EL LANDÓ DE SEIS CABALLOS - Víctor Ruiz Iriarte
EL LANDÓ DE SEIS CABALLOS - Víctor Ruiz Iriarte
EL LANDÓ DE SEIS CABALLOS - Víctor Ruiz Iriarte
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
<strong>EL</strong> <strong>LANDÓ</strong> <strong>DE</strong> <strong>DE</strong> <strong>SEIS</strong> <strong>CABALLOS</strong> 57<br />
iS a b e l.—(Azoradísima) Margarita, no digas disparates. ¿Qué estás discurriendo?<br />
ma r g a r i ta.—(Sonriente y terrible) Lo natural. (Muy contenta) Pero, ¿cómo no se<br />
me ha ocurrido antes? Si es sencillísimo… Si está muy claro. ¿Quién es la<br />
más fantástica de las tres? ¿Eh?<br />
iS a b e l.—¡Margarita!<br />
ma r g a r i ta.—¿Quién es capaz de tener un amante que no existe y de escribirle<br />
cartas todas las noches a París, a Londres, a Buenos Aires y, además, echarlas<br />
al correo, que es lo bueno? ¿Eh? ¿Quién es la señorita decente que se aburre<br />
y pasa la vida viviendo maravillas con la imaginación? ¿Eh? ¿Quién es? ¡Dilo<br />
tú, Isabel! ¿Eres tú?<br />
iS a b e l.—¡No, Margarita! Yo, no.<br />
ma r g a r i ta.—Di la verdad. ¿Has sido tú quien nos ha traído aquí esta noche, para<br />
vivir una de esas aventuras que tú te inventas?<br />
iS a b e l.—(Casi llorando) ¡No, Margarita! Te juro que no he sido yo… ¡Pobre de<br />
mí!<br />
ro S i ta.—(Rompiendo a llorar) ¡Ay, Virgen Santa!<br />
mú S i c o.—¿Por qué lloras?<br />
ro S i ta.—Porque me da el corazón que ahora van a sospechar todos que el señor<br />
duque soy yo, y no sé cómo voy a convencerles de que no.<br />
Fl o r e n c i o.—Creo que entre nosotros ya no quedan sospechosos…<br />
ma r g a r i ta.—¡Sí! Quedo yo. (En jarras) Pero al primero que se le ocurra insinuar<br />
que el señor duque soy yo, le suelto una bofetada…<br />
to D o S.—¡Oh!…<br />
Fl o r e n c i o.—Por favor. No continuemos sospechando estúpidamente de nosotros<br />
mismos. En esta casa hay un secreto, y no hay duda de que ese secreto lo<br />
tienen los cuatro viejecitos, que son los únicos habitantes de la finca… Luego<br />
está claro que ellos saben quién es el duque y dónde está.<br />
ma r g a r i ta.—¡Pero si están chifladísimos!<br />
Fl o r e n c i o.—(Muy nervioso) ¡Señorita! Después de todo lo que ocurre aquí esta<br />
noche, yo, la verdad, no creo que el señor duque sea demasiado sensato…<br />
(Asoma Simón y, desde la puerta, llama. Todos van hacia él)<br />
Si m ó n.—¡Chiss! ¿Están ustedes solos?<br />
to D o S.—¡Sí!<br />
Si m ó n.—(Solemnemente) Entonces, voy a decir toda la verdad. (Se despoja de la<br />
chistera y saluda cortésmente) ¡Señoritas! ¡Caballeros! ¡El señor duque soy<br />
yo!<br />
to D o S.—(Inmóviles) ¡Oh!…<br />
Edición dE VÍcTOR GARcÍA RUiZ