El nuevo auditorio de Lugo se encarece en 6 millones y estará listo ...

martes 1 de JUNIO de 2010
w w w . e l p r o g r e s o . e s
el PrOGresO
edIta: eL PrOgresO de LUgO, s.L. depósito Legal LU-2-1958. franqueo concertado 27-3.
N
OS MEUS tempos na
Coruña, moi noctívagos,
adoitaba ir de
cando en vez polo bingo. Ás
dúas da mañá, hora en que
rematabamos os de Peche,
era un dos poucos sitios onde
podías ir comer algo. Había un
ao que iamos xuntos o redactor
xefe de Peche e máis eu, e
no que pediamos sempre un
‘perfecto’, un rico bocadillo
que levaba xamón e un bisté
de tenreira. A aquelas horas,
Manuel Abelairas, ayer.
de re varia
ángel vAqueIRO
xogando
mentres viamos unha peli de
vídeo na antesala do bingo, na
cafetería, sabía a gloria. Se re-
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matabamos a ‘cea’ antes das
tres, subiamos a xogar algún
cartón. Era moi curiosa a xente
que se xuntaba naquel último
momento; ás veces, eran
a mesma dun día para outro,
persoas ás que non lles importaba
que a esa hora os premios
non fosen gran cousa, porque
eramos poucos. Daquela, o
bingo era, en certos ambientes,
unha cousa ‘chic’, á que
mesmo os Ozores lle dedicaran
unha das súas infumables pe-
manuel abelairas fernández
Presidente de los veteranos del Cd Lugo y ex árbitro / 75 años
«De un partido salí
escoltado y con peluca»
textO: m.p. fOtO: pepe álvez
LLegó aL arbitraje después de ser jugador del CD
Lugo, equipo con el que fichó en 1959. Por aquel
entonces, un futbolista local cobraba seiscientas
pesetas al mes. La mayoría de los que vivían exclusivamente
del balón eran foráneos, que tenían un
sueldo más aparente gracias a los suplementos por
traslado. Manuel Abelairas Fernández puso en marcha
por aquella época su empresa de construcción y
se vio obligado a faltar a algunos entrenamientos.
Apoyado por el entrenador de entonces, Michines,
acabó por dejar el equipo y centrarse en su firma.
Pero no se alejaría del fútbol, dos conocidos árbitros
martes
mil batallas
lículas. Co tempo, acabamos
por deixar de ir. O meu compañeiro
e máis eu volvéramos
anos despois, e daquela o bingo
xa estaba de capa caída. Dicían
que a culpa era do casino
que viña de abrir na Coruña.
Agora coido que era algo premonitorio,
porque o que está a
acabar cos bingos, como pasou
hai unhas semanas en Lugo,
é o xogo en internet, que non
deixa de ser un enorme casino
virtual.
susurrOs POr AnTOnIO RIvA
[ gómez Besteiro ha logrado imponer
un nuevo estilo en la diputación. tanto
en el fondo como en las formas. así, por
ejemplo, resulta habitual verlo al volante
y renunciando al boato de chófer y coche
oficial, lo que es de agradecer en tiempos
de crisis. ▶ su antecesor, Francisco
Cacharro, se ha ido de la política, pero
no del todo. ¡Ojo! dicen que algo anda
tramando para las municipales. ]
lucenses le convencieron para que se sacara la licencia
y en 1964 lo hizo. Juzgaba los partidos de los modestos,
los equipos por debajo de la tercera división,
entonces conocida como categoría nacional.
Un año le bastó para subir de categoría y pocos
más para demostrar que tenía el reglamento muy
clarito. Se ganó fama de duro y en 1968 todos los
equipos gallegos le recusaron, acusándolo de gafe.
El presidente del colegio nacional le llamó entonces
a arbitrar un partido en Madrid, quería ver cómo
se comportaba en el terreno de juego. «Fue en Carabanchel.
Tuve que salir escoltado por la Policía
y con peluca para que no me reconocieran», dice.
Convenció sobradamente al colegio.
Recorrió media España de partido en partido.
Cuenta que en la Transición le enviaron muchos
fines de semana al País Vasco, «donde ocurrían
todos los follones» y reconoce que ha tenido que
escuchar de todo, si bien jamás le han agredido.
De cualquier forma, comprende que los equipos
quieren ganar y sus forofos que éstos ganen «como
sea», aunque tiene claro que un árbitro «no puede
perder los nervios o dejar que un jugador dirija el
partido». A su juicio, la clave está en la forma física,
un buen estado permite al ábitro estar siempre a la
altura de la jugada y ahí, «no hay discusión». Hoy,
que lleva 33 años como presidente de los veteranos
del CD Lugo, le gusta ver a su equipo en el campo.
No le interesa ir a los bares porque «la visión de un
forofo y la mía nunca van a coincidir». La suya sigue
siendo la de un árbitro.