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UNIDAD 10<br />

L<br />

© GRUPO ANAYA, S.A. Lengua y Literatura 3.° ESO. Material fotocopiable autorizado.<br />

176<br />

ectura complementaria 2<br />

Lee con atención el texto y responde a las preguntas.<br />

Ana deja la taza de cacao sobre la mesita, vuelve a coger El sueño eterno de<br />

Raymond Chandler, […] lo hojea, intenta leer algunas páginas y, finalmente,<br />

lo deja sobre la mesita, junto al recorte de periódico. Mira la fotografía de papá<br />

y lee el titular:<br />

Lorenzo Aguilera abandona la política<br />

Se limpia de un manotazo las lágrimas que han aparecido en sus ojos y se<br />

acerca al supletorio del teléfono.<br />

Son las seis y papá aún debe estar en la sede del partido. No necesita buscar<br />

el número. ¡Lo ha marcado tantas veces, desde que papá se fue a vivir al<br />

apartamento, cuando se separó de mamá!<br />

Carmen Hinojosa, la secretaria de papá en Madrid, la llama siempre «niña»,<br />

como si aún fuera una cría. Le explica que el señor Aguilera está reunido con<br />

sus colaboradores, pero que la llamará tan pronto como quede libre. […]<br />

Solo ha podido leer cinco líneas. No ha dejado que el teléfono sonara demasiado<br />

rato […]. Antes de descolgar ya sabe que es papá. […]<br />

—¿Alguna novedad?<br />

Ana mira el recorte de periódico y la fotografía. Pero no se atreve a formular<br />

la pregunta.<br />

—No...<br />

—Entonces, ¿por qué me llamas? ¿Es que no sabes que tengo trabajo?<br />

—Me dijiste que vendrías el domingo y...<br />

—Lo siento, hija, estoy muy ocupado... Y ahora debo colgar. Me esperan en<br />

una reunión.<br />

El «clic» del teléfono hace que los ojos se le llenen de lágrimas, mientras estruja<br />

el recorte de periódico.<br />

Ha vuelto a coger el libro, pero no ha conseguido entender nada de lo que ha<br />

leído. Por eso, finalmente, se ha levantado. Ahora se sienta ante el ordenador,<br />

lo conecta, invoca su «diario electrónico», teclea la clave de acceso y escribe:<br />

...de marzo<br />

P. no vino el domingo. Me lo había prometido y le esperé todo el día. Tampoco<br />

se acordó de mi cumpleaños y no envió ningún regalo, como solía hacer.<br />

Ayer, Alicia Renom se rió de mí: «De los padres no te puedes fiar. Todos son<br />

iguales. Sácales lo que puedas y olvídate de ellos», me dijo. Pero p. no es<br />

así. Hasta ahora nunca me había dejado plantada.<br />

He leído en los periódicos que p. quiere abandonar la política. ¡Qué suerte!<br />

Paso del partido, de las elecciones y de todo eso. P. y m. se separaron por<br />

culpa de estas cosas. Pero debe ocurrir algo. P. no se retiraría nunca. Y, sobre<br />

todo, no se olvidaría de mí.<br />

Acabo de llamarle a Madrid. Me ha mandado al cuerno. Al principio he pensado<br />

que me odiaba y que, por mí, como si se moría. Pero no. No era él. Está<br />

preocupado por algo muy grave. Tengo que descubrir qué ocurre.<br />

Jaume Fuster, Ana y el detective, Anaya.

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