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1 Tesalonicenses 2:1-10 - recursos escuela sabática

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Comentarios de la Lección<br />

III Trimestre de 2012<br />

1 y 2 <strong>Tesalonicenses</strong><br />

Lección 5<br />

4 de Agosto de 2012<br />

El ejemplo apostólico<br />

(1 <strong>Tesalonicenses</strong> 2:1-<strong>10</strong>)<br />

Recursos Escuela Sabática ©<br />

Prof. Sikberto Renaldo Marks<br />

Versículo para memorizar: “Sino que según fuimos aprobados por Dios para<br />

que se nos confiase el evangelio, así hablamos; no como para agradar a los hombres,<br />

sino a Dios, que prueba nuestros corazones” (1 <strong>Tesalonicenses</strong> 2:4).<br />

Introducción<br />

La recomendación es que los miembros de iglesia sean imitadores de Cristo. Es lo más<br />

prudente. Sin embargo, en la práctica sabemos que la gente se fija en sus líderes. Por<br />

ello, esos líderes tienen la responsabilidad de servir de ejemplo.<br />

Para todos aquellos que tienen alguna influencia en la formación de opiniones, la orientación<br />

de Pablo es sabia: agradar a Dios antes que a los hombres. Agradando a Dios, de<br />

seguro desagradarán a muchos hombres, no obstante, tampoco aprobarían a Jesús si Él<br />

estuviera entre nosotros como hombre. El genuino líder procura influenciar según los criterios<br />

de Dios, jamás según lo que es más popular. Estas lecciones, muchas veces algo<br />

duras, han provocado reclamos de parte de algunas personas; sin embargo, no renunciamos<br />

a seguir las recomendaciones de aquello que está escrito, en primer lugar en la<br />

Biblia, y luego, en los libros del Espíritu de Profecía. Pablo redobló sus esfuerzos para alcanzar<br />

a las personas, incluso cambió de estrategias y se adaptó; sin embargo, lo que él<br />

jamás hizo, fue ceder en sus principios cristianos. A diferencia de muchos hoy en nuestra<br />

iglesia, él jamás transigió con alguna cosa reprensible del mundo para ganar a alguien.<br />

¿Y en qué consiste el acto de agradar a Dios? Eso es lo que estudiamos en esta semana.<br />

Valentía en el sufrimiento (I <strong>Tesalonicenses</strong> 2:1-2)<br />

Pablo y Silas fueron maltratados, primero en Filipos y después en Tesalónica. Sufrieron<br />

mucho en la primera ciudad, e sufrirían también en la otra. La lógica humana sugeriría


desistir para no correr los mismos riesgos o tal vez otros peores. Pero ellos fueron valientes.<br />

Hay dos tipos de personas osadas: las fanáticas y las convencidas. Y es fácil distinguir a<br />

unas de las otras. Las fanáticas tienen una manera de pensar propia; el convencido tiene<br />

una fundamentación sólida. Pablo y Silas eran osados porque tenían la convicción de lo<br />

alto, del poder divino.<br />

Ante los sufrimientos experimentados en Filipos, podrían haber tenido tres actitudes diferentes:<br />

1) desistir; 2) hablar sin convicción, solo superficialmente; 3) continuar con osadía<br />

a pesar de todo.<br />

En Filipos fueron maltratados, sin embargo, quedaron allí nuevos conversos bien afirmados<br />

en la fe, los que –a pesar de todo–, continuaron la obra. No hubo únicamente oposición,<br />

también hubo adeptos, lo cual constituyó uno de los grandes incentivos para continuar<br />

siendo valientes. Al final de la Historia, cuando se acabe el tiempo de gracia, ahí si,<br />

será tiempo de dejar de predicar. Hasta que llegue ese día, la predicación será cada vez<br />

más osada, hasta que en los últimos días será tan enérgica que se llamará “Fuerte Pregón”:<br />

la propagación del mensaje con el impresionante poder del Espíritu Santo, por personas<br />

realmente convencidas de lo que están haciendo. Como Pablo y Silas, saben que<br />

están haciendo un trabajo vital, de repercusiones eternas.<br />

Según la lección, muy bien elaborada, la osadía de los discípulos redundó en un efecto<br />

positivo en los oyentes. Ellos también pudieron discernir entre el predicador convencido,<br />

el fanático, y también el superficial. Percibieron que se trataba de un mensaje sólido, importante,<br />

y en el cual se podía creer. Por eso lo aceptaron, y ese fue el motivo por el que<br />

Pablo y los demás predicadores se sometían a ser maltratados. Aquí la lógica es la siguiente:<br />

como estamos en una guerra espiritual, todo aquel que se dispone a enseñar<br />

sobre toda la verdad en relación a la vida y al futuro, sufrirá una fuerte oposición en esta<br />

tierra. Por lo tanto, desconfía de aquellos que predican diciendo ser la verdad, pero no<br />

son perseguidos, o su mensaje no sufre oposición. A lo largo de los siglos, el mensaje de<br />

la Biblia siempre tuvo enemigos muy fuertes. Y la oposición será muy intensa al final de<br />

nuestra misión. Una vez más, muchos sentirán curiosidad del por qué buenas personas,<br />

de buen testimonio, estarán siendo perseguidas, y se sentirán atraídas por lo que esas<br />

personas enseñan.<br />

El carácter de los apóstoles (I <strong>Tesalonicenses</strong> 2:3)<br />

“Los caracteres formados por las circunstancias son inestables y discordantes; son una<br />

masa de contradicciones. Sus poseedores no tienen un elevado propósito en la vida. No<br />

ejercen una 569 influencia ennoblecedora sobre los caracteres de los demás. Carecen de<br />

propósito y no tienen poder” (Testimonies for the Church, tomo 4, p. 657; citado en Mente,<br />

carácter y personalidad, tomo 2, pp. 568, 569). Lo que distingue al pueblo santo, a los<br />

predicadores auténticos, a los verdaderos seguidores de Jesús, es su carácter.<br />

Hay tres centros de inteligencia en la mente humana. Está la inteligencia racional, que<br />

funciona como la base del conocimiento científico o profesional (las cosas que tenemos<br />

que saber para nuestro trabajo con el que nos ganamos la vida). Está la inteligencia<br />

emocional, que es la extraña capacidad de administrar las emociones ante de los desafíos<br />

diarios. Y está la sabiduría, que funciona como la base de los principios del carácter.<br />

Esta inteligencia sirve para guiar a las otras dos, y está siempre dirigida para el bien de<br />

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las personas. Aprovechamos la ocasión para decir que las personas del mundo, en lugar<br />

de la sabiduría, desarrollan cada vez más la astucia, que es un conjunto de intereses dirigido<br />

para el propio bien o el de los amigos, quienes participan del mismo esquema.<br />

Los apóstoles, en aquellos días, eran motivados por la sabiduría basada en principios, de<br />

los cuales el más elevado es el amor. En esos casos, dominaba el deseo de hacer el<br />

bien al prójimo, de ser auténtico y honesto, de no engañar y era mucho mayor la inclinación<br />

para servir de que ser servido. Esa es la mente de Jesús, mejor dicho, así son las<br />

mentes de los seres no caídos. Y así era la mente de Pablo y Silas.<br />

La mente humana funciona así: piensa de acuerdo con principios y valores que vigilan el<br />

raciocinio. Si esos principios están fundamentados en el amor, que es el principio general<br />

para todo en la vida, entonces esa mente valorará únicamente lo que ha de ser favorable<br />

a todos, lo que es auténtico y coherente con el amor. Pero si esa mente se vuelve dependiente<br />

del interés por las ganancias, en lugar del principio general del amor, entonces<br />

esa mente trabajará motivada por el propio interés, incluyendo solo a personas que formen<br />

parte de su grupo selecto. Los demás servirán para ser explotados, engañados y<br />

envilecidos, en beneficio de aquél grupo.<br />

Así trabajaban los filósofos de la época, aunque no todos, y así trabajan los empresarios<br />

de hoy, aunque tampoco todos. Actualmente el mundo está caminando cada vez más en<br />

dirección a la disputa por los intereses propios. Basta ver lo que acontece en el Parlamento<br />

de Brasil, y basta ver las consecuencias de ello: el país entero se vuelve cada vez<br />

más corrupto y violento, cada quien (con raras excepciones) peleando para tener más.<br />

El evangelio no puede ser predicado de esa forma. Ninguna disputa debe haber en la<br />

predicación del evangelio, ni siquiera para alcanzar blancos de bautismos, cuando hay<br />

orgullo de la parte de quien alcanzó sobre quien no lo logró (y eso existe).<br />

En otras palabras, es como dice Pablo: trabajó “no para agradar a los hombres, sino a<br />

Dios”. Es evidente que, trabajando como Dios orienta, agradándolo, se agradará a toda la<br />

gente que tiene el mismo modo de pensar, que actúa con sabiduría, pero se desagradará<br />

a aquellos que actúan con astucia.<br />

Agradar a Dios (1 <strong>Tesalonicenses</strong> 2:4-6)<br />

La lección correspondiente a esta sección está muy bien escrita. El autor fue afortunado<br />

en exponer el tema de manera objetiva y profunda. Y el tema es de vital importancia; sobre<br />

cómo, finalmente, agradar a Dios.<br />

Podemos intentar agradar a Dios, a nosotros mismos, o a los hombres. Generalmente el<br />

agradarnos a nosotros mismos está relacionado con agradar a los hombres. Es esa clase<br />

de complacencia propia a la cual apelan los medios de hoy. Pero Pablo habla de agradar<br />

solamente a Dios.<br />

¿Cuál seria la razón? El asunto puede ser un poco complejo, sin embargo, es bien fácil<br />

explicar la razón por la que hay que agradar solamente a Dios. Como Él es amor, todo el<br />

tiempo está inclinado hacer solamente el bien a los seres humanos. Nunca Él tiene, ni siquiera<br />

un pensamiento, de hacernos daño. Eso es lo que Él dice en Jeremías 29:11 “Yo<br />

sé los planes que tengo para vosotros —dice el Señor— planes de paz y no de mal, para<br />

daros un futuro y una esperanza”.<br />

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Entonces, ¿por qué razón Dios castiga? Porque lo desagradamos, o sea, porque nuestra<br />

conducta es perjudicial a nosotros mismos. Por ejemplo, si descuidamos de nuestro<br />

cuerpo, eso creará problemas futuros, y Dios no permanece indiferente, Él queda triste,<br />

mejor dicho, le desagrada tal comportamiento.<br />

En síntesis, somos nosotros mismos los que nos beneficiamos al agradar a Dios, ya que<br />

de parte de Él solo vendrán cosas buenas. Por esta vía no perdemos la libertad; por el<br />

contrario, la ganamos. ¿Es libre acaso el que tiene su vida llena de restricciones y problemas<br />

por haber vivido disolutamente?<br />

“Pero, mi querida hermana, nos estamos acercando al fin del tiempo y no debemos conformarnos<br />

ahora con las inclinaciones y prácticas del mundo sino con los deseos de Dios,<br />

debemos ver lo que dicen las Escrituras y luego caminar de acuerdo con la luz que Dios<br />

nos ha dado. Nuestras inclinaciones, nuestras costumbres y prácticas no han de tener la<br />

preferencia. La Palabra de Dios es nuestra norma” (Testimonies for the Church, tomo 5,<br />

p. 506; citado en Conducción del niño, p. 3<strong>10</strong>; énfasis añadido).<br />

“Si nos vistiéramos de una manera sencilla y modesta sin seguir la moda; si nuestra mesa<br />

fuera provista siempre de alimentos sencillos y saludables, evitando todo manjar lujoso<br />

y suculento, toda extravagancia; si nuestras casas fueran edificadas con la debida<br />

sencillez y amuebladas de la misma manera, esto mostraría el poder santificador de la<br />

verdad, y tendría una influencia destacada sobre los no creyentes. Pero mientras nos<br />

conformamos al mundo en estas cosas, tratando, aparentemente de superar a veces a<br />

los mundanos en arreglos extravagantes, la predicación de la verdad tendrá poco o ningún<br />

efecto. ¿Quién creerá la solemne verdad para este tiempo, cuando los que ya profesan<br />

creerla contradicen su fe con sus obras? No es Dios el que nos ha cerrado las ventanas<br />

del cielo, sino nuestra propia conformidad a las costumbres y prácticas del mundo”<br />

(Testimonies for the Church, tomo 5, p. 206; citado en Consejos sobre el régimen alimenticio,<br />

pp. <strong>10</strong>6, <strong>10</strong>7; énfasis añadido).<br />

Afecto profundo (1 <strong>Tesalonicenses</strong> 2:7, 8)<br />

En la sección anterior analizamos la principal motivación para que Pablo trabajase arduamente,<br />

de ciudad en ciudad, en favor de la vida eterna de las personas. La motivación<br />

principal era agradar a Dios. En síntesis, eso significa realizar una obra que tiene<br />

que ver con la re-creación del ser humano, que forma parte de la salvación de la vida de<br />

las personas para vida eterna. Y también tiene que ver con hacer la voluntad de Alguien<br />

que, al mismo tiempo se ser Todopoderoso, es plenamente Amor, por lo que desea el<br />

bien de sus criaturas y tiene la capacidad de hacer provisión para ello. Dios es un ser increíble,<br />

solo piensa en lo que es bueno, para nuestra felicidad, y es infinitamente capaz<br />

de concretar lo que piensa. Entonces, hacer su voluntad solo nos trae ventajas.<br />

Ahora analizaremos una segunda motivación para el trabajo evangelístico, que generalmente<br />

enfrenta fuerte oposición. Es la misma motivación que llevó a Jesús a la cruz: el<br />

amor por las personas. Así se completa la motivación: hacer la voluntad de Dios es actuar<br />

en favor de la salvación de las almas, lo que se puede hacer únicamente por amor.<br />

Sin amor, hay mucho más cosas que se pueden hacer, que generan lucro inmediato y<br />

que causan una satisfacción secular en el tiempo presente, pero que evidentemente no<br />

son tan dignas ni tienen repercusión eterna como el hecho de salvar vidas. Por lo tanto,<br />

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quien es inteligente, sacrifica el presente con sus beneficios, para dedicarse a lo que es<br />

eterno e infinitamente más abundante y placentero.<br />

Por su manera de ser, por amar a la gente, Pablo generalmente era bien recibido, con rarísimas<br />

excepciones como fue el caso de Atenas. Entre Pablo y las personas a quienes<br />

beneficiaba con sus enseñanzas, se generaba una identidad muy afectuosa. Eso ocurre<br />

cuando el amor es correspondido. Y en esos casos, el afecto entre las personas solo<br />

tiende a aumentar. Así es como opera el amor, o sea que la tendencia entre las personas<br />

que se aman es tener buenos sentimientos, cada vez más intensos, unos con los otros.<br />

Se relacionan cada vez más con mayor afecto. El amor así se fortalece, y la vida mejora<br />

cada vez más. Eso lo saben las parejas que se juntaron hace algunas décadas y que se<br />

aman. No se separan porque el amor ya se desarrolló tanto que la vida es muy buena y<br />

saben que será cada vez mejor. Eso fue lo que aconteció entre Pablo y los miembros de<br />

las iglesias por donde pasaba. Y en la Tierra Nueva esa experiencia se repetirá. ¡Intenta<br />

imaginar entonces como será la felicidad allí, después de convivir, digamos, un millón de<br />

años! Evidentemente que eso es inimaginable, tal como lo dice la Biblia en 1 Corintios<br />

2:9.<br />

Y ese es el sistema de Dios. Es un sistema poderoso cuya base es la humildad, por lo<br />

que todos debemos estar dispuestos a servir a los otros. El amor funciona solo con esa<br />

base. Si, por ejemplo, hay un poquito de orgullo, dejan de existir las condiciones plenas<br />

para que el amor opere, y el perjuicio es impresionante. Y si hay todavía un deseo de poder,<br />

de supremacía, no habrá condición alguna para que el amor se manifieste.<br />

En nuestros días, nuestras iglesias tienen aún mucho que aprender y cambiar, para que<br />

haya condiciones para una manifestación plena del amor. Es decir, tendremos que aumentar<br />

mucho nuestra búsqueda de humildad, tal como lo hicieron los discípulos en<br />

aquellos días que siguieron a la ascensión de Jesús y que precedieron el Pentecostés<br />

con su lluvia temprana. Antes de que recibamos en gran intensidad la lluvia tardía, de<br />

nuevo habrá en la iglesia un fuerte reavivamiento (que ya se inició) y una corriente en dirección<br />

a una actitud de humildad, condición indispensable para que el amor se desarrolle<br />

entre los siervos de Dios.<br />

Finalmente, presta atención a lo que escribimos a continuación: el amor no puede generarse<br />

en una persona que no se relaciona con nadie. Es necesario que por lo menos dos<br />

personas se unan para que haya amor. Si hay colaboración humilde entre más personas,<br />

el amor crecerá más. Imagine entonces, por ejemplo, 190 millones de personas (esto es,<br />

la población de Brasil), unidas por el amor. Es imposible imaginar cuán bueno seria eso.<br />

No ser una carga (1 <strong>Tesalonicenses</strong> 2:9-12)<br />

En aquellos tiempos iniciales del cristianismo no había una estructura de financiamiento<br />

para los evangelistas. Ellos vivían de donaciones ofrecidas por personas piadosas, gozosas<br />

y agradecidas por lo que habían aprendido. Había comunidades que no eran tan<br />

prósperas como para dar buenas donaciones. Muchos predicadores sobrevivían a veces<br />

con pocos <strong>recursos</strong>. Pablo también recibía esas donaciones, pero él era un hombre interesante.<br />

En Corinto, al encontrar una familia de la misma profesión, Priscila y Aquila, se<br />

unió a ellos y decidió trabajar para su sustento. “Y, como era del mismo oficio, se quedó<br />

a vivir y a trabajar con ellos, porque eran fabricantes de tiendas” (Hechos 18:03). Se<br />

quedó en Corinto por unos 18 meses, predicando y fabricando tiendas, con lo que logró<br />

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formar un cierto capital para continuar en la predicación y para sus días finales. Viviría<br />

aún por 15 años más. Tenía una profesión bien remunerada, fabricante de tiendas. Hacer<br />

una tienda no era tarea fácil, dependía de buenas telas y de una estructura bien diseñada<br />

y fuerte. Debía ser desmontable, parecida con las de los gitanos de nuestros días. Las<br />

tiendas eran muy utilizadas en aquellos tiempos, principalmente por negociantes nómades,<br />

pastores de animales, familias o tribus que no se establecían en lugar alguno y por<br />

los ejércitos, en especial existían las tiendas de los comandantes y de los jefes de altos<br />

puestos. Había demanda por tiendas, lo que se fabricaba se vendía. Y en esos días aún<br />

no había surgido la idea de la división del trabajo que es más reciente. Entonces, la fabricación<br />

de una tienda abarcaba prácticamente todo el proceso, desde la fabricación de la<br />

tela de pelos de cabra y la preparación del cuero para la cobertura y las tiras, hasta el<br />

corte de árboles para la elaboración de la estructura, las tiras de fijación, las columnas y<br />

todo lo demás que va dentro de la tienda. Se trataba de una actividad rentable. Pablo decidió<br />

trabajar para sostenerse y no necesitar las donaciones de los hermanos que no<br />

eran muchas. Así fue en Corinto y en Tesalónica. “Ni comimos el pan de ninguno de balde.<br />

Antes, trabajamos con esfuerzo y fatiga día y noche, para no ser gravosos a ninguno<br />

de vosotros” (2 <strong>Tesalonicenses</strong> 3:8).<br />

Pablo amaba a aquellos miembros de Tesalónica. Se dedicó a ellos como si fuesen sus<br />

hijos. Los conquistó para sí de tal forma, que ellos lo siguieron, observando su ejemplo<br />

de vida. Eso hace falta hoy, en nuestras iglesias: menos énfasis en burocracia, más énfasis<br />

en relaciones.<br />

Aplicación del estudio<br />

Haremos ahora, basados en el primer párrafo de la lección correspondiente al viernes,<br />

una afirmación radical: puede la corona de una persona en el Cielo tener una constelación<br />

de estrellas, pero si aquella persona no conquistó esas almas para agradar a Dios y<br />

por amor, sino por cualquier otro motivo, no usará su corona, simplemente porque no estará<br />

allí. Es evidente que habrá personas que se salvarán por el trabajo de otras que se<br />

perderán, eso no es de extrañar.<br />

Eso quiere decir que debemos ser humildes para actuar por amor, y así agradar a Dios, y<br />

nunca a nuestros deseos. O mejor aun; podemos agradar a nuestros deseos, siempre<br />

que ellos sean como los de Dios. Pero, como somos pecadores, esto es improbable.<br />

Aquí en la Tierra, mientras no seamos transformados, el problema será que nuestros deseos<br />

e inclinaciones serán un problema para nosotros mismos. Un pecador, aún sin querer,<br />

es un gran traidor de si mismo. Muchas veces no percibe que la vida es así, ni siquiera<br />

cuando, debido a la vida desordenada, se encuentra a la espera de la muerte, en un<br />

lecho de donde saldrá para la pequeña casa que solo se puede abrir por fuera. Él y sus<br />

amigos estarán convencidos de que aprovechó bien la vida, pues hizo lo que le gustaba.<br />

He visto muchas situaciones así en la muerte de artistas y celebridades.<br />

Pero la lección nos presenta otro punto interesante, ya considerado en la sección anterior.<br />

Es el hecho de que Pablo se sostuvo fabricando tiendas. ¿Qué lecciones podemos<br />

aprender de eso?<br />

La primera es una opinión personal. Creo que nuestros pastores debieran tener una segunda<br />

profesión. Ciertamente no para depender de ella, pues la situación de la obra hoy<br />

es muy diferente. Pero es evidente que una persona con esa oportunidad, tendrá más libertad<br />

para ser auténtico y no temer represalias de ser transferido por un llamado que no<br />

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es de Dios. Veo a los pastores distritales muy atados a la voluntad de presidentes y departamentales<br />

que los dominan, que deben someterse a la voluntad de otro hombre, muchas<br />

de las veces en conflicto con la voluntad de Dios. Además, una mente capacitada<br />

en otra actividad tiene una visión mucho más amplia sobre todas las cosas, y en este caso<br />

específico, podrá entender más fácilmente las luchas de los miembros, que generalmente<br />

dependen en mayor grado de sus empleos, cuyos patrones no siempre aceptan su<br />

elección religiosa y otros problemas. Jesús también trabajó como carpintero, antes de ser<br />

Salvador, y Él hizo eso para, habiendo asumido la naturaleza humana, entender mejor a<br />

quien había venido a salvar.<br />

Otra lección que podemos sacar del trabajo secular de Pablo, es que era un profesional<br />

de primera categoría. Siendo así, todo lo hacía muy bien hecho, sea en la predicación,<br />

sea en la enseñanza, sea en la fabricación de tiendas. Eso quiere decir que, como adventistas,<br />

tenemos que ser los mejores en todo, tanto en la iglesia o el hogar, como en la<br />

vida profesional. Tenemos que dar un testimonio coherente.<br />

También podemos aprender que como pueblo de Dios, podemos involucrarnos en actividades<br />

altamente rentables, siempre que sean compatibles con nuestros principios, e incluso<br />

poder enriquecer. Lo que sí no debemos hacer es, después de tener un patrimonio,<br />

olvidarnos de quien vino. Pablo no se enriqueció, porque le dedicaba poco tiempo a la<br />

fabricación de tiendas. Era solamente para sostenerse, ganaba un cierto dinero para<br />

después gastarlo en la predicación. Y así también hizo provisión para sus días de vejez.<br />

O sea, fue previsor, sin exagerar en el proceso de capitalización.<br />

Esta lección fue muy práctica. Por ella podemos obtener conocimientos importantes para<br />

la vida profesional, de predicación del evangelio, para la vida social en nuestra relación<br />

con los amigos, y principalmente sobre como debe ser nuestra relación con Dios. En suma,<br />

hacerlo todo con amor, con mucho esmero, agradando a Dios y por el bien de nuestros<br />

semejantes.<br />

Recursos Escuela Sabática ©<br />

Prof. Sikberto R. Marks<br />

Traducción: Rolando D. Chuquimia<br />

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