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La invasión de los hidrosimios

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Librodot <strong>La</strong> <strong>invasión</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>hidrosimios</strong> R. L. Stine<br />

Scott o Glen trataban <strong>de</strong> hacerle lo mismo, Mac se negaba. Se sentaba y esperaba que la<br />

trajera uno <strong>de</strong> <strong>los</strong> dos.<br />

-¡Eh! ¿No te parece que Mac está encogiendo? -preguntó Scott recogiendo la pelota.<br />

-Sí. Creo que sí. Parece más pequeño... y aburrido.<br />

Scott tiró la pelota a Mac.<br />

Pero Mac no le hizo caso. Se arrastró lentamente hasta la mesa <strong>de</strong> Scott y, como si fuera<br />

un reptil, trepó por la mesa y se metió en el acuario.<br />

Scott lo observó flotando en el agua.<br />

-¡Mira! -le dijo a Glen-. Está empezando a hincharse otra vez. Me parece que no pue<strong>de</strong><br />

estar mucho rato fuera <strong>de</strong>l agua. Se agota.<br />

-Deberíamos <strong>de</strong>jarlo <strong>de</strong>scansar -sugirió Glen tomando su chaqueta-. ¿Por qué no vamos<br />

al centro comercial a jugar con el nuevo vi<strong>de</strong>ojuego?<br />

Scott sacó su chaqueta <strong>de</strong> la cama.<br />

-¿Por qué quieres hacerlo? Sueñas con ese vi<strong>de</strong>ojuego. No creo que sea muy bueno para<br />

ti.<br />

-El único que sueña aquí eres tú -contestó Glen, dirigiéndose a la puerta.<br />

-Pero si te estrellas en el momento en que pisas el pedal -dijo Scott. Miró la habitación<br />

buscando su gorra <strong>de</strong> béisbol. Estaba colgada <strong>de</strong> su silla, cerca <strong>de</strong>l acuario <strong>de</strong> Mac. <strong>La</strong> tomó y<br />

se la puso en la cabeza.<br />

-Pues la única razón por la que tú no te estrellas en seguida es porque no pasas <strong>de</strong> <strong>los</strong><br />

diez kilómetros por hora -replicó Glen cuando bajaban las escaleras-. ¡Quien llegue antes a la<br />

parada <strong>de</strong>l ómnibus será el primero en jugar! -gritó Glen. Atravesó la puerta <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> Scott y<br />

echó a correr por la calle.<br />

-<strong>La</strong> única manera <strong>de</strong> que me ganes es haciendo trampas -dijo Scott, corriendo <strong>de</strong>trás <strong>de</strong><br />

él. Luego se <strong>de</strong>tuvo.<br />

-¡Espera! El acuario <strong>de</strong> Mac no tiene tapa. Tenemos que volver y taparlo con alguna<br />

cosa.<br />

Glen dio media vuelta y siguió corriendo <strong>de</strong> espaldas hacia la parada <strong>de</strong>l ómnibus.<br />

-No te preocupes -dijo-. Mac está <strong>de</strong>scansando. ¿Qué podría pasar?<br />

-¡Cuidado! -gritó Glen-. ¡Te vas a estrellar!<br />

Pero era <strong>de</strong>masiado tar<strong>de</strong>. Scott ya había perdido el control <strong>de</strong>l coche <strong>de</strong>l vi<strong>de</strong>ojuego.<br />

Cerró <strong>los</strong> ojos en el momento en que estaba a punto <strong>de</strong> estrellarse contra la pared. El sonido<br />

<strong>de</strong>l choque retumbó a su alre<strong>de</strong>dor.<br />

Thun<strong>de</strong>r Race era el mejor vi<strong>de</strong>ojuego <strong>de</strong> la sala. Los asientos <strong>de</strong>l coche se balanceaban<br />

como si realmente estuvieran participando en una carrera. <strong>La</strong> pantalla <strong>de</strong> ví<strong>de</strong>o era gigante. Y<br />

<strong>los</strong> altavoces hacían que todo sonara real.<br />

-Dame otro cuarto <strong>de</strong> dólar -dijo Scott a Glen. Lo estaba pasando tan bien que casi se<br />

había olvidado <strong>de</strong> Mac.<br />

Casi.<br />

No podía <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> preguntarse si no <strong>de</strong>berían haber utilizado agua <strong>de</strong>stilada para criar a<br />

<strong>los</strong> <strong>hidrosimios</strong>. Tenía miedo <strong>de</strong> que el agua <strong>de</strong>l lago<br />

Fear hubiera hecho que Mac creciera... <strong>de</strong> manera extraña.<br />

-Ni hablar -se negó Glen-. Es mi turno.<br />

-Vamos -suplicó Scott, negándose a abandonar el asiento <strong>de</strong>l conductor-. Yo te he<br />

<strong>de</strong>jado jugar dos veces.<br />

- Sí, pero es mi último cuarto <strong>de</strong> dólar -dijo Glen-. ¡Y me toca a mí!<br />

- Si tú has jugado dos veces en un turno, yo también tengo que jugar dos veces en un<br />

turno -insistió Scott.<br />

Buscó en <strong>los</strong> bolsil<strong>los</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> pantalones en busca <strong>de</strong> cambio. Nada. Revisó <strong>los</strong> <strong>de</strong> su<br />

chaqueta.<br />

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