La Influencia de la Arquitectura en Tres Novelas de la Posguerra ...

circulan por sus calles y que le van a dar ese carácter de animal vivo. En el poema
cuadros parisienses:
La calle, aturdida, aullaba a mi alrededor.
Alta, delgada, de luto, como majestuoso dolor
pasó una mujer: con mano elegante
alzaba y mecía lo mismo festón que dobladillo;
ágil y noble pasó, con piernas de estatua.
Crispado y nervioso, yo no cesaba de beber
en sus pupilas, cielo lívido con gérmenes
tormentosos, la dulzura que fascina y el placer que mata.
Un relámpago... ¡y ya la noche! --Belleza fugitiva,
cuya mirada logró que de nuevo yo renazca, dime:
¿ya no te veré más sino en la eternidad?
¡En otra parte y muy lejos! ¡Demasiado tarde! ¡Y
acaso nunca!
Ignoro a dónde fuiste, y no sabes adónde voy,
¡ay tú a quien hubiese amado! ¡a ti, que lo sabías! (185)
El espacio de ese encuentro fugaz es la calle. Este escenario ruidoso y confuso hace que
ella sobresalga de esa muchedumbre y el narrador la vea majestuosa; en un instante queda
enamorado de esa imagen que después desaparece. Nos muestra como es la angustia ante
lo efímero de la experiencia urbana. Baudelaire descubre la calle como un espacio
perteneciente a la multitud anónima; aparecen caras que después se desdibujan y no se
vuelven a ver más. Estas calles que nos describe son los bulevares rectilíneos y las
paralelas trazados por Haussmann. Todo el planteamiento de la ciudad está planeado en
una perfecta armonía que contrasta con el bullicio y el ajetreo humano.
Una idea muy distinta a la de Baudelaire, sobre la ciudad, nos la dará Zola y su
crítica a la burguesía que estaba construyendo en ese momento el nuevo París. Como
comenta Navarro Vera:
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