14.05.2013 Views

Ártes escénicas, empatía, autismo y neuronas en espejo.

Ártes escénicas, empatía, autismo y neuronas en espejo.

Ártes escénicas, empatía, autismo y neuronas en espejo.

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

ARTES ESCÉNICAS, EMPATÍA, AUTISMO Y NEURONAS EN ESPEJO<br />

Enrique Soto Eguibar*<br />

METAPOLÍTICA núm. 61 | septiembre-octubre 2008<br />

34<br />

A mi amigo Diego Ceijas<br />

Al movernos, actuar, bailar, danzar, repres<strong>en</strong>tar,<br />

se pone <strong>en</strong> acción una singular coreografía<br />

cerebral que implica la participación de un<br />

<strong>en</strong>orme conjunto de redes neuronales que controlan todos<br />

los aspectos del movimi<strong>en</strong>to. Pero la pregunta que interesa<br />

no es cómo nos movemos, sino ¿cómo es que reconocemos<br />

los movimi<strong>en</strong>tos o acciones de otros, y les conferimos<br />

un s<strong>en</strong>tido y hasta un cont<strong>en</strong>ido simbólico?, ¿por qué al<br />

mirar a un actor y conoci<strong>en</strong>do que el contexto es el de la<br />

actuación, podemos sufrir int<strong>en</strong>sam<strong>en</strong>te, abstrayéndonos<br />

del hecho de que estamos cómodam<strong>en</strong>te s<strong>en</strong>tados<br />

<strong>en</strong> un teatro o <strong>en</strong> la sala de un cine?, ¿por qué una cierta<br />

danza puede emocionarnos hasta las lágrimas o inducir<br />

una s<strong>en</strong>sación de erotismo profundo?, ¿por qué son los<br />

seres humanos particularm<strong>en</strong>te hábiles para <strong>en</strong>t<strong>en</strong>der o<br />

traducir las int<strong>en</strong>ciones de otros? La clave para explicar<br />

estos f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>os parece estar <strong>en</strong> la activación del sistema<br />

de <strong>neuronas</strong> <strong>en</strong> <strong>espejo</strong>.<br />

En 1905 Edmund Husserl introdujo el concepto de<br />

<strong>empatía</strong>. Ent<strong>en</strong>día por tal la experi<strong>en</strong>cia de la conci<strong>en</strong>cia<br />

aj<strong>en</strong>a y de sus viv<strong>en</strong>cias, a difer<strong>en</strong>cia de la experi<strong>en</strong>cia<br />

que la propia conci<strong>en</strong>cia hace de sí misma. Hoy este<br />

proceso, que fue concebido como de ord<strong>en</strong> puram<strong>en</strong>te<br />

psicológico-intelectual, adquiere bases biológicas.<br />

LAS NEURONAS EN ESPEJO<br />

Las <strong>neuronas</strong> <strong>en</strong> <strong>espejo</strong> fueron descubiertas por ser<strong>en</strong>dipia.<br />

Se <strong>en</strong>contró que al registrar la actividad eléctrica<br />

de la corteza cerebral <strong>en</strong> primates, había <strong>neuronas</strong> que<br />

se activaban cuando los investigadores realizaban ciertos<br />

movimi<strong>en</strong>tos específicos. Posteriorm<strong>en</strong>te se pudo<br />

corroborar que estas mismas <strong>neuronas</strong> se activaban<br />

también cuando los primates realizaban movimi<strong>en</strong>tos<br />

Investigador titular del Instituto de Fisiología de la BUAP. Correo<br />

electrónico: esoto@siu.buap.mx; esoto2424@yahoo.com<br />

similares a los del investigador (por ejemplo al tomar<br />

con la mano un objeto). Se llegó así a la conclusión<br />

de que la actividad de esos grupos de <strong>neuronas</strong> daba<br />

al animal una compr<strong>en</strong>sión directa, implícita, de las<br />

acciones del investigador. Esta compr<strong>en</strong>sión no estaba<br />

mediada por procesos analíticos, sino por la capacidad<br />

del animal de realizar esos mismos movimi<strong>en</strong>tos. No<br />

es que el cerebro del primate analice la imag<strong>en</strong> visual y<br />

luego de reconocer al sujeto, el objeto, el movimi<strong>en</strong>to,<br />

etcétera, le otorgue una int<strong>en</strong>cionalidad. Más bi<strong>en</strong>, <strong>en</strong><br />

la corteza motora del mono se recrean miméticam<strong>en</strong>te<br />

las acciones del investigador confiriéndole la posibilidad<br />

de id<strong>en</strong>tificar con sus propios programas motores<br />

lo que ve <strong>en</strong> el otro (Rizzolatti y Sinigaglia, 2006; Soto<br />

y Vega, 2007).<br />

Las <strong>neuronas</strong> <strong>en</strong> <strong>espejo</strong> no son ni puram<strong>en</strong>te motoras<br />

ni puram<strong>en</strong>te s<strong>en</strong>soriales, sino que ti<strong>en</strong><strong>en</strong> ambas<br />

características a la vez. De hecho, parte de la idea que<br />

se ti<strong>en</strong>e hoy es que, justam<strong>en</strong>te por t<strong>en</strong>er este carácter<br />

dual, juegan un papel relevante <strong>en</strong> la capacidad de los<br />

primates y del hombre para compr<strong>en</strong>der los movimi<strong>en</strong>tos,<br />

las acciones y, ev<strong>en</strong>tualm<strong>en</strong>te, las int<strong>en</strong>ciones de<br />

otros sujetos. El cerebro que actúa es un cerebro que<br />

compr<strong>en</strong>de. Se trata de una compr<strong>en</strong>sión pragmática,<br />

preconceptual y prelingüística. “Vemos porque actuamos,<br />

y podemos actuar precisam<strong>en</strong>te porque vemos”<br />

(Rizzolatti y Sinigaglia, 2006).<br />

La investigación de las <strong>neuronas</strong> <strong>en</strong> <strong>espejo</strong> ha provisto<br />

las bases para la compr<strong>en</strong>sión de algunos aspectos del<br />

comportami<strong>en</strong>to humano como la <strong>empatía</strong>, el apr<strong>en</strong>dizaje<br />

por imitación e incluso la evolución del l<strong>en</strong>guaje. La<br />

propuesta es que la activación del sistema de <strong>neuronas</strong><br />

<strong>en</strong> <strong>espejo</strong> permite reconocer las secu<strong>en</strong>cias motoras que<br />

otros realizan y pre-programar dichas secu<strong>en</strong>cias para<br />

ser realizadas por el observador. Recurri<strong>en</strong>do a la resonancia<br />

magnética funcional y a la estimulación magnética<br />

transcraneal se ha podido demostrar que, cuando el<br />

sujeto ti<strong>en</strong>e la int<strong>en</strong>ción de mirar para imitar, se activan<br />

regiones temporales y frontales que se han asociado con<br />

el sistema de <strong>neuronas</strong> <strong>en</strong> <strong>espejo</strong> (Rizzolatti y Craighe-


o, 2004). En el área de Broca se ha id<strong>en</strong>tificado una<br />

profusión de <strong>neuronas</strong> <strong>en</strong> <strong>espejo</strong>, lo que indica su participación<br />

<strong>en</strong> la adquisición del l<strong>en</strong>guaje, contribuy<strong>en</strong>do<br />

con un sistema capaz de imitar patrones complejos de<br />

movimi<strong>en</strong>to de la boca. Adicionalm<strong>en</strong>te, se han hallado<br />

también <strong>neuronas</strong> con respuestas bimodales (motoras y<br />

auditivas) que podrían contribuir a la programación de<br />

movimi<strong>en</strong>tos que produc<strong>en</strong> ciertos sonidos. De hecho<br />

V. S. Ramachandran (2000) ha propuesto que las <strong>neuronas</strong><br />

<strong>en</strong> <strong>espejo</strong> están <strong>en</strong> la base de los procesos que dan<br />

orig<strong>en</strong> al desarrollo del l<strong>en</strong>guaje.<br />

Las <strong>neuronas</strong> <strong>en</strong> <strong>espejo</strong> se han <strong>en</strong>contrado también <strong>en</strong><br />

áreas relacionadas con la expresión emocional que parec<strong>en</strong><br />

ser la base de nuestra compr<strong>en</strong>sión de lo que le sucede<br />

a los otros. De hecho, se ha id<strong>en</strong>tificado <strong>en</strong> el lóbulo<br />

temporal una región relacionada con el reconocimi<strong>en</strong>to<br />

de rostros que se activa de forma específica cuando planificamos<br />

ciertos gestos o cuando vemos a otro realizarlos.<br />

NEURONAS EN ESPEJO Y ARTES ESCÉNICAS<br />

Con el descubrimi<strong>en</strong>to de las <strong>neuronas</strong> <strong>en</strong> <strong>espejo</strong> las<br />

neuroci<strong>en</strong>cias han empezado a compr<strong>en</strong>der lo que <strong>en</strong><br />

el teatro se había sabido desde siempre. El trabajo del<br />

actor sería vano si éste no pudiera trasc<strong>en</strong>der<br />

las barreras lingüísticas o culturales.<br />

Peter Brook, “Prólogo” a Rizzolatti y Sinigaglia (2006).<br />

La red de <strong>neuronas</strong> <strong>en</strong> <strong>espejo</strong> ofrece al individuo la capacidad<br />

de una compr<strong>en</strong>sión implícita de los actos de<br />

los otros. Para este sistema neuronal no hay<br />

difer<strong>en</strong>cia <strong>en</strong>tre la ejecución de un movimi<strong>en</strong>to<br />

propio, o la expresión de una<br />

emoción personal y el observar estas<br />

acciones cuando son realizadas por<br />

otros sujetos, produci<strong>en</strong>do una<br />

forma de reconocimi<strong>en</strong>to que va<br />

más allá del análisis de los patrones<br />

de movimi<strong>en</strong>to y que se relaciona<br />

con la capacidad del sujeto<br />

para realizar él mismo una cierta<br />

conducta. Lo que el estudio de las<br />

<strong>neuronas</strong> <strong>en</strong> <strong>espejo</strong> es<strong>en</strong>cialm<strong>en</strong>te<br />

ha demostrado, es que <strong>en</strong> el cerebro<br />

se activan los mismos grupos neuronales<br />

cuando s<strong>en</strong>timos y expresamos una<br />

emoción o una acción, que cuando la ob-<br />

NEURONAS EN ESPEJO l<br />

SOCIEDAD ABIERTA<br />

FIGURA 1<br />

servamos <strong>en</strong> otros. Hay así una conexión <strong>en</strong>tre el hacer y<br />

el reconocer. Cabe destacar que el sistema de <strong>neuronas</strong> <strong>en</strong><br />

<strong>espejo</strong> está ampliam<strong>en</strong>te distribuido <strong>en</strong> el cerebro, incluy<strong>en</strong>do<br />

regiones vinculadas al movimi<strong>en</strong>to y la expresión<br />

emocional. Por ese motivo, cuando una persona sufre un<br />

dolor int<strong>en</strong>so, nuestra percepción de su condición pasa<br />

por un proceso mimético, su dolor se convierte <strong>en</strong> nuestro<br />

dolor, nos invade, pero es completam<strong>en</strong>te difer<strong>en</strong>te a<br />

la manera como percibimos, por ejemplo, el color rojo,<br />

pero semejante, sí, por ejemplo, a lo perturbador que resulta<br />

mirar la “Medusa” de Caravaggio (ver figura 1). Las<br />

emociones se mimetizan <strong>en</strong> el cuerpo, las introyectamos,<br />

se conviert<strong>en</strong> <strong>en</strong> algo que nos habita, que transcurre por<br />

debajo de nuestra racionalidad.<br />

Imaginemos a un mimo, <strong>en</strong> tanto sus movimi<strong>en</strong>tos<br />

nos son relativam<strong>en</strong>te familiares; es decir, <strong>en</strong> cierta<br />

medida somos capaces de ejecutarlos, compr<strong>en</strong>demos<br />

y s<strong>en</strong>timos int<strong>en</strong>sam<strong>en</strong>te su actuar. Podemos chocar<br />

con una pared con la que él choca, s<strong>en</strong>tir la frialdad<br />

de un vidrio que él toca, pero seguram<strong>en</strong>te algunos de<br />

sus actos o esc<strong>en</strong>ificaciones nos serán incompr<strong>en</strong>sibles<br />

por absurdas o sin s<strong>en</strong>tido. En este caso, observándolo<br />

podemos describir sus movimi<strong>en</strong>tos, pero algo sucede<br />

que nos impide compr<strong>en</strong>der el s<strong>en</strong>tido de su actuación.<br />

Seguram<strong>en</strong>te el mimo no ha logrado activar nuestro<br />

sistema de <strong>neuronas</strong> <strong>en</strong> <strong>espejo</strong>. Probablem<strong>en</strong>te por eso<br />

los griegos, que eran sabios, incorporaron a la repres<strong>en</strong>tación<br />

teatral elem<strong>en</strong>tos tales como las máscaras. Éstas<br />

esquematizaban al máximo el carácter y las emociones<br />

de los personajes. Allí donde la expresión <strong>en</strong> el rostro de<br />

un actor se hubiese perdido <strong>en</strong> la inm<strong>en</strong>sidad de la gradería,<br />

la máscara amplificaba lo es<strong>en</strong>cial de una<br />

emoción haciéndosela llegar al espectador<br />

de manera ciertam<strong>en</strong>te esquemática,<br />

sintética, pero también inequívoca.<br />

Nuestra capacidad para una compr<strong>en</strong>sión<br />

cabal y para el goce estético<br />

más profundo estará <strong>en</strong><br />

relación con lo que nosotros<br />

mismos somos capaces de realizar.<br />

Si nunca hemos llorado, sufrido<br />

una profunda tristeza, una<br />

pasión des<strong>en</strong>fr<strong>en</strong>ada, si no hemos<br />

bailado o realizado alguna forma<br />

de danza o de actuación, nuestra capacidad<br />

para compr<strong>en</strong>der y gozar de<br />

las artes <strong>escénicas</strong> será parcial. Y esto lo<br />

sabía perfectam<strong>en</strong>te Konstantin Stanislavs-<br />

METAPOLÍTICA núm. 61 | septiembre-octubre 2008<br />

35


SOCIEDAD ABIERTA l ENRIQUE SOTO EGUIBAR<br />

ky (1863-1938), el actor, director y teórico teatral ruso,<br />

al desarrollar la técnica interpretativa que pret<strong>en</strong>de la<br />

creación de personajes con universos emotivos complejos<br />

construidos a partir de las emociones y experi<strong>en</strong>cias<br />

de los propios actores. Stanislavsky p<strong>en</strong>saba que sólo los<br />

actores <strong>en</strong>tr<strong>en</strong>ados para realizar esta inmersión <strong>en</strong> su yo<br />

más íntimo serían capaces de transmitir al espectador<br />

emociones verídicas, ex<strong>en</strong>tas de artificialidad, emociones<br />

que, como <strong>en</strong> la vida real, se manifiestan también<br />

<strong>en</strong> un l<strong>en</strong>guaje corporal específico con el cual el espectador<br />

es capaz de id<strong>en</strong>tificarse.<br />

Más que <strong>en</strong> otros aspectos de la vida, nuestra capacidad<br />

para ejecutar acciones determina también nuestra<br />

capacidad para reconocerlas <strong>en</strong> otros y gozarlas. Igualm<strong>en</strong>te<br />

cuando observamos una obra plástica —El grito<br />

de Edvard Munch o el Grupo de Laocoonte, por ejemplo—,<br />

percibimos un acontecer dramático y le conferimos<br />

un cont<strong>en</strong>ido emocional, <strong>en</strong> gran parte gracias a la<br />

activación del sistema de <strong>neuronas</strong> <strong>en</strong> <strong>espejo</strong> que, además,<br />

le da a nuestra percepción este carácter de recreación<br />

que las hace particularm<strong>en</strong>te int<strong>en</strong>sas. Esto implica,<br />

ciertam<strong>en</strong>te, que los artistas son qui<strong>en</strong>es muestran mayor<br />

s<strong>en</strong>sibilidad ante la obra de arte, y no exclusivam<strong>en</strong>te <strong>en</strong><br />

las artes <strong>escénicas</strong>, sino <strong>en</strong> todas las artes. Las personas<br />

que más pued<strong>en</strong> gozar de la música son músicos, y no<br />

sólo por su compr<strong>en</strong>sión del cont<strong>en</strong>ido simbólico de la<br />

obra, sino por su condición de ejecutantes. Es casi imposible<br />

para un músico evitar que sus manos o dedos<br />

se muevan cuando escucha una melodía que él mismo<br />

ha ejecutado. Se trata de un reflejo de la activación del<br />

sistema de <strong>neuronas</strong> <strong>en</strong> <strong>espejo</strong> que, <strong>en</strong> el proceso de compr<strong>en</strong>sión<br />

del sonido, lleva implícita su ejecución. Es así<br />

también para los bailarines que observan una coreografía<br />

que han ejecutado con anterioridad: ti<strong>en</strong>d<strong>en</strong> a moverse<br />

—casi incontrolablem<strong>en</strong>te— al unísono con la actuación<br />

que observan. Seguir melodías con los pies o golpeteando<br />

con los dedos una superficie corrobora que la percepción<br />

s<strong>en</strong>sorial implica la acción. Vi<strong>en</strong>e a la m<strong>en</strong>te Charles<br />

Chaplin <strong>en</strong> La fiebre del oro comiéndose unas agujetas<br />

como si fueran unos deliciosos espaguetis; su actuación<br />

seguram<strong>en</strong>te será incompr<strong>en</strong>sible para qui<strong>en</strong> no haya disfrutado<br />

de un plato de espaguetis y del <strong>en</strong>rollarlos <strong>en</strong> el<br />

t<strong>en</strong>edor antes de <strong>en</strong>gullirlos.<br />

Las bestias se humanizan cuando se yergu<strong>en</strong>. El minotauro<br />

cuadrúpedo es inof<strong>en</strong>sivo, apela a su bestialidad;<br />

erguido, <strong>en</strong> cambio, apela a nuestra animalidad.<br />

Es la bestia humanizada con la que nos mimetizamos y<br />

que, por tanto, imaginamos que nos imita. Igualm<strong>en</strong>te<br />

METAPOLÍTICA núm. 61 | septiembre-octubre 2008<br />

36<br />

sucede con el oso: erguido se humaniza, plantado <strong>en</strong> sus<br />

cuatro patas es simplem<strong>en</strong>te otro animal. Si Gregorio<br />

Samsa hubiera despertado convertido <strong>en</strong> un cuadrúpedo,<br />

lo imaginaríamos caminando erguido, buscándose<br />

a sí mismo, a su vieja imag<strong>en</strong>. Con una infinidad de<br />

patas y caparazón es irrealizable lo humano. En las artes<br />

<strong>escénicas</strong> la animalidad es siempre repres<strong>en</strong>tada con la<br />

mirada al piso; la humanización de la bestia se logra<br />

con la posición erecta, con la gesticulación y la libertad<br />

de acción de los miembros superiores. Entonces, nos<br />

reconocemos <strong>en</strong> el animal, y podemos atribuirle s<strong>en</strong>timi<strong>en</strong>tos,<br />

imaginarle p<strong>en</strong>sante y sujeto de sufrimi<strong>en</strong>to,<br />

poseedor de una historia de vida. Cuando el animal se<br />

planta <strong>en</strong> el piso pierde esas cualidades porque al mirarlo<br />

dejamos de reconocernos <strong>en</strong> él.<br />

Estas observaciones son parte de los elem<strong>en</strong>tos que<br />

nos obligan a replantear ciertas categorías acerca del sistema<br />

nervioso c<strong>en</strong>tral. Tradicionalm<strong>en</strong>te se han estudiado<br />

los mecanismos de control motor y de la percepción<br />

s<strong>en</strong>sorial como ev<strong>en</strong>tos separados. De hecho, se ti<strong>en</strong>de<br />

a p<strong>en</strong>sar que un acontecimi<strong>en</strong>to primero impacta nuestros<br />

órganos de los s<strong>en</strong>tidos, éstos <strong>en</strong>vían información<br />

al cerebro que posteriorm<strong>en</strong>te la procesa y después se<br />

emite una cierta conducta. Es decir, los procesos de percepción,<br />

análisis y respuesta motora tradicionalm<strong>en</strong>te<br />

se han concebido integrados por etapas que ocurr<strong>en</strong><br />

secu<strong>en</strong>cialm<strong>en</strong>te. Hoy estamos obligados a modificar<br />

esta visión porque son procesos que pued<strong>en</strong> ocurrir de<br />

forma paralela. Las categorías que usamos para p<strong>en</strong>sar<br />

el cerebro y el acontecer psíquico se vuelv<strong>en</strong> más difusas.<br />

No exist<strong>en</strong> actos motores desligados de procesos de<br />

percepción, ni procesos perceptuales indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes<br />

de nuestras capacidades de acción. Se ha demostrado,<br />

por ejemplo, que la percepción visual dep<strong>en</strong>de de la acción,<br />

y que los campos receptivos de <strong>neuronas</strong> corticales<br />

se desplazan con el movimi<strong>en</strong>to de la mano. Es decir, el<br />

cerebro recibe un mapa visual que no está determinado<br />

por la retina (el ojo), sino por la posición de la mano. El<br />

descubrimi<strong>en</strong>to de las <strong>neuronas</strong> <strong>en</strong> <strong>espejo</strong> le ha devuelto<br />

a la m<strong>en</strong>te un cuerpo y al cuerpo una m<strong>en</strong>te, reuniéndolos<br />

finalm<strong>en</strong>te <strong>en</strong> un todo indivisible.<br />

De ahí quizá el horror que significa la inmovilidad<br />

total. No puedo imaginar un torm<strong>en</strong>to peor que el de<br />

la inmovilidad. Además de que seguram<strong>en</strong>te surgirá la<br />

s<strong>en</strong>sación de comezón <strong>en</strong> algún lado del cuerpo y el<br />

deseo incontrolable de rascarse, a largo plazo la inmovilidad<br />

lleva a una modificación de la forma <strong>en</strong> que el sujeto<br />

percibe. La película Johnny tomó su fusil (Johnny Got


His Gun, 1971) de Dalton Trumbo, explora la situación<br />

extrema de un individuo inmovilizado. En esta película,<br />

durante un bombardeo Johnny sufre un daño corporal<br />

masivo que le amputa los cuatro miembros; además le<br />

destruye el rostro, con pérdida de visión, audición, olfato<br />

y gusto. El personaje queda atrapado d<strong>en</strong>tro de sí<br />

mismo, incapacitado para comunicarse. Sin embargo,<br />

luego de un tiempo <strong>en</strong> que únicam<strong>en</strong>te vive de sus memorias,<br />

recuerda que conoce la clave Morse y movi<strong>en</strong>do<br />

la cabeza logra comunicarse; de esta manera pide que lo<br />

sacrifiqu<strong>en</strong>. La <strong>en</strong>fermera —que percibe su sufrimi<strong>en</strong>to—,<br />

ante la negativa de médicos y militares de acabar<br />

con su vida, le ofrece a Johnny, <strong>en</strong> un gesto humanitario,<br />

el único placer posible: la masturbación-felación.<br />

Finalm<strong>en</strong>te, la <strong>en</strong>fermera es alejada del paci<strong>en</strong>te y él<br />

queda abandonado <strong>en</strong> un cuarto oscuro esperando una<br />

muerte “natural”, según dictan las autoridades. Ese es el<br />

verdadero suplicio: el martirio infligido a Johnny, una<br />

forma moderna de crucifixión, paliado por una mujer<br />

g<strong>en</strong>erosa —una María Magdal<strong>en</strong>a.<br />

La música, la danza y el l<strong>en</strong>guaje repres<strong>en</strong>tan un<br />

continuo que resulta fundam<strong>en</strong>tal para el desarrollo<br />

de la actividad m<strong>en</strong>tal, tanto desde el punto de vista<br />

filog<strong>en</strong>ético como ontog<strong>en</strong>ético. La producción y la<br />

compr<strong>en</strong>sión de estas expresiones están <strong>en</strong> la base de los<br />

procesos de hominización. Se ha reconocido el papel<br />

fundam<strong>en</strong>tal del l<strong>en</strong>guaje como distintivo de lo humano;<br />

hoy parece necesario ampliar esta idea para compr<strong>en</strong>der<br />

la comunicación humana <strong>en</strong> toda su ext<strong>en</strong>sión,<br />

incluy<strong>en</strong>do <strong>en</strong> ella a la música, el baile, la danza, la actuación<br />

y otras formas de expresión que forman todo<br />

un espectro expresivo que constituye la base del proceso<br />

de comunicación.<br />

This is why “forms of life” are so important. What matters<br />

to you dep<strong>en</strong>ds on how you live (and vice versa), and this<br />

shapes your experi<strong>en</strong>ce. So if a lion could speak, we would<br />

not be able to understand it. We might realize that “roar”<br />

meant zebra, or that “roar, roar” meant lame zebra, but we would<br />

not understand lion ethics, politics, aesthetic taste, religion,<br />

humor and such like, if lions have these things. We could not<br />

honestly say “I know what you mean” to a lion. Understanding<br />

another involves empathy, which requires the kind of similarity<br />

that we just do not have with lions, and that many people do not<br />

have with other human beings.<br />

Duncan J. Richter, “Ludwig Wittg<strong>en</strong>stein”,<br />

The Internet Encyclopedia of Philosophy,<br />

http://www.iep.utm.edu/w/wittg<strong>en</strong>s.htm<br />

NEURONAS EN ESPEJO l<br />

SOCIEDAD ABIERTA<br />

CUANDO TE MIRO, ME MIRO<br />

La idea de que los otros, nuestros congéneres, pi<strong>en</strong>san y<br />

si<strong>en</strong>t<strong>en</strong> como nosotros, está <strong>en</strong> la base de la interacción<br />

social <strong>en</strong>tre los individuos; nos hace posible <strong>en</strong>t<strong>en</strong>der<br />

que, cuando hablamos con algui<strong>en</strong>, él o ella nos compr<strong>en</strong>de,<br />

que podemos <strong>en</strong>tablar diálogo, reconocer <strong>en</strong> sus<br />

actitudes las nuestras, saber que cuando algui<strong>en</strong> dirige<br />

los ojos a un punto <strong>en</strong> el espacio, está vi<strong>en</strong>do <strong>en</strong> esa dirección.<br />

Este proceso, que permite imaginar <strong>en</strong> el otro a un<br />

ser cognosc<strong>en</strong>te, capaz de s<strong>en</strong>timi<strong>en</strong>tos y p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>tos<br />

como los nuestros, se d<strong>en</strong>omina <strong>empatía</strong>, y es el fundam<strong>en</strong>to<br />

de muchas de nuestras conductas sociales. La<br />

<strong>empatía</strong> explica algunos f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>os como el altruismo<br />

y está <strong>en</strong> la base de la ética laica, ya que apreciar la vida<br />

del otro es apreciar y respetar nuestra propia vida.<br />

Nuestra id<strong>en</strong>tidad se construye <strong>en</strong> el otro, y es a través<br />

del proceso de id<strong>en</strong>tificación con otros individuos<br />

que los sujetos desarrollan un esquema de su propio<br />

yo. La capacidad que t<strong>en</strong>emos de p<strong>en</strong>sarnos a nosotros<br />

mismos se debe <strong>en</strong> gran medida a que sabemos que<br />

otros nos pi<strong>en</strong>san y se pi<strong>en</strong>san a sí mismos. La idea de<br />

que existe un Dios infinitam<strong>en</strong>te solitario y absoluto,<br />

es inquietante. Subsumido todo él <strong>en</strong> su universo, sin<br />

nadie <strong>en</strong> qui<strong>en</strong> reconocerse, incapacitado de p<strong>en</strong>sarse a<br />

sí mismo <strong>en</strong> su infinitud, <strong>en</strong> su tristeza infinita. ¿O es<br />

que realm<strong>en</strong>te el mito de la creación implica que Dios<br />

necesita al hombre tanto como el hombre a su Dios? De<br />

ahí la necesidad de crear al hombre que, según la tradición<br />

judeo cristiana, fue creado por Dios a su imag<strong>en</strong><br />

y semejanza. Pareciera que Dios necesita a sus criaturas<br />

para expandir su id<strong>en</strong>tidad más allá de sí mismo, para<br />

que lo exist<strong>en</strong>te sea posible.<br />

EL ESQUEMA CORPORAL<br />

Tuve la oportunidad de visitar un museo donde se<br />

exponía la obra de Orlan. Se trata de una obra <strong>en</strong> la<br />

que la interv<strong>en</strong>ción sobre el cuerpo es el medio para<br />

la expresión artística. La persona es la obra plástica. La<br />

exposición obligaba al observador a la reflexión sobre<br />

el esquema corporal (ver figura 2). Orlan practica<br />

sobre su cuerpo, mediante infinidad de cirugías, una<br />

coreografía de imág<strong>en</strong>es que se pres<strong>en</strong>tan al espectador<br />

con diversas, a veces <strong>en</strong>contradas, otras veces converg<strong>en</strong>tes,<br />

pres<strong>en</strong>cias. Mi<strong>en</strong>tras Cindy Sherman logró el<br />

mismo efecto, incluso conceptualm<strong>en</strong>te, con disfraces<br />

METAPOLÍTICA núm. 61 | septiembre-octubre 2008<br />

37


SOCIEDAD ABIERTA l ENRIQUE SOTO EGUIBAR<br />

y poses fotográficas, Orlan dio un paso más y mediante<br />

interv<strong>en</strong>ciones quirúrgicas, además de cosméticas, ofreció<br />

su cuerpo para el reconocimi<strong>en</strong>to del otro: el incaico,<br />

el maya o el africano. El recurso de la cirugía obliga<br />

a preguntarse sobre los límites y medios que utilizan los<br />

artistas para transmitir un concepto o crear una obra<br />

artística: ¿hasta dónde es lícito llegar <strong>en</strong> el arte?<br />

Un caso que pone de relieve el concepto de “esquema<br />

corporal” es el de los sujetos que por un daño<br />

cerebral o de vías nerviosas pierd<strong>en</strong> la capacidad para<br />

reconocer como propias algunas partes de su cuerpo.<br />

Este f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>o, d<strong>en</strong>ominado anosognosia, se pres<strong>en</strong>ta<br />

más comúnm<strong>en</strong>te <strong>en</strong> paci<strong>en</strong>tes que sufr<strong>en</strong> una lesión<br />

<strong>en</strong> la circunvolución temporal inferior y regiones perin-<br />

sulares del hemisferio derecho, aunque también —como<br />

magistralm<strong>en</strong>te ha descrito Oliver Sacks— se puede<br />

producir <strong>en</strong> diversos tipos de lesiones, comúnm<strong>en</strong>te de<br />

las extremidades, que pued<strong>en</strong> llevar a un individuo a no<br />

reconocer como propio alguno de los miembros (Sacks,<br />

1988). Quizá algo similar ocurre <strong>en</strong> los perros que se<br />

persigu<strong>en</strong> la cola: no logran reconocerla como propia;<br />

por fortuna, creo que muy pocas veces la alcanzan, aunque<br />

habrá perros contorsionistas que logr<strong>en</strong> pescarla, así<br />

como individuos que pescan su nariz, orejas, ojos, abdom<strong>en</strong><br />

y los somet<strong>en</strong> a cirugía. ¿Exist<strong>en</strong> las <strong>neuronas</strong> <strong>en</strong> <strong>espejo</strong><br />

<strong>en</strong> animales difer<strong>en</strong>tes a los primates superiores? La<br />

investigación aún no ha dado respuestas puntuales pero<br />

es probable que así sea: los perros ladran imitando a otros<br />

perros ladrando (¿o es que más bi<strong>en</strong> platican <strong>en</strong>tre ellos?),<br />

cuando otros perros brincan apr<strong>en</strong>d<strong>en</strong> a brincar; no<br />

así cuando miran a un pájaro, <strong>en</strong> el cual no se reconoc<strong>en</strong>.<br />

METAPOLÍTICA núm. 61 | septiembre-octubre 2008<br />

38<br />

Otro caso de alteración del reconocimi<strong>en</strong>to del<br />

cuerpo es el del miembro fantasma, <strong>en</strong> el cual sujetos<br />

que han sufrido amputaciones ti<strong>en</strong><strong>en</strong> s<strong>en</strong>saciones, comúnm<strong>en</strong>te<br />

dolorosas, <strong>en</strong> el miembro amputado. Aunque<br />

ellos pued<strong>en</strong> reconocer —desde el punto de vista<br />

lógico— que carec<strong>en</strong> de esa extremidad, la si<strong>en</strong>t<strong>en</strong> y <strong>en</strong><br />

ocasiones pued<strong>en</strong> llegar a percibir su movimi<strong>en</strong>to. Se<br />

trata de desórd<strong>en</strong>es de lo que se ha llamado el esquema<br />

corporal. Cuando hablamos de <strong>empatía</strong> hablamos<br />

del otro; cuando nos referimos al esquema corporal lo<br />

que <strong>en</strong>tra <strong>en</strong> juego es la construcción m<strong>en</strong>tal de nuestro<br />

cuerpo, tal como nos p<strong>en</strong>samos a nosotros mismos.<br />

Aunque los otros nos vean dos piernas, si nosotros<br />

s<strong>en</strong>timos sólo una, es difícil que algui<strong>en</strong> nos conv<strong>en</strong>za<br />

de que conoce nuestro cuerpo mejor que nosotros mismos,<br />

que lo habitamos.<br />

NEURONAS EN ESPEJO Y AUTISMO<br />

El electro<strong>en</strong>cefalograma de sujetos normales muestra<br />

una supresión del ritmo Mu <strong>en</strong> regiones s<strong>en</strong>soriomotoras<br />

cuando realizan o cuando observan a otro realizar<br />

actos motores específicos (Oberman et al., 2005, pp.<br />

190-198). Esta modificación <strong>en</strong> la actividad electro<strong>en</strong>cefalográfica<br />

se ha correlacionado con la activación de las<br />

<strong>neuronas</strong> de la región premotora que correspond<strong>en</strong> al<br />

sistema de <strong>neuronas</strong> <strong>en</strong> <strong>espejo</strong>. En contraste, los niños<br />

autistas no muestran la supresión del ritmo Mu cuando<br />

observan a otros sujetos realizar actos motores, lo cual<br />

sugiere que el sistema de <strong>neuronas</strong> <strong>en</strong> <strong>espejo</strong> no se activa<br />

FIGURA 2


normalm<strong>en</strong>te y, por tanto, son incapaces del reconocimi<strong>en</strong>to<br />

empático de las conductas de los otros.<br />

La hipótesis es que <strong>en</strong> los autistas el sistema de <strong>neuronas</strong><br />

<strong>en</strong> <strong>espejo</strong> se desarrolla de forma inadecuada, y eso<br />

es determinante <strong>en</strong> su incapacidad para compr<strong>en</strong>der las<br />

acciones de los demás, produci<strong>en</strong>do una incapacidad para<br />

imaginar que los otros son seres p<strong>en</strong>santes con int<strong>en</strong>ciones<br />

y motivaciones intelectuales semejantes a las propias.<br />

A esto se le ha llamado la teoría de la m<strong>en</strong>te, que consiste<br />

<strong>en</strong> la capacidad de un individuo para imaginar los estados<br />

m<strong>en</strong>tales de sus semejantes. Cada individuo elabora<br />

una teoría de la m<strong>en</strong>te de las otras personas. Cuando<br />

esto no sucede, <strong>en</strong>tonces es incapaz de repres<strong>en</strong>tarse las<br />

emociones y la int<strong>en</strong>cionalidad de la conducta aj<strong>en</strong>a. En el<br />

reconocimi<strong>en</strong>to de los otros parece jugar un papel predominante<br />

la definición de la imag<strong>en</strong> corporal del individuo<br />

y la actividad del sistema de <strong>neuronas</strong> <strong>en</strong> <strong>espejo</strong>.<br />

Pareciera como si el <strong>autismo</strong> fuera <strong>en</strong> cierta forma<br />

antonímico con las artes <strong>escénicas</strong>. Por ello resulta interesante<br />

preguntarse si una terapia que incluya la <strong>en</strong>señanza<br />

de teatro, ballet y diversas formas de actuación<br />

t<strong>en</strong>drá un efecto positivo <strong>en</strong> los autistas, ayudándoles<br />

a desarrollar o a “ejercitar” su sistema de <strong>neuronas</strong><br />

<strong>en</strong> <strong>espejo</strong>. Otra interrogante que surge naturalm<strong>en</strong>te<br />

como consecu<strong>en</strong>cia de la idea de que el <strong>autismo</strong> se<br />

debe a una falla <strong>en</strong> el sistema de <strong>neuronas</strong> <strong>en</strong> <strong>espejo</strong>,<br />

es la posibilidad de usar drogas <strong>en</strong>tactóg<strong>en</strong>as (similares<br />

al éxtasis) <strong>en</strong> la terapia de los niños autistas. Estas<br />

drogas se han d<strong>en</strong>ominado así, <strong>en</strong>tactóg<strong>en</strong>as o empatóg<strong>en</strong>as,<br />

por el hecho de que induc<strong>en</strong> <strong>en</strong> los sujetos que<br />

las consum<strong>en</strong> un increm<strong>en</strong>to notable <strong>en</strong> su capacidad<br />

empática, es decir, <strong>en</strong> su capacidad de compr<strong>en</strong>sión e<br />

id<strong>en</strong>tificación con otros. Un número importante de<br />

estas drogas <strong>en</strong>tactóg<strong>en</strong>as es derivado de las f<strong>en</strong>iletilaminas,<br />

y reci<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te las f<strong>en</strong>iletilaminas <strong>en</strong>dóg<strong>en</strong>as se<br />

han asociado con el s<strong>en</strong>timi<strong>en</strong>to amoroso (no olvidemos<br />

que el éxtasis fue llamado “la droga del amor”).<br />

Se ha propuesto que su producción <strong>en</strong> el cerebro puede<br />

ser des<strong>en</strong>cad<strong>en</strong>ada por diversos ev<strong>en</strong>tos tan simples<br />

como un intercambio de miradas, un roce o un apretón<br />

de manos, lo cual sugiere, además, que el cerebro de una<br />

persona <strong>en</strong>amorada conti<strong>en</strong>e grandes cantidades de f<strong>en</strong>iletilamina,<br />

y que ésta podría ser la responsable <strong>en</strong> gran<br />

medida por las s<strong>en</strong>saciones y modificaciones fisiológicas<br />

que experim<strong>en</strong>tamos cuando ocurre el <strong>en</strong>amorami<strong>en</strong>to,<br />

como vigilia, excitación, taquicardia, <strong>en</strong>rojecimi<strong>en</strong>to e<br />

insomnio” (Wikipedia, 2008).<br />

NEURONAS EN ESPEJO l<br />

SOCIEDAD ABIERTA<br />

A MANERA DE COLOFÓN<br />

El estudio de las <strong>neuronas</strong> <strong>en</strong> <strong>espejo</strong> es hoy uno de los<br />

más prometedores <strong>en</strong> neuroci<strong>en</strong>cias. Su descubrimi<strong>en</strong>to<br />

nos ha provisto de elem<strong>en</strong>tos que nos permit<strong>en</strong> compr<strong>en</strong>der<br />

los procesos cerebrales que están <strong>en</strong> la base de<br />

f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>os conductuales tan complejos como la <strong>empatía</strong><br />

y, particularm<strong>en</strong>te, de algunas de nuestras capacidades<br />

como el apr<strong>en</strong>dizaje por imitación, la compr<strong>en</strong>sión gestual<br />

y, consecu<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te, la compr<strong>en</strong>sión de la actuación.<br />

Apunta a explicarnos también nuestra actuación<br />

preverbal, conductas que no están sujetas a la lógica del<br />

p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to racional y que se explican <strong>en</strong>cad<strong>en</strong>adas a<br />

nuestro actuar. Los descubrimi<strong>en</strong>tos sobre el sistema de<br />

<strong>neuronas</strong> <strong>en</strong> <strong>espejo</strong> nos obligan a rep<strong>en</strong>sar además las<br />

categorías que hemos usado para compr<strong>en</strong>der diversos<br />

aspectos de la cognición, particularm<strong>en</strong>te aquellos que<br />

se relacionan con las formas <strong>en</strong> que concebimos a los<br />

otros. El arte <strong>en</strong> g<strong>en</strong>eral, pero particularm<strong>en</strong>te las artes<br />

<strong>escénicas</strong> <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tran <strong>en</strong> las <strong>neuronas</strong> <strong>en</strong> <strong>espejo</strong> su contraparte<br />

biológica. ■<br />

REFERENCIAS<br />

Arcos-Palma, R. (2008), “Orlan y la hibridación de la id<strong>en</strong>tidad”,<br />

Escáner Cultural, http://revista.escaner.cl/node/783 (consulta<br />

realizada el 2 de junio).<br />

Brown, S. y L. M. Parsons (2008), “The Neurosci<strong>en</strong>ce of Dance”,<br />

Sci<strong>en</strong>tific American, núm. 299, (1) 58-63.<br />

Oberman L. M., et al. (2005), “EEG Evid<strong>en</strong>ce for Mirror Neuron<br />

Dysfunction in Autism Spectrum Disorders”, Cognitive Brain<br />

Research, núm. 24.<br />

Ramachandran, V. S. (2000), “Mirror Neurons and Imitation Learning<br />

as the Driving Force Behind ‘the Great Leap Forward’ in<br />

Human Evolution”, Edge The Third Culture (www.edge.org/<br />

3rd _ culture/ramachandran06/ramachandran06_index.html).<br />

Rizzolatti, G. y L. Craighero (2004), “The Mirror-Neuron System”,<br />

Annual Review of Neurosci<strong>en</strong>ce, núm. 27.<br />

Rizzolatti, G. y C. Sinigaglia (2006), Las <strong>neuronas</strong> <strong>en</strong> <strong>espejo</strong>: los<br />

mecanismos de la <strong>empatía</strong> emocional, Barcelona, Paidós.<br />

Sacks, O. (1988), Con una sola pierna, Barcelona, Anagrama.<br />

Shulguin, A. (1999), “La legalización de ciertas drogas debería de<br />

ir acompañada de educación”, Muy Interesante, Año XVI, núm.<br />

2, febrero.<br />

Soto, E. y R. Vega (2007), “El sistema de <strong>neuronas</strong> <strong>en</strong> <strong>espejo</strong>”, Elem<strong>en</strong>tos,<br />

núm. 68.<br />

Stanislavsky, K. (1981), Un actor se prepara, México, Diana.<br />

Trumbo, D. (1971), Johnny Got His Gun, película basada <strong>en</strong> la novela<br />

del propio Trumbo publicada <strong>en</strong> 1939.<br />

Wikipedia (2008), “F<strong>en</strong>iletilamina”, http://es.wikipedia.org/wiki/<br />

F<strong>en</strong>iletilamina (consulta del 18 de julio).<br />

METAPOLÍTICA núm. 61 | septiembre-octubre 2008<br />

39

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!