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LECTURA TEOLOGAL DE LA VIDA EN PRISIÓN

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<strong>LECTURA</strong> <strong>TEOLOGAL</strong> <strong>DE</strong> <strong>LA</strong> <strong>VIDA</strong> <strong>EN</strong> <strong>PRISIÓN</strong><br />

I. INTRODUCCIÓN<br />

ESQUEMA<br />

Pedro Fernández Alejo, trinitario<br />

II. <strong>LA</strong> PRIVACIÓN <strong>DE</strong> LIBERTAD: SUFRIMI<strong>EN</strong>TO Y ESPERANZA<br />

1. La cárcel: “cementerio de hombres vivos”<br />

2. La “persona” presa<br />

Quién es esa persona:<br />

*desde la perspectiva social<br />

*desde la óptica cristiana<br />

Perfil de la personalidad del preso<br />

*<br />

Perfil de la personalidad delincuencial<br />

*Rasgos<br />

*Perfil de internos con manifiesta conducta antisocial<br />

*Rasgos más destacados<br />

III. <strong>LA</strong> CÁRCEL: INFIERNO Y GLORIA<br />

1. Lugar de “infierno”<br />

2. Lugar “gloria”<br />

3. Lugar “teofánico”<br />

3,1. A la búsqueda del tesoro perdido<br />

3,2. A la búsqueda del verdadero tesoro: Cristo<br />

IV. <strong>LA</strong> CÁRCEL: SAGRARIO Y PRES<strong>EN</strong>CIA <strong>DE</strong>L CRISTO RE<strong>DE</strong>NTOR Y<br />

LIBERTADOR<br />

1. Lugar “sagrado”<br />

2. Lugar de “nueva evangelización”<br />

Abriendo caminos de evangelización en la cárcel<br />

Cómo me sitúo yo ante los presos<br />

Mis motivaciones existenciales<br />

Mis motivaciones desde la fe<br />

2


<strong>LECTURA</strong> <strong>TEOLOGAL</strong> <strong>DE</strong> <strong>LA</strong> <strong>VIDA</strong> <strong>EN</strong> <strong>PRISIÓN</strong><br />

I.- INTRODUCCIÓN<br />

Pedro Fernández Alejo, trinitario<br />

La verdad es que no es fácil hacer una “lectura teologal de la vida en prisión” sin<br />

haberla padecido ni sufrido. Sentirla, sí; porque son tantos años de contacto con el dolor,<br />

el sufrimiento, la soledad, la amargura, la frustración, el abandono, la desesperación, que<br />

siempre algo se te pega. Experimentamos como una especie de ósmosis por la que se nos<br />

vamos impregnando, casi sin darnos cuenta, todo el drama humano y espiritual que sufren<br />

nuestros hermanos en prisión. Y esto nos convierte en cómplices, sufridores empáticos de<br />

una realidad, que no es la nuestra, pero que la sientes hasta el tuétano de tus huesos y<br />

que te llega a hasta el alma. Y te hace sufrir, padecer con ellos, sentir hondamente la<br />

“compasión”, hasta el punto que llegas a ofrecerte como “cirineo” para llevar su cruz y<br />

compartir con ellos su propio calvario. Te haces amigo y compañero de un viaje marcado<br />

por la frustración, la desesperación, la inutilidad, el fracaso total.<br />

Pero no todo en esta vida tiene por qué acabar mal, ni todo tiene que ser negativo ni<br />

frustrante, ya que nosotros, por lo menos, nos mantenemos muy vinculados con la<br />

ESPERANZA, pues de ella nos nutrimos, y con ella vivimos por la fuerza de la fe y del<br />

amor en Cristo resucitado.<br />

En el mundo o submundo de la cárcel nos movemos y existimos recibiendo y dando,<br />

ofreciendo y compartiendo, enriqueciéndonos e iluminando, tocando la mismidad de Dios<br />

difuminado en la soledad de una celda o en el espacio impersonal de un patio de la<br />

prisión. Pero todo ello es encuentro, es mirada, es saludo, es cercanía, es visualizar la<br />

imagen nítida de un Cristo con rostro humano, pero la imagen real de un Cristo herido,<br />

despreciado, abandonado, maltratado y torturado, denigrado, que tiene que cargar, en<br />

soledad, con una cruz insoportable, que, en ocasiones, aparece algún cirineo, en otras, la<br />

tiene que llevar desde la más completa soledad.<br />

Ver, tocar, palpar, al estilo y exigencia del apóstol Tomás, es lo que a nosotros nos<br />

gustaría y desearíamos que fuera el mismo Cristo a quien viéramos y tocáramos, pero la<br />

realidad es la que Él mismo nos ofrece y advierte: “todo lo que hicisteis a uno estos, mis humildes<br />

hermanos, a mi me lo hicisteis” 1 . Por eso la misión que realizamos desde la Pastoral Penitenciaria,<br />

tiene esa magia tan especial que te permite ver, tocar, contemplar, saludar, abrazar,<br />

besar, … en el preso o la presa, al mismo Jesús. De ahí que podemos contarnos entre los<br />

más privilegiados de sus discípulos-testigos-enviados, ya que tenemos la dicha de<br />

encontrarnos entre aquellos a quienes el mismo Jesús llamó bienaventurados, entre<br />

aquellos con quienes Jesús se identifica, y que, con ellos, por ellos y desde ellos, también<br />

nosotros podemos alcanzar la gratuidad salvadora de escuchar de labios de Cristo lo que<br />

tanto anhelamos: “venid, vosotros, benditos de mi Padre…” 2<br />

1 Mt 25, 39<br />

2 Mt 25, 34<br />

3


II.- <strong>LA</strong> PRIVACIÓN <strong>DE</strong> LIBERTAD: SUFRIMI<strong>EN</strong>TO Y ESPERANZA<br />

1.- <strong>LA</strong> CÁRCEL “CEM<strong>EN</strong>TERIO <strong>DE</strong> HOMBRES Y MUJERES VIVOS”<br />

Esta definición fue descrita por un preso de Carabanchel en 1983 en una entrevista que<br />

le hicieron en un medio de comunicación de Madrid. La cárcel es lo más parecido a un<br />

cementerio: está fuera de la ciudad, en descampado, espacio poblado de silencios y de<br />

los fantasmas de la noche. Lugar donde se arroja parte del deshecho de la sociedad,<br />

normalmente, ese deshecho es lo más pobre, marginal, ruin, despreciado e ignorado por<br />

todos los de arriba y por gran parte de los de abajo, de la masa social.<br />

La sociedad, a través de sus mecanismos excluyentes, está empujando al sector más débil<br />

y enfermizo a caer en las redes de la delincuencia y de la cárcel. La prisión es el recinto<br />

creado por la sociedad del bienestar para enroscar, engullir y encerrar a aquellos que no<br />

tienen posibilidades de acceder al mundo del capitalismo por medio del trabajo, el<br />

consumo, la competitividad personal, laboral y social, y que, por lo tanto, se quedan al<br />

margen del ritmo que marca esta sociedad del bienestar.<br />

En nuestra sociedad está muy arraigado el criterio vengativo y punitivo para quienes<br />

atentan contra la tranquilidad y las estructuras sociales del bien vivir y del bien estar. Lo<br />

malo es que muchos cristianos participan también de este modo de pensar.<br />

Todos somos conscientes de que la cárcel es un fracaso social y político porque no<br />

devuelve a los individuos que han pasado por ella regenerados y capacitados para su<br />

inserción social. Este fracaso se vuelve contra la propia sociedad que tiene que engullir en<br />

su seno a individuos enfermos, fracasados, excluidos y con deseos de venganza contra<br />

una sociedad que los rechaza y discrimina.<br />

A parte está el sistema de autodefensa de la sociedad basado en la criminalización y<br />

judicialización de muchos comportamientos sociales de los individuos que está propiciando<br />

un aumento alarmante de ingreso en prisión, de condenas cortas, pero de obligado<br />

cumplimiento, de sentencias ridículas, injustas y hasta demenciales, de crear todo un<br />

sistema de alarma social, más mediático que real, que responde a líneas ideológicas y<br />

políticas bien predeterminas, plagado de presiones, mentiras, falsedades e hipocresías,<br />

que lo único que están procurando es lavar la cara y ocultar las verdaderas acciones<br />

delictivas que corroen y minan el sistema de valores de los individuos y de la sociedad,<br />

pero que siempre estarán protegidas por la clase política, policial y financiera.<br />

2.- <strong>LA</strong> PERSONA PRESA<br />

Por experiencia propia y por convicción moral y cristiana, sabemos que el individuo que<br />

está en la cárcel es, por encima de todo, UNA PERSONA. Una persona digna de respeto,<br />

de aceptación, de veneración y de amor. Una persona que ha cometido una acción ilegal,<br />

tipificada por la ley como delito, y que, por ello, es juzgado, sentenciado y condenado a<br />

cumplir una condena, normalmente en la cárcel, ya que existen otras alternativas de<br />

cumplimiento de condenas no privativas de libertad, que, por desgracia, son las mínimas.<br />

Por lo que, el hecho de entrar en prisión es circunstancial, y no tiene por qué convertirla<br />

en <strong>DE</strong>LINCU<strong>EN</strong>TE, sin más. A este respecto bien podemos traer a colación el dicho<br />

castellano que dice “ni están todos los que son, ni son todos los que están”.<br />

4


2,1. ¿Quién es ese gran desconocido-rechazado-aparcado-marginado-olvidado<br />

por la sociedad y gran parte de los cristianos?<br />

Desde la perspectiva social<br />

Un ser inferior, no apto para esta sociedad<br />

Resultado de estructuras injustas, de poder e injusticia<br />

Consecuencia de un sistema económico corrupto, injusto e inhumano.<br />

Ser marginal/marginado/automarginado, despreciado, rechazado.<br />

No cuenta para el conjunto de la sociedad.<br />

Es una carga social que tiene que soportar a los buenos contribuyentes y la<br />

Administración.<br />

Es un problema para los políticos y los gobiernos.<br />

Es una víctima que, a la vez, victimiza a otros<br />

Es un producto desestructurado con graves carencias humanas, psicológicas,<br />

afectivas, familiares, económicas, laborales, etc.<br />

Es objeto de caridad y buenas obras (santificarse a costa de...) de filántropos y<br />

cristianos de golpes de pecho.<br />

Es una persona que está en la cárcel “pagando” (penitencia) una deuda<br />

contraída: ¿con la sociedad, de la sociedad o por la sociedad?<br />

Desestructurado en su personalidad y con grandes carencias: afectivas,<br />

equilibrio emocional, familiares, sin referencias ético-morales, con una<br />

religiosidad primitiva mágico-supersticiosa,... con una gran pobreza cultural y de<br />

valores.<br />

Debilitado psicológicamente: marcado pon serias patologías.<br />

Fracasado en su integración familiar, social, laboral<br />

Primario en reacciones, sentimientos, impulsivo, violento...<br />

Deshumanizado, vacío de sentimientos...<br />

Víctima desde la infancia: malos tratos, malos ejemplos, violencia, abandono,<br />

desprecios, insultos, vejaciones,...<br />

Vacío existencial.<br />

Desde la óptica cristiana<br />

Una persona cargada de esperanza.<br />

Alguien que grita su dolor y pide misericordia.<br />

Alguien capaz de reencontrarse consigo mismo.<br />

Una Persona que lucha por un mañana en libertad, reintegrado en la familia y la<br />

sociedad.<br />

Alguien que necesita ser escuchado, aceptado, querido, consolado.<br />

Alguien capaz de encontrarse con Dios y con Cristo, de tener verdaderas y<br />

profundas experiencias de fe.<br />

Alguien que merece una segunda y mil oportunidades más.<br />

Alguien que sabe ser agradecido.<br />

Alguien que reclama migajas de compasión y de perdón.<br />

Alguien que necesita ser considerado como una persona, un amigo, un hermano<br />

y compañero.<br />

Alguien que es el rostro encarnado de Cristo y su lado más sufriente.<br />

5


6<br />

Alguien que es preferido por Dios Padre y que sale cada mañana a su<br />

encuentro para abrazarle amorosamente.<br />

2,2. Perfiles de la personalidad del preso 3<br />

Para llegar a una mayor y mejor comprensión del fenómeno delictivo, hay que agrupar las<br />

causas en tres grandes apartados:<br />

1. Causas de naturaleza social: familiares, escolares, económicas y con vínculos<br />

socioculturales añadidos.<br />

2. Causas de predisposiciones psicobiológicas: factores genéticos en los niveles de<br />

agresividad, en otro rasgo caracterial, niveles de desarrollo y equilibrio personal.<br />

3. Causas determinadas por los procesos de aprendizaje social: normas y controles<br />

internos, refuerzos a la conducta delictiva.<br />

Cuando en un Centro Penitenciario consultamos lo que se denomina el "Protocolo del<br />

Interno" (documento en el que se recogen datos: jurídico-penal, psicológico y sociológico),<br />

nos damos cuenta de que los aspectos sociales que configuran, junto con otros datos, las<br />

historias delictivas aparecen muy similares con variables como: carencias económicas,<br />

paro, vínculos subculturales y oportunidades delictivas que se repiten frecuentemente,<br />

dándoles cierto carácter de homogeneidad. Mientras tanto, las diferencias individuales<br />

aparecen sobre todo en la conjunción de los factores psicológicos y los niveles de<br />

maduración y desarrollo individual.<br />

Perfil de personalidad delincuencial<br />

La personalidad delincuencial podíamos decir que es la que manifiesta una persona que<br />

transgrede las leyes. Existen una serie de rasgos comunes en el que los estudiosos del<br />

tema se muestran de acuerdo y que son ratificados por los profesionales de los Equipos en<br />

sus estudios psicológicos sobre cada uno de los internos.<br />

Estos rasgos serían los siguientes:<br />

- Capacidad intelectual media-baja<br />

- Escaso sentimiento de culpabilidad, asume la "actitud de víctima".<br />

- Primariedad de la conducta: funciona más el instinto que la socialización.<br />

- Conducta orientada hacia la búsqueda de prestigio: se impone la “ley del más fuerte”, el<br />

liderazgo dentro de la cárcel.<br />

- Bajo nivel de resistencia a la frustración: la frustración es una vivencia de fracaso, de<br />

perjuicio e incluso de injusticia (vivida desde el propio sujeto).<br />

- Desvinculación a valores aceptados normalmente.<br />

- Dificultad para el mantenimiento de emociones y sentimientos afectivos: pobreza de<br />

experiencias en relaciones positivas y vivencias positivas.<br />

Perfil de internos con manifiesta conducta antisocial<br />

3 Cf. Gloria Corrochano Hernando, psicóloga de Instituciones Penitenciarias. “III Curso nacional de formación del<br />

Voluntariado de prisiones”, Madrid 17-20 noviembre 1994.


7<br />

Algunos autores denominan a este trastorno "psicopatía", y a la persona que lo padece<br />

"psicópata".<br />

Rasgos como: mentiras e insinceridad, falta de confianza en el otro, irresponsabilidad en<br />

las relaciones interpersonales, falta de sentimiento de culpabilidad y de vergüenza.<br />

Rasgos más destacados:<br />

No saber aprovechar las enseñanzas de las experiencias pasadas.<br />

Falta de sentido de la responsabilidad.<br />

Incapacidad de establecer relaciones interpersonales.<br />

Fallos en el control de impulsos.<br />

Fallos en el sentido moral.<br />

Actitud crónica o reiteradamente antisocial.<br />

Ineficacia de los castigos para alterar la conducta.<br />

Inmadurez emocional.<br />

Incapacidad para experimentar sentimientos de culpabilidad.<br />

Egocentrismo.<br />

III.- <strong>LA</strong> CÁRCEL: INFIERNO Y GLORIA<br />

1.- LUGAR <strong>DE</strong> INFIERNO:<br />

Lugar maldito para una sociedad puritana.<br />

Lugar necesario para una sociedad hipócrita e injusta.<br />

Cubo de la basura, estercolero de la sociedad.<br />

Lugar “fuera” de la ciudad, distanciado, donde se sacrifican las víctimas de la sociedad.<br />

Lugar donde se rumia el fracaso humano.<br />

Lugar donde los derechos humanos sufren limitaciones insospechadas.<br />

Lugar donde la dignidad humana se siente pisoteada.<br />

Lugar de soledad, de angustias, de oscuridad, de noches interminables. “Cementerio<br />

de hombres vivos” 4<br />

Fosa común de una sociedad clasista y exterminadora.<br />

Lugar donde muere la esperanza.<br />

Lugar de una estructura inhumana, opresora, esclavizante, con leyes y reglamentos<br />

amenazantes.<br />

Lugar vacío de sentimientos, de nulidad existencial.<br />

Decimos en el credo de los apóstoles que Jesús “descendió a los infiernos”. ¿Dónde<br />

está ese “lugar”, ese infierno? Es fácil inventarnos una teoría o doctrina filosófico-teológica<br />

para ubicar, no se sabe dónde, ese infierno. Yo entiendo que Cristo bajó y tocó hasta lo<br />

más hondo la experiencia del verdadero infierno humano. Cristo gustó el amargo sabor<br />

de la soledad, el desprecio de sus familiares, la pobreza, el hambre, la marginación, el<br />

insulto, la amenaza de muerte permanente, el desprecio y persecución de los<br />

autosuficientes políticos y religiosos, el descrédito, la humillación, la traición y la negación,<br />

la detención humillante, el encarcelamiento y la tortura, el juicio amañado, injusto e<br />

inmoral, la condena a muerte despiadada y sin razones, el abandono de gran parte de los<br />

4 Definición de un preso de la cárcel de Carabanchel de Madrid, 1983


8<br />

suyos, la muerte en soledad y gritando esa soledad y abandono ante el Padre. Jesús tocó<br />

fondo en esa lucha interior que mantuvo consigo mismo y con el Padre en el huerto de los<br />

olivos; una lucha que le llevó a las lágrimas y a que su organismo reventara a través de<br />

ese sudor como gotas de sangre que bañaba todo su cuerpo. Esa tensión que vivió Jesús<br />

fue la lucha entre la fuerza del infierno, de tener que aceptar la cruz, la destrucción de su<br />

vida y su cuerpo en aras de la redención de la humanidad desde su muerte y resurrección.<br />

Ése es el único infierno en el que yo creo y que, con Jesús, están sufriendo y padeciendo<br />

tantos seres humanos en el mundo, especialmente, tantos hermanos nuestros que están<br />

privados de libertad, que sufren la cautividad y la esclavitud en cualquiera de sus formas<br />

más sangrantes.<br />

Jesús, con su muerte y resurrección nos sacó y rescató de ese infierno. Pues él, que era<br />

Dios, se hizo esclavo, para vivir, sentir y sufrir la experiencia de los esclavos, de los “sin<br />

derechos”, de los que no son “nadie”, de los pisoteados, manipulados y humillados de la<br />

historia.<br />

La crucifixión sigue utilizándose en el momento actual con mil maneras y expresiones<br />

diferentes. Los mecanismos de tortura física y psicológica son muy variados. Y la cárcel,<br />

aunque sea nuestro modelo arquitectónico tan sofisticado que se parece más un “hotel de<br />

cinco rejas”, sigue siendo un elemento de tortura psicológica, no siempre carente de<br />

tortura física en algún momento. Toda privación de libertad no deja de ser una especie de<br />

crucifixión, aferrando, amarrando entre hierros y puertas de seguridad a todos los que la<br />

ley considera culpables de algún delito.<br />

En una oración de la octava estación del Via Crucis, “Jesús es clavado en la cruz”, oraba<br />

un preso diciendo:<br />

Todavía hoy, Señor, siguen crucificando a tus hijos. A unos justamente, a otros injustamente.<br />

Pero la justicia de los hombres no tiene nada que ver con tu justicia. Tú prefieres la misericordia y el<br />

perdón, la indulgencia y el indulto a la severidad de la ley, a la ejecución de la sentencia.<br />

Acuérdate, Señor, de todos los crucificados de la tierra, especialmente, de los más inocentes, de<br />

los pobres indefensos, a los que nadie defiende y nadie se acuerda de ellos. 5<br />

Sería bueno que, de vez en cuando, practicáramos alguna “terapia”, técnica o dinámica<br />

intentando meternos en el pellejo de un esclavo, de un preso, de un sin techo, de un<br />

marginal, de un crucificado. Y que, esa dinámica, la realizásemos con un grupo de presos<br />

en la cárcel, a ser posible, con los presos más difíciles, conflictivos, desestructurados,<br />

física y mentalmente. Sería una buena terapia que nos llevaría a empatizar de tal forma<br />

con “su” vida que llegaríamos a meternos hasta el fondo de su propia experiencia de<br />

nulidad, de vacío, de sufrimiento, de abandono, de “infierno”. A buen seguro que, en la<br />

medida en que nos vayamos metiendo en su infierno, sentiremos una sensación tan<br />

desagradable, tan repugnante, que llegaríamos a la conclusión que nosotros, o muchos de<br />

nosotros, no la hubiéramos soportado.<br />

Relato a continuación la escena de la segunda estación del Vía Crucis, “Jesús es detenido<br />

e interrogado”, elaborada por un interno de la cárcel de Alhaurín de la Torre (Málaga):<br />

5 Cf Via Crucis en el C.P. de Alhaurín de la Torre, 1999


¡Qué mecanismos tan retorcidos utiliza el hombre, las instituciones, para humillar y hacer sufrir!<br />

Jesús fue utilizado como una marioneta entre el poder religioso y el poder civil. Acusaciones de<br />

delitos inexistentes, pruebas falsas, falsos testigos. Jesús no tuvo un juicio justo, no tuvo ninguna<br />

garantía en su proceso. Todo fue una farsa, una pura comedia, tramado por los jefes religiosos de Israel.<br />

La sentencia ya la tenían dictada. Pilatos está lleno de buena voluntad y parece descubrir la inocencia de<br />

Jesús, pero es cobarde y ambicioso, y cede ante las presiones de los Sumos Sacerdotes, del Sanedrín y<br />

demás jefes religiosos, que terminaron por manipular el juicio hasta conseguir su propósito: dar muerte<br />

a Jesús, el Nazareno, por blasfemo.<br />

La tortura psicológica del interrogatorio acabó con una de las torturas físicas más crueles y<br />

mortales: los cuarenta latigazos. ¡Cuántos métodos inhumanos se emplean para sacar la verdad o hacer<br />

confesar al detenido! ¡Cuánta manipulación sigue existiendo en la Administración de Justicia, donde los<br />

pobres seguimos soportando toda la dureza y el peso de la ley! ¡Cuánta tortura psicológica y malos<br />

tratos, desprecios, insultos, humillaciones y vejaciones tenemos que sufrir al paso de los distintos<br />

estamentos del sistema policial y judicial!<br />

Señor, contigo nos identificamos. Danos fuerzas para no desfallecer. Tú nos das ejemplo. Que no<br />

caigamos en la trampa de la provocación, de responder con violencia. Que sepamos perdonar, que<br />

defendamos la verdad y nuestra dignidad. Que tú seas nuestro sostén y nuestra liberación. 6<br />

2.- LUGAR <strong>DE</strong> “GLORIA”:<br />

Teofanía de Dios. Él está ahí, se fija en ese lugar y quiere “bajar” para liberar al que<br />

sufre la esclavitud 7<br />

Lugar de bienaventuranzas, donde el Reino de Dios se hace presente.<br />

Lugar de encarnación: Cristo personificado.<br />

Lugar donde se adora a Dios en espíritu y verdad.<br />

Lugar de redención.<br />

Lugar donde es posible la esperanza, la liberación.<br />

3.- <strong>LA</strong> CÁRCEL, LUGAR TEOFÁNICO<br />

3, 1.- A la búsqueda del tesoro perdido<br />

Por extraño que parezca, para muchos presos, la cárcel es un alivio, una liberación, un<br />

lugar donde reparar fuerzas, recuperar la salud, desengancharse de la droga, empezar a<br />

vivir. Estamos de acuerdo que la prisión no es un plato de buen gusto para nadie. Pero<br />

para aquellos que, en la calle, ya se sientan en el filo de la navaja, que tienen que optar<br />

por morir o seguir viviendo, aunque sea en la cárcel, ése lugar maldito, supone una<br />

especie de refugio existencial, desde donde da comienzo una nueva etapa en su vida,<br />

desde donde se comienza a plantear el darse una segunda, tercera, o… más<br />

oportunidades.<br />

Para algunos presos la cárcel les sirve de un período de reciclaje, de discernimiento, de<br />

análisis de su vida, de sus errores, equivocaciones, fracasos, rupturas. Es en la prisión<br />

donde se empiezan a darse cuenta del sin sentido de sus vidas, del vacío existencial, y<br />

6 Cf. Viacrucis en el C.P. de Alhaurín de la Torre, 1999<br />

7 Cf. Ex 3<br />

9


10<br />

de tantas perlas (valores) como han ido tirando a los cerdos tiempo atrás. Y es en ese<br />

período sin libertad donde se produce, en más de uno, el proceso de búsqueda de su<br />

identidad perdida, como persona y como cristiano. La “búsqueda del tesoro escondido o<br />

perdido”, supone el adentrarse en lo más profundo de su ser y hurgar en su almario para<br />

destapar y encontrar tantos valores que están, ahí enterrados, en lo más recóndito de su<br />

ser; valores que son el fruto de la herencia que recibieron de sus padres, maestros,<br />

catequistas, entorno familiar y de buenos amigos. Valores y experiencias positivas que<br />

fueron recibiendo y viviendo desde su infancia, adolescencia y juventud.<br />

Y comienza a nacer, de nuevo, la esperanza, la ilusión y las ganas de luchar, de recuperar<br />

el tiempo perdido y la alegría de vivir de antaño. Renace con la esperanza, el deseo de<br />

valorarse como persona y de saber que tiene en su interior tantos valores, tantas<br />

cualidades buenas, que ha sido siempre una buena persona, pero que, por circunstancias<br />

de la vida, al elegir caminos equivocados, al dejarse llevar y guiar por otros menos<br />

buenos, al caer en la dependencia de la droga, han llegado a cometer atrocidades, han<br />

hecho sufrir a sus seres queridos, se han hundido en el fracaso afectivo, han generado la<br />

ruptura familiar, se han encontrado con la soledad y con la cárcel. Sin embargo,<br />

descubren que tienen buenos sentimientos, que no han hecho el mal por malicia, que<br />

muchísimos de los presos viven la experiencia de un verdadero arrepentimiento del mal<br />

causado a sí mismo y a los demás, que algunos piden perdón de corazón a quienes han<br />

ofendido.<br />

De ahí va surgiendo la fe en sí mismo, el descubrirse y valorarse como persona, el darse<br />

cuenta y reconocer todo lo bueno que otras personas, empezando por su propia familia,<br />

han ido sembrando en él a lo largo de su historia personal. Lo que supone en él un<br />

estímulo muy importante para seguir luchando en la recuperación de valores, para<br />

descubrir otros nuevos, para sentir la necesidad de amar y ser amado, para valorar mucho<br />

más a su propia familia, para crecer en responsabilidad e ir asumiendo compromisos de<br />

superación de cara al futuro.<br />

3,2. A la búsqueda del verdadero tesoro: Cristo<br />

También la estancia en prisión supone, para más de uno, el encuentro con Dios, la<br />

recuperación de una fe muy olvidada y abandonada. Puede ser que, de entrada, esa fe<br />

revista unos tintes de cierto interés cuando se ven con la soga al cuello y tienen que<br />

gritar desesperados “sálvame, Señor, que ya no puedo más”. Es una fe necesaria,<br />

que brota del corazón y de la realidad de extrema pobreza en la que se encuentra el<br />

preso; pobreza que le hace palpar la nada de su vida, el vacío, la necesidad tan imperiosa<br />

que tiene de sentir a Dios, de percibir la presencia salvadora de Cristo para sobrellevar la<br />

situación de la cárcel. Buscar la luz de Cristo en medio de la oscuridad de prisión es un<br />

impulso irrefrenable. ¡Qué bien entendía Jesús el corazón de los pobres! Pues sólo el que<br />

siente pobre, desasistido, sin apoyaturas humanas, percibe lo maravilloso de la gratuidad,<br />

la necesidad de que Alguien le transmita una Buena Noticia, de que Alguien sea una<br />

Buena Noticia para él. Por eso decía Jesús “que los pobres son evangelizados” 8 y son<br />

quienes reciben la Buena Noticia del Reino, y quienes mejor la captan y la entienden y la<br />

viven.<br />

8 Cf. Lc 11,5


Mejor que yo, con mis torpes palabras, lo refleja una mujer presa en la prisión de Málaga:<br />

REFLEXION <strong>DE</strong> UNA MUJER PRESA<br />

Hoy quiero dedicar desde esta triste cárcel, mis palabras que confirman que no pierdo la esperanza de que<br />

estos muros conmigo no podrán y lo voy a demostrar. Aunque no esté al lado de los míos, pienso en positivo y<br />

pienso que estoy al lado de ellos con todo mi ser: mi alma con ellos está y la distancia no hará que por mis<br />

sufrimientos caigan olvidados: están en lo profundo de mi ser.<br />

Vivo alejada del mundanal ruido y voy dando vueltas y más vueltas sin parar por este patio maldito, en<br />

busca de mi ansiada “LIBERTAD”.<br />

A mi triste celda llegó la soledad, una soledad tan maldita que no consigo arrojar.<br />

En este silencio tan grande a “DIOS” le pido llorando una y otra vez que tenga compasión de esta su HIJA...<br />

Necesito fuerzas para continuar y poder seguir aguantando dentro de estos muros. Que pueda salir sin que me<br />

marquen demasiado.<br />

Siento una gran angustia que me está ahogando y la mayoría de las veces me siento muy triste, me siento<br />

ahogar en mi propia soledad, angustias, impotencia ante las injusticias, ante los silencios incomprensibles.<br />

No quiero sufrir, pero sufro; he de decir lo que necesito: necesito mucho los besos de los míos. Yo lo<br />

guardo dentro de mí, callo y solo Dios es quien sabe de mi silencio. Soledad, inquietud mía, necesito el cariño de<br />

todos, la comprensión, cada palabra de ellos, necesito su presencia, los recuerdos que mantengo de cada uno de<br />

ellos. Y lo necesito para poder resistir.<br />

Lo que siento es algo que no sé explicar, es doloroso pero al mismo tiempo precioso, porque tengo<br />

paz...pero todo eso en silencio lo afronto con fuerza e intento vivir, al menos aquí, confiando que Tú, buen Dios y<br />

Padre de todos, no me abandonas, porque me proteges siempre con Amor.<br />

Hay una realidad muy significativa con la que se sienten más vinculados e identificados<br />

con Cristo: se trata de la experiencia tan dramática e inhumana por la que pasó Jesús<br />

hasta llegar a la cruz. Muchos de los presos se sienten también crucificados con Cristo.<br />

Algunos de ellos han experimentado el proceso doloroso y sangriento de la traición,<br />

detención, torturas, condena injusta, pasión y crucifixión, como queda reflejado más<br />

arriba en el vía crucis.<br />

En forma de oración, un preso manifiesta de este modo su identificación con Cristo en la<br />

cuarta estación de su Via Crucis: 9<br />

Cristo, amigo, ha llegado el momento de emprender la marcha. La cruz te espera. Los verdugos han<br />

preparado ya todo en el Gólgota.<br />

Ahora te queda por realizar el último tramo, el más difícil, pero el que más ansiabas. Por eso levantas tus<br />

ojos nublaos el cielo y le dices a tu Padre una vez más: “HÁGASE TU VOLUNTAD. Holocaustos y sacrificios no<br />

quisiste, pero me has dado un cuerpo. He aquí que vengo para hacer tu voluntad”. Y a continuación cargas sin<br />

ofrecer resistencia, con la cruz que los hombres te ofrecemos. Como la cruz de nuestras rebeldías y miserias, de<br />

nuestra muerte y de nuestro egoísmo. La cruz de nuestra falta de abnegación, de nuestros caprichos y<br />

superficialidades, consumismo, comodidad, drogas, diversión.<br />

Era preciso que tú la tomaras, pues nosotros la rehuimos constantemente.<br />

Ayúdame, Jesús, amigo, a comprender todo el sufrimiento y las humillaciones que has consentido<br />

abrazando la cruz.<br />

Concédeme la gracia de seguirte toda mi vida, llevando mi propia cruz, sin protestar, sin desfallecer, sin<br />

murmurar, por pesada que sea. Porque no hay nada que yo desee con más fuerza que el ser tu discípulo.<br />

9 Cf. Viacrucis en el C.P. de Alhaurín de la Torre (Málaga)<br />

11


12<br />

Tú viste en esa cruz mi salvación, y por eso la tomaste decididamente; que yo no retroceda nunca ante<br />

el sacrificio generoso por los demás.<br />

Amigo mío y Maestro mío, enséñame a caminar siguiendo tus huellas. Si el camino es áspero me animaré<br />

pensando que tú lo recorriste primero y me identificaré con el rastro de tus pisadas.<br />

Junto a ti, quiero ofrecerme al Padre, con mi trabajo de cada día y mi oración con mis sufrimientos y<br />

alegrías, en reparación de todos nuestros pecados y para que tu REINO V<strong>EN</strong>GA. ¡B<strong>EN</strong>DITO Y A<strong>LA</strong>BADO SEAS,<br />

AMIGO!<br />

Todos somos testigos que la estancia en prisión puede, y de hecho, hace cambiar a<br />

muchas personas. Tanto para lo malo, como para lo bueno. Jóvenes, y no tan jóvenes<br />

que, en la vida en libertad eran personas normales, e incluso, extraordinarias, tras la<br />

experiencia en la cárcel, se transforman, y se hacen irreconocibles; son como esponjas<br />

que absorben todo el mecanismo destructor de la vida penitenciaria, se integran en el<br />

mecanismo de prisionización, asumiendo conductas y comportamientos talegueros que<br />

nunca habían soñado; comienzan a reproducir unos mecanismos insospechados de<br />

intolerancia, pérdida de los valores éticos, se vuelven agresivos, desconfiados,<br />

mafiosos,…; irreconocibles para su familia y amigos.<br />

En cambio, hay personas, hombres y mujeres, para quienes la estancia en prisión les<br />

hace cambiar radicalmente. Jóvenes que en la calle se mostraban sin prejuicios, violentos<br />

y agresivos, que despreciaban valores y personas, desestructurados afectiva y<br />

psicológicamente, desarraigados en su estructura familiar, desenganchados de los valores<br />

religiosos, cuando entran en prisión, comienzan a experimentar un cambio insospechado.<br />

Paulatinamente van descubriendo su dignidad, los valores que antes tenían, las realidades<br />

positivas que en un tiempo vivieron; echan en falta el amor, la familia, la afectividad, la fe<br />

en Dios. Personas que, teniendo una formación religiosa muy deficiente, con escasa o nula<br />

participación eclesial, con el olvido total de Dios, llegan a descubrir en prisión a Dios y a<br />

Cristo en sus vidas; desempolvan esos sedimentos de fe infantil que les dejó su paso<br />

fugaz por la Iglesia con la Primera Comunión, en el caso que la recibiera, pues nos<br />

estamos encontrando con jóvenes que no la hicieron, ni siquiera están bautizados. Hecho<br />

éste que, también, está siendo frecuente en las cárceles, y que más de un joven solicita<br />

el sacramento del Bautismo.<br />

Y nos encontramos en nuestras celebraciones y encuentros con los presos y presas,<br />

testimonios y manifestaciones de una fe tan auténticamente sentida que nos sorprende.<br />

Pues hay vivencias de Dios y de Cristo tan profundas y sinceras que no las encontramos,<br />

fácilmente, en cristianos normales de nuestras parroquias, grupos o movimientos.<br />

Como muestra de ello, expongo dos de esas experiencias y sentimientos profundos de<br />

fe. 10<br />

1) Jesús, hoy quiero ponerme bajo la intercesión de tu MADRE Y MADRE NUESTRA, MADRE <strong>DE</strong> TODOS.<br />

Madre, habla tú con Él, dile que después de muchos tropezones por mi vida, creo que he tocado fondo,<br />

ayúdame a poder ser digna de nuestro Padre Dios.<br />

Padre: al tocar fondo he sentido que mi Fe se desvanecía más y más, la Esperanza no puedo encontrarla y<br />

grito muy fuerte porque presiento la muerte de mi espíritu. Más si Tú me fallas, ¿a dónde podré ir?<br />

10 Cf. Testimonios de presos y presas del C.P. de Alhaurín de la Torre (Málaga)


13<br />

Padre, sí, siento y creo que estás vivo. Tú eres la Esperanza, la Verdad. Tú eres mi fuerza para poder<br />

seguir.<br />

Yo te ruego por mí y por todas las mujeres que, como yo, intentamos encontrar algo de luz en el caminar<br />

de cada día.<br />

Gracias por habernos dado a MARIA, MADRE de todos<br />

2) EL PADRE QUE SIEMPRE ESPERA<br />

Hoy me encuentro entre rejas y muros, porque he pecado.<br />

Sé que esto es una prueba en la que puedo ver mis verdaderos sentimientos hacia Ti.<br />

Hay momentos en que me siento vacía, que me falta la esperanza y a fe.<br />

Siento entonces que me has abandonado.<br />

También hay momentos en que me siento que soy yo quien se ha alejado se Ti.<br />

Pero Tú nunca me guardas rencor porque me tienes siempre en tu corazón.<br />

Tú eres el Padre que siempre nos está esperando.<br />

Sé que siempre estás a mi lado para guiarme en mi camino.<br />

Hay veces que ese camino tiene mucha dificultad.<br />

Pero Tú, Padre, siempre estás, y nunca me fallas.<br />

Me das la oportunidad de volver a Ti y unirme contigo.<br />

Siempre estás esperando que yo te abra para que puedas entrar en mi corazón.<br />

Tú me estás esperando para darme todas las fuerzas que necesite.<br />

Tú esperas que yo pueda enfrentar mis dudas y estás ahí para iluminar mi camino.<br />

En esta Semana Santa siento todo el dolor que tuviste que sufrir.<br />

Con ello borraste nuestros pecados; son días muy tristes y dolorosos.<br />

Tuviste que morir crucificado, pero tu Cruz fue por Amor.<br />

Hoy tengo una cruz que llevar, y también es una cruz de amor.<br />

No es la cruz de estas rejas y muros, sino la cruz que lleva mi familia.<br />

Ellos están sufriendo por mí. Ellos son inocentes, pero me quieren.<br />

Por eso están cargando con la Cruz mía y esto es lo que más me duele.<br />

Yo nunca pierdo la esperanza, pues soy fuerte.<br />

Quiero enfrentarme a todas las consecuencias que me esperan.<br />

Tengo que pasar por esto, pero sé que siempre hay una nueva oportunidad.<br />

Espero realizar una nueva vida con mi familia.<br />

Y Tú, Padre, siempre estás conmigo.<br />

IV.- <strong>LA</strong> CÁRCEL, SAGRARIO Y PRES<strong>EN</strong>CIA <strong>DE</strong> CRISTO RE<strong>DE</strong>NTOR Y<br />

LIBERTADOR<br />

1.- LUGAR SAGRADO<br />

A buen seguro que para la gran mayoría de nuestros creyentes, laicos o clérigos, tanto del<br />

clero bajo como del clero alto, decir que la prisión es un “lugar sagrado” o, más aún, un<br />

“sagrario”, es un sacrilegio, una blasfemia y unas cuantas cosas más que merecen la<br />

excomunión y la degradación eclesial de quien lo afirme. Pues yo, personalmente, y no<br />

involucro a nadie en ello, pero creo firmemente que, en la prisión, Cristo, es donde se<br />

hace más presente, física y realmente, de una manera palpable y visible.<br />

Y ésta es una convicción que me viene garantizada, no solo por mi propia experiencia<br />

personal, sino, y sobre todo, por las mismas palabras de Jesús, cuando nos dice, en<br />

respuesta a la Samaritana, que a Dios no se le adora en un lugar determinado de los<br />

preestablecidos por las instituciones religiosas, en el monte o en el templo, sino que Dios


14<br />

quiere que se le ame y se le adore en “espíritu y en verdad” 11 . Que se adore,<br />

venere y ame a Dios en cada persona, como criatura e hija suya que es. En el evangelio<br />

nos dejó Jesús claro que lo único sagrado para Dios son las personas, creadas a imagen y<br />

semejanza suya. Que el hombre está por encima del templo, de las estructuras religiosas,<br />

de los lugares, de las leyes y los sábados; todo ello ha de estar al servicio del hombre y de<br />

la mujer para que le ayude a ser mejor persona, más feliz, más hijo de Dios 12 . El mismo<br />

Cristo nos matizó con toda crudeza que el Reino de los cielos les pertenece a quienes<br />

llamó dichosos y felices, herederos del Reino del Padre, a todos aquellos que tuvieran<br />

entrañas de misericordia y compasión para con los pobres y oprimidos, que lucharan por<br />

la justicia y que le reconocieran a él en los enfermos, inmigrantes, pobres, esclavos y<br />

presos 13 .<br />

Jesús, en el colmo de la osadía y en claro enfrentamiento con la teología y ascética del<br />

templo, se identificó con todos y cada uno de los que él atendió, sanó, liberó, perdonó. Se<br />

mezcló con la chusma social de su tiempo, comía y bebía con ellos, se dejaba tocar de<br />

publicanos, prostitutas y gente de mal vivir 14 . Y en el colmo de la novedad del Reino de<br />

los pobres, nos dejó bien claro que él se identificaba plenamente con los pobres,<br />

desheredados, marginados y excluidos por la sociedad y el templo, diciendo taxativamente<br />

que “todo lo que hicisteis con estos, mis humildes hermanos, conmigo lo<br />

hicisteis” 15 .<br />

Y es que Jesús, a diferencia nuestra, no tuvo que llegar a hacer una “opción por los<br />

pobres”, no se identificó ni se decidió a defender a los pobres sin más. Él mismo, desde<br />

que nació en Belén hasta que fue crucificado en el Gólgota, fue realmente pobre; pues “el<br />

Hijo del Hombre no tiene donde reclinar la cabeza” 16 .<br />

De ahí que la primera novedad traída por Cristo la constituye el hecho de que la suya es<br />

la pobreza de un Dios, es decir, la expresión de un Dios que se «compromete»,<br />

asumiendo en todo y por todo su condición: Belén 17 , Nazaret 18 , la vida pública 19 y la<br />

cruz 20 constituyen una línea progresiva de un despojo cada vez mayor. De Belén a la cruz,<br />

Jesús avanza por un camino de anonadamiento y de vaciamiento total 21 que lo convierte<br />

en el pobre por excelencia. No sólo en sentido material, sino que es el pobre de espíritu<br />

por antonomasia: manso y humilde de corazón 22 , se confía totalmente al Padre en la más<br />

plena unidad de proyectos y de vida 23 , en el cumplimiento de una misión, que atañe a la<br />

humanidad entera 24 , a través del sufrimiento y de la muerte. Es el justo que muere por la<br />

salvación de todos 25 , que da su vida por los otros 26 .<br />

11 Jn. 4,23<br />

12 Mc 2,27-28<br />

13 Cf. Mt 5,1ss; Mt 25, 31ss<br />

14 Cf. Mt 9,10-13; par Mc 2,15-17; Lc 5,29-32<br />

15 Cf. Mt 25, 40<br />

16<br />

17 (Lc 2,7),<br />

18 (Mt 13. 55<br />

19 (Mt 8,20)<br />

20 Mt 27.35<br />

21 Flp 2,5-8<br />

22 Mt 11,29<br />

23 Jn 4,34; S,19ss; 17,22<br />

24 Lc 2,31<br />

25 Sal 22


Dios no sólo se compromete asumiendo en sí mismo la situación del pobre de espíritu,<br />

sino que se dirige con preferencia a los pobres a quienes está destinado su reino y él<br />

proclama bienaventurados 27 . Bienaventurados son los pobres en su doble pobreza,<br />

material 28 y de espíritu 29 ellos lo rodean continuamente: mendigos, enfermos, viudas,<br />

publicanos... Constituye una característica del ministerio de Jesús la de dirigirse a los<br />

desheredados, a los oprimidos y a los infelices 30 hasta el extremo de identificarse con<br />

ellos 31 , transformándolos en sacramento de su propia presencia 32 . Por tanto, Dios mismo,<br />

por medio de su Hijo Jesús, se alinea de la parte de los pobres. Es una opción bien precisa<br />

y escandalosa que los hebreos contemporáneos de Jesús comprendieron muy bien, sobre<br />

todo los bienpensantes, los fariseos, que se veían excluidos de la obra de Cristo. 33<br />

Desde esta perspectiva, acercarnos al mundo de la prisión es adentrarnos en una tierra<br />

árida, desértica, poblada de aullidos, jauría humana, marcada por sufrimientos<br />

insospechados, de voces que gritan no sabemos qué, de angustias desgarradas por la<br />

soledad y la pérdida de la libertad. Pero, no olvidemos, que es, sobre todo, un “lugar<br />

sagrado”. Nuestro Padre Dios es sorprendente, no se deja manipular por el hombre ni<br />

por sus estructuras religiosas, y, donde menos te lo esperas, allí se presenta él con mil<br />

rostros diferentes, de las formas más variopintas y singulares, saliéndose de nuestros<br />

esquemas religiosos y sociales prefabricados. Que se lo digan al bueno de Moisés quien,<br />

huyendo de la quema en Egipto, se refugia en el desierto con sus ovejas, llevando una<br />

vida tranquila y sin sobresaltos. Pero llega Dios y se le presenta en una zarza que arde y<br />

no se consume, y, ante la curiosidad de Moisés, el Señor le dice: “descálzate que el lugar<br />

en que estás es tierra sagrada” 34 .<br />

El lugar al que nos acercamos, la cárcel, para Dios, es un lugar sagrado; para Cristo<br />

Jesús, es el lugar donde se encuentran sus preferidos, los pobres, marginados,<br />

excluidos y víctimas. En nuestra ascesis religioso-piadosa tenemos la tendencia de<br />

rebajar las exigencias evangélicas del amor radical a los hermanos, especialmente a los<br />

más desfavorecidos; somos muy dados al reduccionismo, buscando siempre nuestra<br />

comodidad; y reducimos el Reino de Dios, el Evangelio de la vida y el compromiso por la<br />

transformación y liberación del hombre y de la sociedad, por una religión del pietismo, del<br />

rito y la ceremonia que huele a incienso y cera, y hasta latín. Una religión que se encierra,<br />

cada vez más en el templo o en sus grupos y movimientos, que se mira más<br />

profundamente al ombligo de la autocomplacencia; una religión que reconoce y cree sin<br />

dudar al Jesús del sagrario, a Jesús imagen, pero que es incapaz de reconocerlo y<br />

descubrirlo en la persona pobre, marginada, presa, inmigrante o víctima.<br />

Por eso es importante que los seguidores de Cristo empecemos por ubicar su presencia y<br />

descubrirle allí donde él quiere que lo reconozcamos y lo adoremos en espíritu y en<br />

26 Mt 26,26-28; Mc 14,22-24.<br />

27 Mt 5.3; Lc 6,20<br />

28 (Lc 6,20)<br />

29 (Mt 53);<br />

30 (Mt 11,4s; Lc 4,18-21)<br />

31 (Mt 8,14-17)<br />

32 (Mt 26, 11)<br />

33 Cf. Vida y misterio de Jesús de Nazaret, J.L. Martín Descalzo, Ed. Sígueme Salamanca 1990. Jesucristo Liberador,<br />

Jon Sobrino, Ed. Trota, Madrid, 1991.<br />

34 Cf. Ex.3,4-5<br />

15


16<br />

verdad 35 , allí donde él se encuentra con los suyos. Y ¿por qué no emplear los términos<br />

de “sagrario” o “tierra sagrada” a los lugares donde se encuentran los presos, o sea, la<br />

cárcel? Porque, desde el Evangelio, los lugares sagrados para Dios y para Cristo tendrían<br />

que ser aquellos donde se ubican, se encierran o habitan sus hijos y hermanos preferidos,<br />

es decir, las prisiones, los hospitales, los campos de refugiados, las pateras-cayucos y los<br />

centros de internamiento de los inmigrantes, las minas donde explotan a los niños, los<br />

polígonos industriales plagados de niñas expuestas al baboseo y la denigración sexual, los<br />

prostíbulos y los clubs de alterne donde se explotan y se vejan a las jóvenes que viven<br />

una nueva forma de esclavitud.<br />

Por desgracia, estas realidades humanas de degradación, humillación y anulación de la<br />

persona, como hija de Dios, siguen siendo tachadas por los bien pensantes, por los<br />

nuevos fariseos de la religión y de la sociedad, como lugares malditos y pecaminosos,<br />

donde, por supuesto, Jesús está ausente y que a nadie, con un mínimo de decoro y<br />

dignidad, y menos una persona religiosa, debe aparecer por esos lugares. Aún sigue<br />

latiendo en muchas conciencias la convicción ancestral de la religión católica de que Dios<br />

sigue castigando a los malos, y de que los pobres, o muchas expresiones de la pobreza, y<br />

no digamos los presos, esos malditos delincuentes, tienen el castigo que merecen, no solo<br />

de la justicia humana, sino también de la divina, porque, en el fondo, son unos pecadores.<br />

2.- <strong>LA</strong> CÁRCEL, LUGAR <strong>DE</strong> NUEVA EVANGELIZACIÓN<br />

2,1. Abriendo caminos de evangelización en la cárcel<br />

Sabemos por experiencia que la presencia de la Pastoral Penitenciaria, dentro de la prisión<br />

significa para los presos y presas la entrada de un aire fresco que llega desde la calle,<br />

pero que va impregnada de amor, de misericordia, de acogida, de perdón, de esperanza y<br />

de mucha fe. Ellos perciben que las motivaciones que nos llevan a ir a su encuentro están<br />

enraizadas en Cristo. Y ante esta percepción, ellos suelen ser muy agradecidos a nuestros<br />

desvelos e inquietudes, a nuestra gratuidad.<br />

Y nosotros hacemos presente el Evangelio del Reino, anunciado y vivido por Jesús, con<br />

hechos y palabras, con signos y en verdad. Por eso nuestro anuncio ha de ser explícito,<br />

y a quien anunciamos es a Jesucristo, que es Buena Noticia para los pobres y oprimidos 36 .<br />

Reproducimos en la cárcel el espíritu, la pedagogía, el modo de ser y de actuar de Jesús<br />

de Nazaret. Por eso, una tarea primordial de nuestra pastoral es la de humanizar la vida<br />

de la persona en prisión. Nos dice el apóstol Pedro que “Jesús pasó haciendo el<br />

bien y liberando a los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él” 37 .<br />

Jesús recorrió los caminos de Judea y Galilea humanizando y dignificando las condiciones<br />

humanas, personales, familiares, sociales y religiosas adversas de los pobres de su<br />

tiempo, favoreciendo su despertar a la gratuidad de Dios, a la fe, al amor, al perdón, a la<br />

integración.<br />

35 Cf. Jn 4,23<br />

36 Lc 4,16-21, E.N. 6<br />

37 Cf. Hch. 10, 38


Entiendo que Evangelizar:<br />

Es aceptar libremente la misión-vocación de anunciar la B.N. a los presos,<br />

dentro de la cárcel como lugar de misión y evangelización.<br />

Es hacer un ofrecimiento libre de la Buena Noticia de Jesús a un colectivo humano<br />

que no ha recibido aún el mensaje del evangelio o que lo ha recibido de manera<br />

insuficiente, ya que, la gran mayoría, desde que hicieron la primera comunión, no<br />

han vuelto a tener contacto con la iglesia; y otros, ya bastantes, aún no están<br />

bautizados o no han hecho la primera comunión.<br />

“Jesús mismo, evangelio de Dios, ha sido el primero y más grande evangelizador”<br />

38<br />

Jesús evangeliza desde la coherencia de su vida; su estilo y talante le hacen<br />

“creíble” a él y su palabra, pues enseña “con autoridad” 39 . Hace creíble a Dios<br />

Padre, pues facilita a las gentes el encuentro con el Padre de la misericordia.<br />

El anuncio del Evangelio hecho desde la presencia, la palabra, el testimonio, la<br />

celebración, es significativo y muy importante para la persona presa, ya que para<br />

ella es anuncio de esperanza y de liberación auténtica.<br />

La pastoral con los presos reviste unas características especiales, ya que es una<br />

pastoral cualificada:<br />

a) Porque es una pastoral eminentemente misionera, y no<br />

sacramentalizadora. Ya que la cárcel es un lugar de redención, es un<br />

lugar de misión.<br />

b) Por las personas a las que va dirigida, ya que viven en una situación<br />

humana extrema, de desarraigo familiar, de escasos o nulos valores<br />

humanos y cristianos, de bajo nivel de fe y formación religiosa, por vivir en<br />

un mundo agresivo y violento, por la pérdida de la libertad..<br />

c) Porque se desarrolla fuera de los ambientes normales de una parroquia, en<br />

un Centro cerrado y con unas características regimentales especiales y<br />

severas.<br />

d) Porque las condiciones humanas y de convivencia entre los presos/as son<br />

precarias y en continua tensión.<br />

e) Por el alejamiento de los Centros Penitenciarios del casco urbano que<br />

dificultan la presencia de los Agentes de Pastoral.<br />

f) Por la incomodidades e inconvenientes surgidos del tener que depender de<br />

una Institución que tiene sus estructuras propias, sus leyes y normas,<br />

aspectos estos que limitan la acción pastoral.<br />

2,2. ¿Cómo me sitúo yo ante los presos?<br />

El modo y manera de situarme yo ante los presos y presas dependerá de la identificación<br />

que tenga con Cristo y la adopción de sus actitudes, valores y vivencia del hombre y de la<br />

mujer, como las tuvo Jesús. De él sabemos cómo se situó ante los pobres y oprimidos<br />

desde Dios, cuál fue su actitud de rebeldía y denuncia profética que mantuvo siempre con<br />

los poderes políticos y religiosos. No tenemos duda de su coherencia, rectitud y fidelidad a<br />

38 E.N. 7<br />

39 Mc1, 21-28<br />

17


18<br />

la hora de asumir su vocación y misión como liberador y redentor y en el cumplimiento<br />

radical de la voluntad del Padre.<br />

Ahora depende de mí para que sea un verdadero transmisor del Evangelio; y no se<br />

transmite, en verdad, lo que no se vive. Por eso, situarme ante la persona privada de<br />

libertad, supone asumir los mismos planteamientos del Dios del Éxodo cuando se le<br />

apareció a Moisés en el episodio de la zarza ardiendo diciéndole: "Bien vista tengo la<br />

aflicción de mi pueblo en Egipto, he escuchado el clamor que le arrancan sus capataces;<br />

pues ya conozco sus sufrimientos. He bajado para librarles de la mano de los egipcios" 40 .<br />

El Dios de sus padres se presenta ahora cercano, atento y dolorido por el sufrimiento y la<br />

esclavitud que sufre su pueblo. Está comprometido con la causa de los pobres, de los que<br />

sufren la esclavitud y la cautividad. El mismo Dios en persona baja hasta lo profundo de la<br />

esclavitud para liberar. En esta empresa liberadora quiere contar con la ayuda valiosa,<br />

aunque tímida y cobarde en principio, de Moisés. Esta es la propuesta que Dios le hace:<br />

"Ahora, pues, ve, yo te envío al Faraón para que saques a mi pueblo, los hijos de Israel,<br />

de Egipto" 41 .<br />

Aquí encontramos nosotros una pauta, desde Dios, para concretar nuestra misión<br />

evangelizadora en la cárcel.<br />

VER a Dios, al mismo Cristo , en cada persona presa que sufre tantas carencias<br />

OIR sus gritos de auxilio demandando esperanza, amor y libertad<br />

CONTEMP<strong>LA</strong>R a Cristo en cada rostro lacerado por le sufrimiento<br />

ASUMIR EL COMROMISO de acercarnos al preso para sentir su pasión y<br />

compartirla con él; para ofrecerle cauces de liberación integral, para acompañarle<br />

en el difícil camino de la recuperación de valores y de su dignidad, para ser su<br />

hombro samaritano hasta conducirlo a su integración en la familia, la Iglesia y la<br />

sociedad.<br />

Desde aquí, nos tenemos que plantear algunas cuestiones, como, por ejemplo:<br />

Con qué mentalidad, con qué criterios, con qué teología o con qué<br />

moral me acerco yo a la cárcel y a los presos.<br />

Cuáles son las claves pastorales desde las que hago una<br />

programación evangelizadora en la prisión.<br />

2,3. Mis motivaciones existenciales<br />

40 Cf. Ex.3,7-8<br />

41 Cf. Ex. 3,10<br />

1) ¿Qué motivaciones que me llevan a la cárcel?<br />

- Evangélicas: amor a Cristo y a los presos, ver a Cristo en los presos, llevarles<br />

la liberación integral,...<br />

- Vocación: Me siento vocacionado para esta misión, o cumplo por obediencia lo<br />

mandado por el Sr. Obispo o el superior religiosos.<br />

- Humanas, sociales: luchar contra la injusticia, humanizar y dignificar la<br />

prisión, filantrópicas,...


2) ¿Qué metas me propongo en la acción pastoral con los presos?<br />

- Autosatisfacción personal, sentirme a gusto conmigo mismo,<br />

- Cumplir fielmente el programa señalado,<br />

- Buscar el mejor bien para los detenidos,<br />

- Hacer en la cárcel con los presos lo que hago en la parroquia, conformarme con<br />

lo mínimo de visitar, decir misa,…<br />

- No me propongo ninguna, pues no se puede hacer mucho, ni se va a lograr<br />

nada de ellos.<br />

- Es un trabajo pastoral más que me han encargado y lo cumplo<br />

3) ¿Qué dificultades encuentro en la misión evangelizadora en la cárcel?<br />

- Las propias de la estructura de la cárcel, no hay colaboración de los directivos,<br />

funcionarios,...<br />

- Los presos no son receptivos, muy deteriorados, pasan de los valores y de la fe,<br />

pasan de la Pastoral Penitenciaria ...<br />

- No siento estímulos compensatorios, es tiempo perdido, no se logra nada, no te<br />

valoran el trabajo que haces,...<br />

- Demasiada presión psicológica, me influye el ambiente de tensión y violencia de<br />

la cárcel, aparece el estrés, tristeza y nerviosismo,...<br />

4) ¿Qué estrategias poner en funcionamiento para superar los efectos negativos?<br />

- Personales<br />

- Organizativas<br />

- Recursos humanos, eclesiales, institucionales para mejor realizar la misión.<br />

2,4. Motivaciones desde la fe<br />

Estas motivaciones nos la el apóstol Pablo en su carta primera a los Corintios (leída el V<br />

domingo del T.O.):<br />

El hecho de predicar no es para mi motivo de soberbia. No tengo más remedio y, ¡ay de mí si no anuncio el<br />

Evangelio! Si yo lo hiciera por mi propio gusto, eso mismo sería mi paga. Pero si lo hago a pesar mío es que<br />

me han encargado este oficio. Entonces, ¿cuál es la paga? Precisamente dar a conocer el Evangelio,<br />

anunciándolo de balde, sin usar el derecho que me da la predicación de esta Buena Noticia. Me he hecho<br />

débil con los débiles, para ganar a los débiles; me he hecho todo a todo, para ganar, sea como sea, a<br />

algunos. Y hago todo esto por el Evangelio, para participar yo también de sus bienes. 42<br />

El apóstol Pablo, con experiencia profunda en anunciar el evangelio a los “paganos”,<br />

incrédulos, ignorantes y acérrimos de otras religiones, nos da unas pautas de cómo<br />

nosotros hemos de ser evangelizadores en el medio carcelario y ante las personas<br />

privadas de libertad. También como Pablo, nosotros muchas veces, comprobamos que la<br />

tarea y la misión evangélica son desalentadoras y difíciles, por que no ves los resultados, y<br />

nos vemos tentados a arrojar la toalla más de una vez. Pero no hemos de olvidar nunca<br />

que el anuncio del Reino es obra del Espíritu de Jesús. Por eso, nosotros comprendemos<br />

que lo importante es sembrar la semilla del amor, de la fe, de la esperanza y de la<br />

libertad, y dejar que el Espíritu de Jesús se encargue de madurar en cada persona lo<br />

sembrado en ella. Los resultados, a veces, son sorprendentes; cuando menos lo esperas,<br />

42 1ª Cor 9,16-19.22-23<br />

19


20<br />

esas semillas de libertad han fructificado y se han convertido en una auténtica<br />

experiencia de liberación integral para el que fue preso y hoy es un hombre y una<br />

mujer libre, una persona renovada e integrada.<br />

Después de todo, no pretendamos que los únicos que damos y que sembramos somos<br />

nosotros, no todo es dar de mi parte. Hemos de reconocer que recibimos de ellos mucho<br />

más de lo que nosotros les podamos dar. Estoy convencido que no solo los pobres son<br />

evangelizados, sino que son los pobres los que nos evangelizan. Pues desde ellos percibes<br />

a Dios de una manera nueva y distinta; desde ellos descubres a Cristo encarnado<br />

realmente; desde ellos tu fe se hace más fuerte y comprometida. San Pablo dice que él<br />

se veía obligado, comprometido con Cristo para hacer presente el Reino de Dios y<br />

exclamaba con un grito de exigencia: “¡hay de mi si no anuncio el evangelio!”, y cada uno<br />

de nosotros, asumiendo ese mismo compromiso de Pablo y siendo coherentes con nuestra<br />

vocación liberadora, diríamos también, "hay de mi si no me dejo evangelizar por los<br />

presos!".<br />

Finalizo con un canto a la esperanza y a la superación desde Cristo resucitado, elaborado,<br />

como oración por un preso de la cárcel de Alhaurín de la Torre: 43<br />

En la anterior Estación de este Vía crucis hemos contemplado la muerte de Jesús. Para muchos, todo ha<br />

terminado. Ya han dado muerte al que es la Vida.<br />

Nosotros, los presos, desde aquí y desde nuestra fe, creemos esto como algo imposible. Si Cristo ha muerto,<br />

si Dios ha muerto, ¿qué hacemos nosotros aquí? ¿qué esperanza tenemos? ¿Para qué tanto sufrir? ¿Para qué tanto<br />

“chabolo”, tanta “cunda”..., tanto aguantar? Si todo va a terminar como piensan muchos que terminó para Jesús, que<br />

acabe cuanto antes. No vale la pena seguir sufriendo para morir aquí dentro, para, desde aquí, ver morir poco a<br />

poco a nuestra familia fuera. No vale la pena; estoy convencido.<br />

Pero Jesús no ha muerto, amigos. Convenceos. Jesús vive. Jesús estaba muerto en nosotros y para nosotros,<br />

antes, cuando estábamos en la calle. Cuando creíamos estar libres era precisamente cuando éramos esclavos,<br />

íbamos muriendo sin darnos cuenta.<br />

Hoy todos los que estamos celebrando este Vía Crucis, creemos que Cristo vive. Y vive en nosotros, y vive<br />

en el voluntariado y vive en la gente que nos quiere aunque nos haga sufrir. Y vive en nuestra familia. Y nos<br />

acompaña siempre.<br />

¡Cristo vive! Y porque está vivo no perdemos la esperanza. Cristo vive en nosotros porque hemos<br />

renunciado al mal. Está vivo porque hemos resucitado al amor.<br />

Esta es la gran noticia que os quiero dar, compañeros: que Jesús ha resucitado. Lo único que hacer desde<br />

ahora y para siempre, en prisión o en libertad, es abrir nuestras vidas a esta presencia de Jesús. Él quiere decirnos<br />

algo, quiere decirnos que no temamos, quiere darnos ánimos, quiere darnos su paz, quiere ser nuestra luz, quiere<br />

entrar en nuestras vidas para cambiarlas.<br />

¡Ábrete a Cristo! ¡Ábrete a tu hermano! ¡Ábrete a la luz, quiere entrar en nuestras vidas para cambiarlas!<br />

Puede que vuelva a nosotros la noche, la oscuridad. Pero no pierdas la fe. No mires hacia atrás en donde<br />

solo vas a ver sombras... Mira hacia delante en donde está la luz. Allí, al fondo, a lo lejos; o aquí cerca de ti, dentro<br />

de ti, está Él, te espera Él, te llama Él.<br />

Cristo no ha muerto. Cristo vive y nosotros, tú y yo, somos testigos de la resurrección de Cristo porque nos<br />

queremos, porque somos hombres y mujeres nacidos para la liberad.<br />

43 Cf. Vía Crucis del C.P. de Alhaurín de la Torre, 1999<br />

Pedro Fernández Alejo, trinitario<br />

Madrid, 11 febrero de 2009

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