00 CUBIERTA ASOCIA - Centro de Estudios Garrigues

Carta del
director
Ángel Bizcarrondo,
director del Centro de Estudios Garrigues
Se cumplen en estas fechas diez años desde la
creación del Centro de Estudios. Una década
es un corto espacio en la vida de una institución
nacida con voluntad de perpetuarse, pero
es tiempo suficiente para presentar un balance de situación
y hacer un primer análisis de resultados.
En la primavera de 1994, ALT, la rama fiscal y legal
de Arthur Andersen, representaba un fenómeno muy
notable de expansión de un despacho profesional que,
en un periodo de apenas veinte años, había experimentado
un crecimiento espectacular para pasar de un pequeño
grupo de profesionales a convertirse en el líder
destacado de la práctica tributaria en España con cerca
de cuatrocientos profesionales y una implantación geográfica
que cubría la totalidad del territorio nacional
con oficinas en las principales ciudades españolas.
El artífice principal de aquel proceso: Antonio Ortega
Gómez vivía en aquellos días bajo la excitación que produce
el deseo de alumbrar un proyecto innovador consistente
en promover un centro de estudios a través del cual
se pudieran canalizar buena parte de los métodos, experiencia
y conocimiento de un despacho profesional hacia
la formación de los jóvenes licenciados universitarios y a
la actualización y ampliación de los conocimientos de
alta especialización de profesionales en ejercicio.
La primera consideración que me viene a la mente
es el acierto en la visión de Antonio Ortega. Entonces
no resultaba tan evidente como nos parece ahora que
un gran despacho es, en último término, un centro de
formación de profesionales, especialmente jóvenes.
Una buena parte de los recursos del despacho han de
destinarse a la formación y actualización de conocimientos
y también, de modo creciente, al desarrollo de
las habilidades y capacidades de las personas. El reconocimiento
que formuló la semana pasada una prestigiosa
publicación nacional según la cual se constata
que Garrigues es la empresa preferida para trabajar en
España, constituye una prueba de esta afirmación.
La segunda característica del planteamiento inicial
partía de la concepción del Centro como un lugar de
encuentro y un espacio abierto a la participación de
profesionales de muy distinta procedencia: la universidad,
la administración pública, la magistratura, otras
empresas y despachos; de modo que actualmente la intervención
de los profesionales de Garrigues en el Centro
no alcanza en ninguno de los programas el veinte
por ciento del total.
Pero la visión adecuada es un requisito que, si bien
necesario, no asegura el nacimiento y la supervivencia
de un proyecto que requiere voluntad, decisión y capacidad
de convencimiento para superar las dificultades y
resistencias que la realidad siempre ofrece; acaso sea el
mérito fundamental de su inspirador haber sabido combinar
aquellas condiciones en las dosis adecuadas para
que la iniciativa pudiera prosperar.
Sirvan estas líneas para dejar constancia de la indispensable
contribución de Antonio Ortega a la causa del
Centro de Estudios y para rendir un sincero y breve homenaje
con ello a la trayectoria ejemplar que desarrolló
Arthur Andersen en España y su extraordinaria aportación
a la modernización de la sociedad española y a la
formación de tantos profesionales que constituyen hoy
una garantía de honestidad, seriedad, competencia y
eficacia.
CARTA DEL DIRECTOR
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