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<strong>Carlos</strong> <strong>Franqui</strong> tuvo el valor de pocos. Y cuando el pueblo cubano derrocó a Batista y los<br />
apparatchiks marxistas, favorecidos por Raúl Castro, comenzaron a colocarse en los<br />
mecanismos del Estado cubano y a sovietizarlo, deformando un movimiento libertario y<br />
democrático en un cambio de dictadura, de una dictadura tradicional, la de Batista, a<br />
otra peor y más obtusa, el modelo totalitario estalinista, <strong>Franqui</strong> fue del grupo de<br />
revolucionarios cubanos que resistió la involución y prefirió romper con un régimen que<br />
se entregó en cuerpo y alma a la URSS.<br />
<strong>Franqui</strong> denunció al dolce vita de los comandantes mientras el pueblo cubano se hundía<br />
en la peor de las miserias. Y escogió no participar del festín.<br />
Sobre él se desató el aparato de calumnias, desinformación y manipulación de opinión<br />
que he llamado La Matraca Canalla, una orquestada campaña de denuestos, insultos,<br />
acusaciones, improperios, chismes y exclusiones, que se propuso satanizarlo al grado de<br />
que su palabra perdiera toda credibilidad y autoridad, sabedores los jerarcas cubanos<br />
del conocimiento que <strong>Franqui</strong> poseía sobre los entretelones del régimen.<br />
La lúcida mente de <strong>Franqui</strong> aportó una y otra vez luz sobre aquella comedia<br />
involucionaria que se autolegitimaba a sí misma como “revolución”. Destapó sus<br />
cloacas. Mostró las complicidades que abortaron la gesta libertaria y la transformaron<br />
en tiranía totalitaria.<br />
<strong>Franqui</strong> era incómodo porque sus críticas no venían de los nostálgicos batistianos que se<br />
sentían reivindicados por la involución castrista. Fueron ellos, encabezados por el triste<br />
sargento endiosado, los corresponsables de las penurias que Cuba ha padecido por los<br />
últimos 51 años. <strong>Franqui</strong> criticaba desde la honrosa posición de los que lucharon contra<br />
la dictadura batistiana, pero que no lo hicieron para caer en una dictadura peor, sino<br />
que lo hicieron para que la sociedad cubana se democratizara y progresara.<br />
Fue esa y no otra la intención y el afán de comandantes como Hubert Matos y Gutiérrez<br />
Menoyo, de combatientes como <strong>Carlos</strong> <strong>Franqui</strong> y cientos de sanos luchadores por la<br />
democracia que se vieron repentinamente, inesperadamente, traicionados por Fidel y<br />
Raúl Castro cuando entregaron el proceso en manos de los cuadros del Partido<br />
Socialista Popular, el partido estalinista cubano, e involucionaron a una dictadura<br />
totalitaria de corte estalinista, encarcelando, fusilando y reprimiendo a los que<br />
resistieron ese paso.<br />
La muerte de <strong>Franqui</strong> nos enluta a todos los que amamos la libertad, a todos los que<br />
soñamos con democracias fuertes y apegadas a la ley, a todos los que aguardamos el<br />
momento en que Cuba se levante y erradique esa infame canalla que la desgobierna.