de la fila.
Otro muy popular y divertido era “el rescatao”, en el que primaba la velocidad de los participantes. Había una gran
camaradería y unos códigos, tácitamente establecidos, que nos obligaban, entre otros principios, a respetar la palabra
dada y valorar en extremo la lealtad, la amistad, la valentía, la generosidad... Creo que, a riego de parecer una simpleza,
estábamos influenciados por los legendarios protagonistas de los tebeos de la época. Todos queríamos ser como
El Guerrero del Antifaz o El Capitán Trueno, personajes románticos que representaban el ideal caballeresco, aunque
también he de decir que algunos, entre los que me encuentro, estábamos un poquito asilvestrados.
Estudiaba en el Instituto Laboral pero no demostraba mucho interés por el estudio, en aquellos días tenía la cabeza
en otras cosas, los juegos, los deportes, los amigos...., en fin, lo propio de la edad. En lo que sí destacaba, junto a otros
compañeros que corrían o saltaban tanto o más que yo, era en algunas pruebas atléticas que practicábamos con el profesor
de gimnasia, Sr. Chamorrro. Entre todas, mis preferidas, el salto de longitud y las carreras de velocidad. En el deporte
suele pasar como en cualquier otra actividad de la vida en general, que te gusta y te aficionas a lo que mejor haces.
En el jardín de mi casa de la Carrera del Carmen. Con mi hermano Obdulio. De niño en Vélez Rubio.
Los veranos en Fuente Grande
En los veranos, mi familia tenía la costumbre de trasladarse al campo, como otras del pueblo que disponían de
alguna finca con cortijo. Nosotros nos instalábamos en La Canaleja, cerca de Fuente Grande, al pie de la Sierra
de María, donde el calor del verano era más llevadero que en el pueblo. Recuerdo los largos paseos hasta la ermita
de Fuente Grande donde, después de asistir a misa, compartíamos agradables charlas con otras familias de veraneantes.
Cada verano se celebraban las fiestas de Fuente Grande en las que se organizaban, entre otras actividades, “la carrera
del pollo”, que consistía en reunir a los mozos casaderos en lo alto de un monte cercano que, a una señal, emprendían
una carrera alocada ladera abajo saltando piedras y matojos como potros desbocados con el objetivo de ganar la carrera
AÑO 2010 VELEZANA 3