CHÁVEZ POR SIEMPRE LA IDEA DE CHÁVEZ <strong>Caracas</strong>, 24 de marzo de 2013. Edición Número Veintitrés. Año 01. ÉPALE CCS
36 I Hacia finales de los años 80 y principios de los 90 palabras como democracia, izquierda, partido, revolución, pueblo, etc., habían perdido su significado más elemental. Aún más, iban desapareciendo poco a poco del vocabulario habitual de la gente y con esas ausencias, que no fueron solo semánticas, la esperanza de un cambio real se postergó en dilatados estudios, más nostálgicos que propositivos, sobre la fallida experiencia del socialismo real y el triunfo indiscutible de la derecha a escala planetaria. A nivel global, la despolitización de la vida individual y colectiva constituyó un episodio importante de la posthegemonía liberal, creando referencias culturales de impacto masivo fundamentadas no solo en la propaganda de la ideología capitalista sino en la negación absoluta de cualquier otro modelo político y social. Son los años del fin de la historia, del nihilismo orgánico, de la tristeza colectiva, prósperos años para el resurgimiento de lo que Estanislao Zuleta llama la razón cínica. Los años 90 fueron prolijos para la restauración del liberalismo, ahora armado de tecnología comunicacional y bélica suficiente como para hacer realidad su utopía totalitaria: un sistema mundial viable de mercado, que constituya un supraestado capaz de sostenerse en términos de legalidad bajo los consensos de la democracia formal. Para entonces, la izquierda tradicional no había sido capaz de responder —ni política ni culturalmente— al modo de vida propagado desde la Guerra Fría y aplicado secularmente a los mercados del mundo: el renascente esclavista y colonial de las potencias militares y corporativas. El estado de bienestar para las economías fuertes del Norte significó un adormecimiento del movimiento socialista y, en especial, de los partidos progresistas que, lejos de elaborar un referente crítico, se fueron acomodando a las reivindicaciones parciales que redundaban en un sospechoso bienestar inmediato para las clases obreras y medias. Fue Latinoamérica la que tuvo que pagar la factura del lujo y el confort de estos modelos de desarrollo y del adormecimiento de las otroras lumbreras del socialismo. La ruptura, estaba ya dibujada por la historia, si se daba, vendría entonces de este lado del mundo. xxx — II 1989: Venezuela es el segundo país de América donde se aplica el modelo neoliberal —nos antecedía la Chile de Pinochet— y el primero en levantarse de modo espontáneo contra la restauración del capital. Esto marca, ya se ha dicho de muchas maneras, el desmoronamiento del puntofijismo, pero de ninguna manera propone el surgimiento de una alternativa a la crisis política de la democracia representativa. Los partidos y las fuerzas de izquierda en Venezuela, como en el resto del mundo, se encontraban sin ideas actuales y sin el vigor necesario para encarar los nuevos desafíos que supone una reinvención de sí mismos y de nuevos referentes sociales y políticos. El poder insurgente, la organización, la transformación concreta de la sociedad, si algo requería, era un acto de creación ante el dogmatismo melancólico, el vacío ideológico y la precariedad de lo real. En este contexto surge un movimiento y un líder cuya singularidad impide una automática clasificación dentro de las corrientes del pensamiento tradicional —de derechas o de izquierdas— y lo postula como una alternativa auténticamente política. Hugo Chávez y los boinas rojas, desde el punto de vista conceptual, vendrían a inaugurar un proceso Edición Número Veintitrés. Año 01. ÉPALE CCS <strong>Caracas</strong>, 24 de marzo de 2013. dialéctico con nuestra propia historia en la revisita al pensamiento bolivariano y, en general, al ideario y las luchas fundacionales del siglo XIX y XX venezolano, y en su reatroalimentación con los demás procesos libertarios de otros pueblos, épocas y realidades. Como buen alumno, y asiduo visitante de la biblioteca del viejo José Esteban Ruiz Guevara, el pensamiento de Hugo Rafael Chávez Frías iba a forjar un espíritu apasionado por el saber científico, la búsqueda de la identidad y el arte, que lo vacunaría contra todo dogmatismo, contra todo sistema cerrado e impracticable. Espíritu que lo ha acompañado a lo largo de esta épica fundacional contra el nihilismo mundial y las fuerzas reactivas que reinan desde invisibles tronos. A partir de 1999, con el primer triunfo electoral del presidente Chávez, se inaugura, sin lugar a dudas, una nueva cultura política que, ya en sus primeros años, innovaría desde el punto de vista teórico y procedimental de cara a la reinvención de un ideario emancipador para el aquí y el ahora. Tomado de Ideas de Chávez, anotaciones para su estudio. Publicación de la Alcaldía Bolivariana del Municipio Libertador. Encartada por el diario <strong>Ciudad</strong> CCS. Marzo de 2013.