1 NO HAY QUE TEMER Temía estar solo, hasta ... - Cuaderno digital
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Para aquellos que a esta altura puedan <strong>estar</strong> preguntándose si no estoy llevando<br />
demasiado lejos esta postura, permítanme hacerles una pregunta: ¿Cuántos de<br />
ustedes conocen por lo menos a una persona que en algún momento, tratando de<br />
explicar un fracaso, no ha apuntado su dedo, buscando culpables a su<br />
alrededor?<br />
Tan profundamente enterrado en nuestro subconsciente se encuentra esta<br />
actitud, que la mayoría de las personas poseen un variado arsenal de<br />
justificaciones, excusas, mitos, mentiras, suposiciones, y disculpas para<br />
justificar cualquier tropiezo. Curiosamente, lo único que todas estas disculpas<br />
tiene en común es que sitúan la culpabilidad fuera de sí mismos. Para la persona<br />
mediocre, su fracaso es el resultado de la discriminación, del sistema, de la<br />
falta de amor por parte de su familia, de apoyo por parte de los amigos, de la<br />
envidia de los demás, o simplemente de la falta de oportunidades. Los menos<br />
atrevidos culpan al destino, mientras los más sofisticados culpan a la situación<br />
económica, al sistema político o a las tendencias globales. Muchos <strong>hasta</strong> culpan<br />
a Dios por sus desventuras.<br />
Lo cierto es que es fácil racionalizar nuestra mediocridad y encontrar<br />
culpables por nuestros fracasos, si de antemano hemos aceptado que la<br />
responsabilidad por nuestro éxito y felicidad personal no es enteramente<br />
nuestra. No obstante, independientemente de cual sea la excusa que optemos<br />
por utilizar para justificar nuestra mediocridad, hay tres elementos claros<br />
sobre todas ellas:<br />
Si nos ponemos en la tarea de encontrar una excusa, con toda seguridad<br />
la encontraremos.<br />
Si damos excusas, seguramente encontraremos aliados, que se unan a<br />
nuestra causa, o por lo menos personas que las crean.<br />
El dar excusas no cambia la realidad de las circunstancias que buscamos<br />
justificar con ellas.<br />
Así que después de muchos años de esperar vanamente que alguien hiciera algo<br />
por nuestra felicidad, después de muchos años de <strong>estar</strong> cansados, después de<br />
muchos años de clamar justicia y pedir oportunidades desde la comodidad de<br />
nuestro sillón favorito frente al televisor y de encontrar cuanta excusa es<br />
Edgardo Anichiárico Tejada. Calle 35 5 54 Teléfono 7823086. Montería. Celular 315 7491710.<br />
edante98@yahoo.com<br />
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