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E - Plan Nacional de Lectura - Educ.ar

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jes hubieran invadido su casa. Sintió que <strong>de</strong>liraba y divagaba<br />

y sudaba y que la cabeza le estaba por estall<strong>ar</strong>. Todo estaba al<br />

revés. Esa china que podía ser su sirvienta en su cama y ese<br />

hombre <strong>de</strong>l que ni siquiera sabía a ciencia cierta si era policía,<br />

ahí, tomando su coñac. La casa estaba tomada.<br />

–Qué le hiciste –dijo al fin el negro.<br />

–Señor, mida sus palabras. Yo lo trato con la mayor consi<strong>de</strong>ración.<br />

Así que haga el favor <strong>de</strong>...<br />

El policía o lo que fuera lo ag<strong>ar</strong>ró <strong>de</strong> las solapas y le dio<br />

un puñetazo en la n<strong>ar</strong>iz. Anonadado, el señor Lan<strong>ar</strong>i sintió<br />

cómo le corría la sangre por el labio. Bajó los ojos. Lloraba.<br />

¿Por qué le estaban haciendo eso? ¿Qué cuentas le pedían?<br />

Dos <strong>de</strong>sconocidos en la noche entraban en su casa y le pedían<br />

cuentas por algo que no entendía y todo era un manicomio.<br />

–Es mi hermana. Y vos la <strong>ar</strong>ruinaste. Por tu culpa, ella se<br />

vino a trabaj<strong>ar</strong> como muchacha, una chica, una chiquilina, y<br />

entonces todos creen que pue<strong>de</strong>n llevársela por <strong>de</strong>lante. Cualquiera<br />

se cree vivo, ¿eh? Pero hoy ap<strong>ar</strong>eciste, porquería, ap<strong>ar</strong>eciste<br />

justo y me las vas a pag<strong>ar</strong> todas juntas. Quién iba a<br />

<strong>de</strong>cirlo, todo un señor...<br />

El señor Lan<strong>ar</strong>i no dijo nada y corrió al dormitorio y<br />

empezó a sacudir a la chica <strong>de</strong>sesperadamente. La chica<br />

abrió los ojos, se encogió <strong>de</strong> hombros, se dio vuelta y siguió<br />

durmiendo. El otro empezó a golpe<strong>ar</strong>lo, a pate<strong>ar</strong>lo en la boca<br />

<strong>de</strong>l estómago, mientras el señor Lan<strong>ar</strong>i <strong>de</strong>cía no con la cabeza<br />

y <strong>de</strong>jaba hacer, anonadado, y entonces fue cuando la chica<br />

<strong>de</strong>spertó y lo miró y le dijo al hermano:<br />

–Este no es, José –lo dijo con una voz seca, inexpresiva, cansada,<br />

pero <strong>de</strong>finitiva. Vagamente el señor Lan<strong>ar</strong>i vio la c<strong>ar</strong>a<br />

atontada, <strong>de</strong>spavorida, humillada <strong>de</strong>l otro y vio que se <strong>de</strong>tenía<br />

bruscamente y vio que la mujer se levantaba, con pesa<strong>de</strong>z, y<br />

por fin, sintió que algo tontamente le <strong>de</strong>cía a<strong>de</strong>ntro "Por fin se<br />

me va este maldito insomnio" y se quedó bien dormido. Cuan-<br />

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