Aventuras y desventuras de Alonsico Quijano - Barcanova

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Ramón García Domínguez
Una noche de junio, serena y estrellada, el niño Alonso
Quijano soñó que era caballero andante.
El abuelo Roque sonrió muy complacido y le preguntó
al muchacho:
—¿Te gustaría soñarlo más veces?
—Depende. ¿Qué es ser caballero andante, abuelo?
—Ser caballero andante es ser el mejor entre mil.
—¿El más fuerte, abuelo, el que vence a los otros novecientos
noventa y nueve?
—No, hijo, no: ser el mejor entre mil no significa solo
ser el más fuerte, sino también y sobre todo «el más amable,
más sabio, más leal, de más noble ánimo y de mejor
trato y crianza entre todos los demás».
—¿Y todo eso te lo has inventado tú, abuelo Roque?
—Oh, no, pequeño, todo eso lo dejó escrito y bien escrito
el gran sabio Ramón Llull en su Libro de la orden decaballería.
Resulta que «faltó en el mundo un día —según
nos cuenta en el citado libro— la lealtad, la justicia y la
v e rdad, y entonces se dividieron todos los hombres en
m i l l a res, y de cada mil de ellos fue elegido y escogido
uno, que era el más amable, más sabio, más leal, más
fuerte, de más noble ánimo, de mejor trato y crianza entre
todos los demás. Y ese fue investido caballero».
El pequeño Alonso se quedó estático y pensativo,
con la mirada perdida por los anchos horizontes de la
M a n c h a .
—Me gusta —exclamó al fin—. Intentaré soñarlo de
nuevo, abuelo. ¡Quiero soñar tres veces que soy caballero
andante! ¡Y más de tres veces, si fuera posible!