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FARID AL DIN ´ATTAR
Farid narra este relato a un grupo de gente reunida en el mercado de la ciudad.
FARID
Hace no mucho tiempo, por este mismo mercado, caminaba un hombre que
llevaba una burra con intención de venderla.
Pero mientras hombre y burra caminaban, el animal, sin que su dueño lo advirtiera,
iba cometiendo desastre tras desastre.
En una tienda se comió las frutas, en otra destrozó las bolsas que contenían
los cereales, en su recorrido pisoteó y arruinó cuanta mercadería estuvo a su alcance.
Los damnificados, desesperados, fueron detrás de hombre, reclamándole a
viva voz el pago de los daños ocasionados por la burra.
El dueño del animal trató de calmarlos diciéndoles:
“Tengan paciencia, con lo que obtenga de la venta de la burra los indemnizaré
a cada uno con lo que corresponda”.
El hombre consigue vender la burra y con el dinero obtenido fue pagando
cada reclamo.
Pero al ser satisfecho el último, se da cuenta que no le queda ni un centavo
de la venta de la burra, y contra lo que podría suponerse siente un gran alivio y reflexiona:
“De cuántos problemas me deshice con la venta de esta burra, y cuántas deudas
pagué con el dinero que obtuve de ella”.
Y arrodillándose dice:
“Gracias Señor, por sacarme este peso de encima, y te vuelvo a dar las gracias,
por estar canceladas todas mis deudas”.
Levantándose retoma el camino para regresar a su pueblo.
Cuando los vecinos lo ven llegar le preguntan como le fue con la venta, a lo
que él responde.
“Obtuve el precio correspondiente a una calamidad, y por la misma suma me
deshice de ella”.
A lo cual uno de sus vecinos le respondió:
“Entonces has hecho un buen negocio, te deshiciste de lo que no te servía,
sin haber tenido que pagar precio alguno”.
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