39 - Universidad del Azuay
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d a t o s p a r a l a h i s t o r i a<br />
...al parecer don<br />
Francisco tenemasa era un<br />
huacacamayo, es decir, un<br />
sacerdote a la usanza de la<br />
religión prehispánica, cargo<br />
éste que no le permitía<br />
ejercer la nueva fe…<br />
que desea se entregue a sus parientes: un par<br />
a cada uno de sus hijos y el quinto para su<br />
esposa doña Constanza.<br />
Elemento muy importante en los rituales<br />
andinos fue la chicha “simple” o mezclada<br />
con plantas alucinógenas. Para el efecto,<br />
nuestro cacique disponía de recipientes<br />
para guardarla. Algo que deja ver el gran<br />
valor que éstos tenían para su dueño es que<br />
incluso poseían sus propios nombres, pues<br />
los traspasa a sus hijos de este modo: a don<br />
Francisco, una magma (tinajón grande de<br />
uso exclusivo para esta bebida) o guanbrar,<br />
“pintada”; a don Felipe, una colorada; a don<br />
Cristóbal, una guarcota; finalmente, a don<br />
Sebastián, una malta (olla) blanca, grande;<br />
además, deja a su sobrino Lorenzo “una<br />
malta grande, el pesqueço blanco”. Estos<br />
recipientes así como los queros y los “cocos”<br />
en manos de don Francisco Tenemasa<br />
muestran, por un lado, la muy importante<br />
presencia inca en suelo cañari, ya que estos<br />
dirigentes de Azogues son descendientes de<br />
mitimaes al ser guangras - guaranga -, y no<br />
de lugareños; por otro, la cerámica “pintada”<br />
con nombre propio debe ser tomada con<br />
más detenimiento pues a través de la pintura<br />
los aborígenes representaban su visión <strong>del</strong><br />
mundo y de su historia…<br />
Por todo lo anotado, al parecer don<br />
Francisco Tenemasa era un huacacamayo, es<br />
decir, un sacerdote a la usanza de la religión<br />
prehispánica, cargo éste que no le permitía<br />
ejercer la nueva fe…<br />
Otro aspecto de su religiosidad don<br />
Francisco muestra en 1598, al estar al frente<br />
en la segunda construcción de templo católico<br />
<strong>del</strong> “Señor de la Respiración y Vellaflor”<br />
-conocido actualmente como “Señor de<br />
Flores”- efectuada en Opar en las faldas <strong>del</strong><br />
cerro Abuga. Sin embargo, en este sector y<br />
en estas construcciones también se constata<br />
la presencia de prácticas religiosas ancestrales,<br />
pues se menciona entre sus toponimias<br />
machay -lugar donde se guarda las momias-,<br />
sillas o usnos, así como términos tales como<br />
“renacientes” alusivo a las cuatro edades <strong>del</strong><br />
mundo, según la cosmovisión andina, entre<br />
otros asuntos. En estos actos don Francisco<br />
muestra una mezcla de su religiosidad aborigen<br />
prehispánica y católica.<br />
…Y LOS AMORÍOS<br />
El aristócrata don Francisco Tenemasa<br />
también manifiesta en su postrer documento<br />
estar casado “según horden de la Santa<br />
Madre Yglesia” con doña Constanza, con<br />
la cual ha procreado dos hijos legítimos:<br />
don Felipe y don Cristóbal; sin embargo,<br />
más a<strong>del</strong>ante aclara “para descargo de [su]<br />
conçiençia y porque Dios [le] perdone [sus]<br />
pecados que los engendró cuando estuvo casado<br />
con doña Isabel Guayachu, su primera<br />
mujer; también señala que engendró a don<br />
Francisco Tenemasa “el mozo” en otra mujer<br />
y “en otra yndia ube -continúa- ansímesmo<br />
por mi hijo a don Felipe”.<br />
Resulta interesante la mención de las<br />
cuatro mujeres, dos nobles, pues llevan el<br />
título honorífico de doña, y las otras, al parecer<br />
“<strong>del</strong> común”, ya que al momento de legar<br />
bienes don Francisco ellas están presentes<br />
en el documento así como sus vástagos. En<br />
él, el cacique indica que a Isabel Guayachu,<br />
madre de su primogénito, don Francisco<br />
Tenemaça “el moço” “por servicios que [le] a<br />
hecho y buenas obras y para descargo de [su]<br />
conçiençia” le deja, en muestra de un trato<br />
igualitario al de su legítima esposa, la mitad<br />
de su casa que posee en Cuenca mientras<br />
la otra cede a ésta, aunque más a<strong>del</strong>ante<br />
rectifica, transfiriendo la casa únicamente<br />
para doña Constanza, pero a Isabel le cede<br />
“todas las menudencias que tiene en su casa<br />
<strong>del</strong> Açogue… por el serviçio de más de<br />
quarenta años que le debo”.<br />
Entre los múltiples elementos que definían<br />
en tiempos prehispánicos a los caciques,<br />
estaba el de poder contar con varias mujeres.<br />
En cambio, durante la Colonia había que<br />
mostrar reconocimiento a las leyes religiosas<br />
y civiles desposándose con una sola mujer y<br />
con ello “expresar” respeto por estas disposiciones.<br />
Pero en los protocolos notariales<br />
algunas veces se transparentan casos como<br />
cuando el cacique -al igual que don Francisco<br />
Tenemasa- muestra a otras mujeres como sus<br />
sirvientes, según la terminología española, o<br />
señalándoseles algún legado “por serbiçio y<br />
buenas obras que me a hecho”. En las vidas<br />
de otros caciques andinos se ha constatado<br />
que era práctica frecuente este señalamiento<br />
de “buenas obras” y de “servicios”, en el<br />
sentido de “favores” y no de sumisión, a otras<br />
mujeres de su casa, pero que en la Colonia<br />
éstas pasaban por concubinas, convirtiéndolo<br />
con ello a él en un amancebado. En el caso<br />
de Isabel, el “servicio” fue por el tiempo de<br />
40 años, toda una vida. A pesar de esto, don<br />
Francisco Tenemasa muestra deferencia para<br />
su esposa legítima, ya que le deja en herencia<br />
dos “trompetas” así como un quero, con<br />
todo su valor ritual ya señalado; una yacolla<br />
-prenda de vestir identitaria de las aristócratas<br />
incas- y una gargantilla de plata y quentas<br />
coloradas y una medalla de oro guarneçida<br />
y ella es -añade- de piedra verde. Al final de<br />
cuentas, doña Constanza recibió honores<br />
que le correspondían por ser la esposa de<br />
un guaranga, lo que le ponían en altísimo<br />
nivel social en el mundo andino, a decir <strong>del</strong><br />
cronista indio de inicios <strong>del</strong> siglo XVII, Felipe<br />
Huaman Poma de Ayala, y ser la esposa legítima<br />
según Derecho español. Es posible que<br />
las cuentas coloradas hayan sido elaboradas<br />
con spóndylus y sean símbolos <strong>del</strong> poder de<br />
cacique. En todo caso nuestro cacique sí habría<br />
tenido las prerrogativas que le concedía<br />
su posición en tiempos prehispánicos pues<br />
al juzgar por la fecha de su testamento, pudo<br />
haber nacido apenas llegados los españoles<br />
y era muy poca la práctica que habría tenido<br />
en los usos europeos, o simplemente no los<br />
acataba plenamente, tal como lo demuestra<br />
en su religiosidad; a veces sí las obedecía<br />
totalmente, como se confirma por la nueva<br />
denominación que da a sus hijos: don Felipe<br />
y don Cristóbal, habidos en doña Constanza,<br />
son mencionados como legítimos, legalizados<br />
a través <strong>del</strong> testamento, en cambio el<br />
resto los son como bastardos.<br />
El testamento de don Francisco también<br />
señala que doña Constanza tiene una nieta,<br />
Jerónima, a quien nuestro cacique no la<br />
reconoce como suya. Puede ser que doña<br />
Constanza haya contraído algún otro matrimonio<br />
a la usanza aborigen claro está, o por<br />
lo menos hijos y que no son de él. También<br />
puede ocurrir que al ser estos personajes,<br />
a todas luces originarios de la zona este de<br />
Cusco -Abancay, en donde el apellido guaranga<br />
es muy común-, esté vigente en ellos<br />
el sistema de linaje que el etnohistoriador<br />
Zuidema ha llamado “descendencia paralela”,<br />
el mismo que permite que los varones<br />
hereden a sus padres y las mujeres a sus<br />
madres; así pues, doña Jerónima sí sería nieta<br />
carnal de don Francisco, pero sólo por vía<br />
española. Otros indicios de “descendencia<br />
paralela” se los tiene en Azogues en doña<br />
Margarita Supacela, india aristócrata de este<br />
pueblo y contemporánea de don Francisco;<br />
sistema que volveremos a encontrar pero<br />
solo en el último tercio <strong>del</strong> siglo XIX en<br />
el caso de Francisca Morquecho, quien es<br />
hija legítima de Francisca Morquecho y de<br />
Joaquín Andrade.<br />
De otro lado, el afecto paternal de don<br />
Francisco para sus hijos es casi por igual. Por<br />
un lado, les hereda a cada uno un quero.<br />
A su primogénito ilegítimo don Francisco<br />
Tenemasa “el mozo” incluso le reconoce<br />
con el título de don a pesar de que parece<br />
ser hijo de una “india <strong>del</strong> común” y no de<br />
alguna aristócrata. A todos les beneficia con<br />
tierras y con una que otra prenda de vestir<br />
así como con joyas, algunas de tradición<br />
aborigen como: “una gargantilla de quentas<br />
verdes y coloradas”, otras “<strong>del</strong> tiempo viejo”.<br />
Es posible que las cuentas verdes hayan<br />
sido elaboradas con jade y las coloradas con<br />
spóndylus. Asimismo estas gargantillas pueden<br />
haber sido símbolos que representen la<br />
distinción de cacique. Llama la atención que<br />
don Francisco no menciona para nada la sucesión<br />
de su cargo para alguno de sus hijos, o<br />
de sus parientes, aunque sabemos por otros<br />
documentos que don Sebastián llegó a ser<br />
4 / Co l o qu i o • Re v i s ta d e la u.d.a. • oC t u b R e - diCiiembRe 2008 Co l o qu i o • Re v i s ta d e la u.d.a. • oC t u b R e - diCiembRe 2008 / 5<br />
cacique de los guangras -guaranga-, luego de<br />
ser reconocido como tal por las autoridades<br />
españolas, así como por su pueblo en una<br />
ceremonia de corte ancestral.<br />
Los españoles llegaron a América con<br />
sus propias normas para la vida material y<br />
espiritual de estas tierras; pero pronto éstas<br />
penetrarían en diferente grado entre los<br />
aborígenes.<br />
La clase dirigente y, entre ella, los caciques<br />
o señores étnicos, fueron los personajes<br />
que, desde el inicio de la colonización, mostraron<br />
su participación en los diferentes eventos<br />
que se iban dando; asimismo, fueron los que<br />
más pronto se vieron afectados por ellos.<br />
En el campo religioso, algunos de los<br />
nuevos practicantes fueron los caciques quienes,<br />
en ocasiones, como en el caso de don<br />
Francisco Tenemasa, también eran sacerdotes<br />
según las prácticas ancestrales, lo cual les<br />
permitió continuar, aunque solapadamente,<br />
con sus cultos al amparo de algunos elementos<br />
de la nueva fe o, si no, como en el caso<br />
de este cacique, moviéndose abiertamente<br />
entre dos tipos de creencias: la de sus mayores<br />
y la nueva. En otros casos, tuvo relación<br />
con los cambios que dio su vida amorosa, por<br />
lo menos en el papel, ante las nuevas leyes<br />
civiles y religiosas que le imponía el nuevo<br />
orden: sus esposa/as y sirvienta/as ya no<br />
podían ser mostradas como su familia, solo<br />
una podía ser su legítima esposa; no así sus<br />
hijos habidos, a veces en varias mujeres que,<br />
sí podían ser presentados, pero mostrando<br />
estos cambios mediante sus denominaciones<br />
de legítimos y/o bastardos, y ya no como<br />
hijos “principales” y “secundarios”, términos<br />
que muchas veces significaba únicamente<br />
el grado de aprecio que les manifestaba su<br />
padre durante la época anterior a la llegada<br />
de los europeos.<br />
En el caso de la vida de don Francisco<br />
Tenemasa, también se muestra cómo algunos<br />
caciques locales y regionales han sido señalados<br />
indiscriminadamente como cañaris<br />
cuando, en verdad, no lo son. Sin embargo,<br />
en la actualidad una calle de Azogues lleva<br />
el nombre de “cacique Tenemaza”, designación<br />
que ha sido dada por su Municipio<br />
desde 1907.<br />
El testamento de don Francisco también señala que doña<br />
Constanza tiene una nieta, Jerónima, a quien nuestro cacique<br />
no la reconoce como suya.