libro SILENCIOS ROTOS DEL PIÑEIRO 04 11 a curvas - Hospital ...
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Silencios Rotos del Piñeyro<br />
¿A MODO DE INICIAR MEMORIAS?<br />
Llamémosle un reencuentro para los reencuentros… ¡Sí! Sin caer en<br />
decadentes nostalgias y sí y no queriendo se empalidece el alma, que se<br />
sepa que del color amarillo de mi querido Paul Gauguin o de la flor de la<br />
retama, de la retama lejana y brillante (a la entrada del hospital). Y que allá<br />
está parecida a mis recuerdos: meses ya que esa plantita me enjardiniza el<br />
espíritu y me aromatiza los sentimientos, para este tan ansiado<br />
reencuentro con ustedes, mis nuevos amigos, mis nuevos colores.Y juntos,<br />
elevadamente juntos (escribo desde una terraza), pero desde este<br />
imaginario y alto sitial lindazo de retamas y recuerdos pensamos en una<br />
unidad; busquémosla (como Danubio busca un gol) como un título<br />
nobiliario.<br />
El color es la aristocracia del espíritu. Así fue que llevado por estas<br />
locurezcas reflexiones empecé cuando muchacho mis primeros cuadros al<br />
óleo. Fue por aquella edad que un puño cerrado me quebró el caballete<br />
nasal. No obstante, atrevidamente paciente e inspirado, conseguí unos<br />
multicolores pomos, me fabriqué los primeros bastidores y un caballete de<br />
madera, como los tradicionales pintores decimonónicos (¿los pinceles?) mi<br />
mujer solidaria y amorosamente me donaba un mechón de su largo y suave<br />
pelo. En mi creativo tallercito casero yo elaboraba todos los materiales<br />
posibles en el viejo caserón de mi querida y perdida “Vieja”. También<br />
arreglando radios y TV (¡de válvulas!). De ahí también salió la primera<br />
canoa, “a posteriori” mis fluviales y uruguayazos viajes, surgió también el<br />
primer torno eléctrico (con colaboración de Yamandú, otro “Noble” de alma,<br />
amigo, familiar, extraño paralelismo de corazón y de mente, que aún hoy<br />
me visita ritualmente con su afecto y su agua mineral). Fabriqué la primera<br />
arma defensiva “pace maker” para cristalizar la ingeniería de Samuel Colt y<br />
dejarlo desde el paisito como un cohetero brasilero (¡era arma de<br />
avanzada, pesada, rústica e insegura!). Recuerdo que la mandé armar<br />
pa'dar más impresión o más pinta.<br />
¡No faltaba más! Y a mi lado, siempre compañero y leal como un primo<br />
hermano, el perro Landrú, el amado ejemplar de Collie (de quien también<br />
obtuve algún pincel de su lacio pelambre).<br />
Todo esto que narro, ¡hay juventud!, enmarcado musicalmente con el genio<br />
de Wagner, de Mahler y por supuesto del maestro Francisco Canaro<br />
(Gracias, padre por hacérmelo oír desde gurí).<br />
A propósito de Landrú, confieso a quien me lea que yo amo los perros (y que<br />
conste que conozco todas las faunas), estoy en deuda con ellos sin<br />
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