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Ocio - Confiar

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diante de primeras letras que era; pero, instintivamente,<br />

les daba esas expresiones. Los<br />

demás fueron acabando; no tuve más remedio<br />

que acabar también, entregar la tarea, y<br />

volver a mi lugar.<br />

Con franqueza, me arrepentía de haber<br />

venido. Ahora que estaba preso, ardía por estar<br />

afuera, evocaba el campo y el cerro, pensaba<br />

en otros niños haraganes, Chico Tella,<br />

Américo, Carlos das Escadiñas, la fina flor<br />

del barrio y del género humano. Para colmo<br />

del desespero, vi a través de los ventanales de<br />

la escuela, en el claro azul del cielo, por encima<br />

del Cerro del Livramento, una cometa<br />

de papel, alta y ancha, sujeta a una cuerda<br />

inmensa, que flotaba soberbia en el aire.<br />

Y yo en la escuela, sentado, de piernas juntas,<br />

con el libro de lectura y la gramática en<br />

las rodillas.<br />

—Fui un bobo al venir —dije a Raimundo.<br />

—No digas eso —murmuró él.<br />

Lo miré; estaba más pálido. Recordando<br />

que otra vez había querido pedirme algo, le<br />

pregunté qué era. Raimundo se estremeció<br />

de nuevo, y me pidió que esperara un poco;<br />

era un asunto personal.<br />

—Señor Pilar... —musitó al cabo de unos<br />

minutos.<br />

—¿Ajá?<br />

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