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en los corredores crece la música<br />
que une nuestras celdas en el deseo por cantar.<br />
A quien mató la prisión en él,<br />
ninguna prisión puede matarlo.<br />
Por eso me sorprende, todas las hermosas tardes<br />
de esa fiesta que creamos día a día,<br />
aquel invitado<br />
sonríe sentado,<br />
participa entusiasmado,<br />
cuando le preguntamos,<br />
¿quién eres?,<br />
simplemente responde:<br />
Soy tu patria.<br />
El orgullo elige sus vestidos<br />
1<br />
34<br />
Al mártir Naji Alalí (1)<br />
Me siento a reposar en mi cama<br />
que se extiende de “Jafa” a “Cuba”,<br />
y de Mandela a Guevara,<br />
formando paciente una estrella en el universo de amor,<br />
tan apasionado como yo,<br />
parto desde el corazón temeroso hacia la densidad de las cosas.<br />
Me quedo aquí a recibir a los mártires<br />
que no necesitan un pase para visitarme<br />
y que no se distinguen, excepto por la herida en su sonrisa<br />
y por una suerte de sangre salvaje derribando el círculo universal<br />
para moldear un juguete para un niño que por primera vez toca las cosas,<br />
entran por la profundidad del mayor dolor del llanto.<br />
Sin embargo, no hay que llorar por ellos,<br />
comparten conmigo la taza de té cuando la mezclo con canciones.<br />
Viene su coraje en mi voz.<br />
Y por eso no me abandona este tenaz deseo de una lágrima en su poesía,<br />
hasta que todos los alfabetos huyan al brillo de sus ojos,<br />
ellos vuelven a mí<br />
y admiran aquel rincón en mi gran celda de agua tan inmediato al desierto.