¡Eh Toro! número 29 Octubre, Noviembre, Diciembre ... - Burladerodos

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VINAROZ - FESTIVAL
Festival Rosa
Vinaroz, 23-10-04. Festival a beneficio
de la Ermita de Ntra. Sra de la
Misericordia.
Toros de Domingo Hernández, nobles
en general, excepto el cuarto que fue
manso y descastado.
Al quinto se le premió con vuelta al
ruedo. Los toros sustituyeron a los
inicialmente anunciados de varias
ganaderías andaluzas.
"Jesulín de Ubrique": Dos orejas y
ovación con saludos.
"Finito de Córdoba": Una oreja y dos
orejas y rabo.
Víctor Janeiro: Una oreja y dos orejas.
Casi lleno en tarde agradable.
En la tarde festivalera de Vinaroz,
tan importante era lo que ocurría fuera
del ruedo como lo que pasaba sobre
la arena del coso de la ciudad costera.
Un nube de fotógrafos llegados de
quién sabe dónde, seguían con avidez
las evoluciones de la hija pequeña de
Jesulín, que vio la corrida sentada en
las rodillas de su madre en una localidad
de barrera. También se cebaron
Víctor Janeiro
con Jaime Ostos, otro asiduo del papel
couché, presente en el callejón. Pero
seguramente no obtuvieron ninguna
instantánea de lo que pasó en el ruedo.
Qué pena…
Pero digo yo que habrá que contar,
por extraño que parezca en los tiempos
que corren, lo que de verdad ocurrió en
la arena. Vamos allá.
El triunfador numérico del festejo,
celebrado para recaudar fondos para
la reconstrucción de una ermita en
Vinaroz, fue Finito de Córdoba, quien
saludó a su primero por verónicas descargando
la suerte e inició la faena de
muleta sometiendo al toro en tablas,
destacando un trincherazo marca de
la casa. Después, no se acopló a la
embestida noble del toro y sólo al final
cuajó una tanda templada y de mérito.
Los capotazos de recibo a su segundo
fueron suaves, y abundó toda suerte
de remates variados y toreros. La faena
de muleta consistió en una labor
in crescendo, más por el empuje del
toro, extraordinario, de gran recorrido,
que por la profundidad del toreo de
Juan, ciertamente despegado. Aún así,
Germán Adsuara
Fotos: Juan Martí
Jesulín de Ubrique
algunas series resultaron vibrantes,
compuestas de muletazos largos, y tras
matar de una gran estocada, obtuvo los
máximos trofeos.
Jesulín de Ubrique, que toreaba
en familia, comenzó con doblones en
la proximidad de las tablas, y cuando
se sacó el toro a los medios, desde el
principio comprobó que éste embestía
entregado, lo que le permitió ejecutar
varias series de derechazos cuajados.
La embestida dulce del animal continuó
por el pitón izquierdo, pero cuando la
faena alcanzó sus mayores cotas de
emotividad fue cuando el de Cádiz se
cogía a los costillares del toro. Miren
ustedes por dónde. El cuarto fue la
definición exacta de toro manso, sin
sangre brava corriendo por sus venas.
No había más opción que la de abreviar,
pero el toro se puso a huir barbeando
tablas y Jesulín pasó un auténtico via
crucis para cuadrarlo y ponerlo en
suerte.
Su hermano Víctor Janeiro comenzó
toreando en tablas de rodillas, y ante
la embestida sosa, aunque noble, del
animal, hubo de recurrir a los efectismos
para arrancar una oreja. Recibió
al último de la tarde con dos largas de
rodillas que provocaron la apoteosis. El
toro resultó extraordinario para la muleta,
arrancándose de lejos y tomando
la muleta de forma pastueña, y llegó
a desbordar al Janeiro en varias fases
de la faena, en las que no consiguió
templarlo ni mandarlo. Dio la sensación
de que se fue al desolladero con varios
muletazos de los buenos por pegar. Acabó
de forma boyante por manoletinas,
con lo que el público quedó encantado
y solicitó las dos orejas del animal.
La gente salió de la plaza contenta,
y ansiosa por irse a casa para ver el
resumen del festejo en Salsa Rosa.