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LA ObRA POÉTICA DE JULIO ALFREDO EGEA

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transidos de fe y esperanza en un futuro prometedor para los españoles, para todos los españoles, pero un<br />

futuro marcado “por el patriotismo y la españolidad”. No es otra cosa, insiste Jiménez, que el intento del<br />

poeta por salir de los límites de la poesía local que había caracterizado a sus anteriores poemarios, y por ir en<br />

busca de horizontes poéticos más amplios y universales desde los puntos de vista histórico y religioso.<br />

Pero pecó de ingenuidad y partió de un acontecimiento histórico que habría de pasarle factura, la construcción<br />

del Valle de los Caídos. Por ello afirma Jiménez que, siendo el verdadero sentido del libro la búsqueda<br />

de horizontes que trascendieran lo local, “el poeta escribió un libro de alabanzas a un monumento ilegítimo<br />

porque ignoraba, como muchos españoles, las circunstancias de su construcción, que después salieron<br />

a la luz para convertirlo en un símbolo fascista de nula representación civil. Así, aceptó con pasmosa<br />

ingenuidad este gran engaño y escribió un libro de poemas religiosos dedicados a una obra contemporánea<br />

de dimensiones fastuosas, tratando de ver en ella lo que realmente quería ver, la plasmación<br />

de los valores espirituales y nacionales en los cuales creía firmemente. La religión, la paz, el amor, el<br />

desterramiento del odio, la reconciliación tras la guerra civil y la construcción nacional como necesaria<br />

obra de todos”.<br />

GRANADA/CHIRIVEL<br />

También sabemos por este estudio que Julio Alfredo Egea, recién acabada la guerra, marcha a Granada,<br />

donde estudia bachillerato y se integra con facilidad en la vida cultural y literaria que bullía en la ciudad mientras<br />

vivió en ella, en cuya universidad se licenció en derecho más por afecto y agradecimiento al sacrificio que<br />

suponía a sus padres que por amor a la carrera; de ahí que nunca la haya ejercido. Tras una breve estancia<br />

en Madrid, vuelve a Granada, donde se intensifica su actividad literaria y la participación en tertulias con las<br />

principales personalidades de las letras y la cultura granadinas. Pero pronto abandona el bullicio de las ciudades<br />

y regresa, acompañado de su esposa Patricia López, a Chirivel, su pueblo natal, donde por primera vez<br />

se habían inundado sus ojos de luz un día de agosto de 1926. Y a caballo entre Chirivel, Granada y Almería<br />

ha transcurrido y transcurre su vida hasta hoy, dedicado a sus verdaderas pasiones: el amor a la naturaleza,<br />

a la humanidad y a la literatura.<br />

Aunque el principal propósito para volver a Chirivel fue la instalación de una granja avícola que le reportara<br />

ingresos suficientes para poder dedicarse a sus principales pasiones, lo cierto es que no se dedica única<br />

y exclusivamente a las tareas derivadas de la granja. Realiza otras muchas actividades, entre ellas, la alcaldía<br />

durante algunos años, lo que también le supuso, como ya hemos dicho, discriminación e infravaloración literarias.<br />

Pero, sobre todo, destaca su constante dedicación a la creación literaria y a actividades complementarias<br />

a la misma con el propósito de dar a conocer su extensa y rica producción. Entre estas actividades, ocupa<br />

lugar de honor la presentación a concursos literarios 6 , los cuales, además de proyección y reconocimiento<br />

más allá de las fronteras provinciales y regionales, le fueron también un valioso apoyo económico para la<br />

edición de varios de sus libros.<br />

En esta misma línea, Julio Alfredo Egea ha sido un incansable viajero por vocación y asiduo participante<br />

en recitales poéticos de toda naturaleza, en centros de enseñanza, en círculos literarios y culturales, en jornadas<br />

literarias... y siempre con el objetivo fundamental de proyectar socialmente su obra literaria, propósito éste<br />

que es otra de las características fundamentales de su carrera.<br />

6 Entre los abundantes premios literarios obtenidos por Julio Alfredo Egea, el profesor Jiménez destaca los siguientes: 1965: Primer premio<br />

“Alcaraván, en Arcos de la Frontera, por el poema “Mis manos”. 1969: Primer premio “Miguel Ángel Asturias”, por el Círculo de<br />

escritores. iberoamericanos de Nueva York, por su poema “La sed”. 1969: Primer Certamen Hispanoamericano de Toledo, convocado<br />

por “Cultura Hispánica” con motivo de las Fiestas del Corpus. 1973: Premio “Ángaro”, de Sevilla, por el libro Desventurada<br />

vida y muerte de M.S. 1976: Premio “Ceuta”, del Instituto de Estudios Ceutíes, por el libro Sala de Espera. 1977: Premio “Polo<br />

de Medina”, de la Diputación Provincial de Murcia por el libro Bloque quinto. 1996: Premio “Juan Alcaide”, de Valdepeñas, por su<br />

libro Los Asombros. 2002: Premio Nacional “José Hierro”, de la Universidad Popular “J.Hierro”, por Fábulas de un tiempo nuevo.<br />

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