Clariná de Cuenca - amaranto Consultores
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LITERATURA<br />
20<br />
Banceros.<br />
y Víctor Martínez Parreño<br />
la primera vez que le pregunté a mi<br />
padre sobre la Semana Santa fue<br />
un día lluvioso <strong>de</strong> Martes Santo,<br />
yo tenía cinco años y me estaba vistiendo<br />
para acompañar a San Juan Bautista.<br />
Una parte <strong>de</strong> mí estaba cansada y llena<br />
<strong>de</strong> frío, pero por otro lado me gustaba<br />
estar con mis abuelos y hermanos.<br />
- Papá, ¿Por qué salimos con estos trajes<br />
todos los años?- recuerdo tener una<br />
voz chillona y molesta, así como la costumbre<br />
<strong>de</strong> preguntar sobre absolutamente<br />
todo lo que pasara a mi alre<strong>de</strong>dor.<br />
- Pues porque somos <strong>de</strong> <strong>Cuenca</strong>,<br />
y porque nos gusta- mi padre tenía un<br />
tono profundo pero suave; nunca perdía<br />
la sonrisa.<br />
- ¿Y por qué tenemos que salir todos<br />
los días en alguna procesión?- volví a<br />
preguntar, pero ya tenía la túnica puesta<br />
y me ajustaba el fajín.<br />
- Esto hijo es como ser <strong>de</strong>l “Atleti”, no<br />
se pue<strong>de</strong> explicar, solo po<strong>de</strong>mos sentirlo<br />
los que lo somos.<br />
- Pues yo soy <strong>de</strong>l “Atleti”<br />
- Como <strong>de</strong>be <strong>de</strong> ser hijo- lo mejor <strong>de</strong><br />
aquellas respuestas que yo daba eran la<br />
mueca <strong>de</strong> orgullo que se dibujaba en la<br />
cara <strong>de</strong> mi padre- como <strong>de</strong>be ser.<br />
Creo que llega un momento en el que<br />
asumimos las tradiciones <strong>de</strong> nuestros<br />
antepasados como nuestras y nos encargamos<br />
<strong>de</strong> transmitirlas a nuestros hijos,<br />
para que <strong>de</strong> este modo, nunca se pierda<br />
la ca<strong>de</strong>na. También he llegado a la<br />
conclusión <strong>de</strong> que esas tradiciones, esa<br />
cultura, y esa ilusión forman una huella<br />
tan in<strong>de</strong>leble en nuestro ser que la<br />
“SALIMOS A pASAR<br />
FRÍO, DOLOR EN LOS<br />
RIÑONES y<br />
CAMINAMOS SIN<br />
dESCANSO”<br />
consi<strong>de</strong>ramos un orgullo, algo <strong>de</strong> lo que<br />
sentirnos orgullosos y por eso mismo, las<br />
hacemos nuestras procurando que perduren.<br />
No encuentro otra explicación a que<br />
todos los años, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> trabajar, estudiar<br />
o jugar nos enfun<strong>de</strong>mos una túnica,<br />
unos cordones o un fajín y un capuz,<br />
que hace empañar las gafas (éste es mi<br />
caso) y te impi<strong>de</strong> respirar aire fresco. Salimos<br />
a pasar frío, dolor en los riñones y<br />
caminamos sin <strong>de</strong>scanso hacia la parte<br />
alta para comer un bocadillo <strong>de</strong> tortilla<br />
con pimientos. Tampoco entiendo porque<br />
soy <strong>de</strong>l “Atleti”, pero es mi equipo y<br />
he aprendido a sufrir con él así como a<br />
disfrutar con él.<br />
He visto álbumes <strong>de</strong> fotos don<strong>de</strong> solo<br />
soy un bebé arrastrado por mi abuela,<br />
sentado en un carrito <strong>de</strong> paseo pero<br />
completamente vestido. Después me<br />
dieron una bastón coronado en una cruz<br />
dorada para caminar con mis hermanos<br />
y mis primos. De aquella época tengo<br />
más recuerdos, alegría, ilusión, respeto<br />
y orgullo cuando la imagen a la que<br />
acompañaba pasaba a mi lado. Cuando<br />
crecí y me enfundaron mi primer capuz<br />
recuerdo que elevaba la vista para mirar<br />
la imagen y golpeaba a la gente que se<br />
agolpaba en la calle para ver la proce-<br />
TRADICIóN<br />
sión, o a los <strong>de</strong>más nazarenos. Cosas <strong>de</strong><br />
niños supongo, pero siguen siendo un<br />
recuerdo que no quiero olvidar.<br />
Si cuento todo esto es porque hoy<br />
es el primer día que voy a salir como<br />
bancero y tal vez esté un poco nervioso.<br />
Para mí es algo muy especial, aunque a<br />
la gente le cueste creerlo. Es mi tradición,<br />
mi cultura y ha llegado a ser mi<br />
familia.<br />
Mi padre habría querido salir conmigo,<br />
pero ya no podrá hacerlo, ahora es<br />
mi turno para sacar a San Juan y pasearlo<br />
por la ciudad. De pequeño me gustaba<br />
coger su horquilla, hasta que un día<br />
se me resbaló <strong>de</strong> la mano y rompí dos<br />
tulipas, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> aquel momento le cogí<br />
cierto respeto.<br />
Éste año <strong>de</strong>bía ser mi padre quien<br />
sacara “El Santo”, como todos los años<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> que pudo, pero ya no será posible.<br />
Una enfermedad nos lo quitó durante<br />
un otoño <strong>de</strong>masiado largo. Los hermanos<br />
me han <strong>de</strong>jado llevarlo en su lugar,<br />
a<strong>de</strong>más literalmente, porque tenemos la<br />
misma estatura, cargamos con el mismo<br />
hombro y todos en el palo izquierdo nos<br />
conocemos, espero estar a la altura.<br />
Des<strong>de</strong> hace dos días todo el mundo<br />
comenta que no vamos a salir, que “la<br />
lluvia hará acto <strong>de</strong> presencia”, no saben<br />
lo que dicen. Mi padre está en el cielo<br />
y no <strong>de</strong>jará que la familia se que<strong>de</strong> sin<br />
procesión. Por eso estoy vestido y <strong>de</strong> camino<br />
a la Iglesia para que me coloquen<br />
y salir en la procesión.<br />
El jefe <strong>de</strong> banceros me da una palmada<br />
en el hombro y lamenta mi pérdida,<br />
pero no hace que pierda la ilusión ni la<br />
sonrisa por el trabajo que tengo ante mí.