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(cf. Salmo, 33,6;107, 20; 147,15; Is.55,10;<br />
Sab.18,15). También irá apareciendo la idea<br />
de Sabiduría unida a la de Palabra y a la de<br />
razón o Ley Universal.<br />
LA IDEA DE “LOGOS”<br />
APLICADA A JESÚS<br />
Este título pone de relieve un aspecto importante<br />
de la cristología de los primeros<br />
cristianos: vincula, dentro de la historia de<br />
la revelación, al Cristo encarnado con el<br />
preexistente; por otro lado destaca la relación<br />
entre Cristo y Dios, en la perspectiva<br />
del nuevo testamento.<br />
La identificación del Logos con Jesús sólo<br />
ha podido producirse después de su muerte.<br />
Esta atribución es fruto de una reflexión teológica,<br />
aunque presuponga también la experiencia<br />
litúrgica de la soberanía de Cristo.<br />
La “palabra” de Jesús, es decir, la palabra<br />
que él ha anunciado, desempeña en todo el<br />
evangelio de Juan un papel tan importante<br />
que parece imposible que el evangelista<br />
haya dejado de pensar en esta ‘palabra’<br />
cuando en el prólogo identifica al Logos con<br />
Jesús. Esta suposición cobra aún más fuerza<br />
si tenemos en cuenta esta certeza primordial<br />
del evangelio de Juan: Jesús no se<br />
limita a traer la revelación sino que él mismo<br />
es la revelación. El trae la luz y es, al<br />
mismo tiempo, la Luz; trae la vida y es la<br />
Vida; anuncia la Verdad y es la Verdad. Po-<br />
demos decirlo de otro modo: Jesús aporta<br />
luz, vida y verdad porque él mismo es la<br />
Luz, la Vida y la Verdad. Lo mismo sucede<br />
en relación al Logos: trae la palabra, porque<br />
él mismo es la Palabra.<br />
El término logos significa en el Nuevo<br />
Testamento, además de la simple palabra<br />
concreta percibida por el oído (cf. Jn.2,22)<br />
tiene un sentido teológico: La palabra que<br />
Jesús proclama es al mismo tiempo la revelación<br />
eterna de Dios y exige no sólo un<br />
oído exterior bien atento, sino la comprensión<br />
de la fe. Este último sentido de logos<br />
está presente allí donde se habla de ‘permanecer<br />
en la palabra’ (8,31), ‘guardar la<br />
palabra’ (8,51). Se traza una línea directa<br />
que lleva de la palabra proclamada, que tiene<br />
ya un contenido teológico, al Logos encarnado<br />
en Jesús. La intención más profunda<br />
del Evangelio consiste precisamente en<br />
mostrar que la vida humana de Jesús en su<br />
conjunto constituye el centro de la revelación<br />
de la verdad divina.<br />
LA PALABRA DE DIOS<br />
EN LAS PALABRAS<br />
Y EXISTENCIA DE JESÚS<br />
La palabra de Dios, que se identifica con<br />
el Logos predicado por Jesús, es la verdad<br />
(Jn.17,17); pues bien, Jesús mismo es la<br />
verdad en persona (14,6). La designación de<br />
Jesús como Logos se deriva, por tanto, directamente<br />
del empleo ordinario de palabra<br />
en el cuarto evangelio. Juan ha sido también<br />
quien más ha destacado el sentido absoluto<br />
de la palabra como revelación, aunque<br />
esta acepción se encuentra en todos los<br />
libros del Nuevo Testamento. Los primeros<br />
versículos de la carta a los Hebreos señalan<br />
la diferencia cualitativa del hablar de los<br />
profetas y del hablar de Jesús (Hb.1,1-3).<br />
En ambos textos se traza una línea continua<br />
que va de la manera en que Dios habla<br />
en el AT a la revelación por excelencia que<br />
es el Hijo, a quien descubrimos como reflejo<br />
de la gloria divina. En esta línea hay un eslabón<br />
intermedio: El uso del término ‘logos’<br />
para designar el anuncio definitivo de la<br />
salvación.<br />
El evangelista ha establecido esa identificación<br />
entre la ‘palabra’ de Dios y el Hijo<br />
al comienzo de su obra mostrando que se<br />
trata de un prólogo a una vida de Jesús,<br />
vida que constituye el punto de partida de<br />
toda la reflexión cristológica posterior. En<br />
esta vida, la revelación de Dios se manifiesta<br />
no sólo en las palabras que Jesús pronuncia<br />
sino también en las obras que realiza.<br />
Jesús mismo es lo que él hace. Conforme<br />
al uso hebreo , las palabras pueden significar<br />
también la historia. Desde ese fondo se<br />
Revista Pasionario/257